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viernes, 3 mayo, 2024

Venezolano apuesta por el vino rosado en lata para conquistar a México

Rosadito es un vino en lata inspirado en los sabores de Francia que llegó a México gracias a la idea de un venezolano que se especializó en el mundo enológico. Antonio Balassone encontró una manera de que las personas disfruten de la bebida sin necesidad de abrir una botella

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Caracas.- Rosadito es un vino rosado que se puede disfrutar en una lata. La marca, creada en México, nace de la mano de Antonio Balassone, un venezolano que utilizó los conocimientos gastronómicos adquiridos en sus viajes por todo el mundo para crear su propia marca.

Balassone es caraqueño. Tiene 33 años y cursó educación media entre Italia y Venezuela, porque parte de su familia se encontraba en el país europeo. Sin embargo, se graduó de bachiller en Venezuela y luego viajó a Italia en 2010 a estudiar en la Universidad de Ciencias Gastronómicas.

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El caraqueño contó a El Pitazo que tuvo la oportunidad de viajar a diferentes localidades de Europa gracias a su estadía en Italia y a sus actividades de estudio, que le permitieron conocer más sobre la gastronomía de cada región.

«Nunca pensé que era definitivo (emigrar), sino que era algo para estudiar en la universidad y ya. Me gradué en 2014 y siento que desde 2013 empeoraron las cosas (en Venezuela) y no, no fue opción regresar en ese momento (…) Pues dije, ‘Ya estoy afuera, ya hice un proceso migratorio, ya tengo una visa, ya tengo todo, ¿Para qué volver?'», se preguntó Balassone.

El venezolano trabajó en diversos restaurantes y bodegas de vino en Europa hasta que decide mudarse a California, Estados Unidos, para trabajar en un grupo de restaurantes y continuar especializándose en ese mundo.

En 2016 realizó un viaje a México y se interesó por la cultura del país. «Iba a pasar aquí un mes (en 2018) y luego regresaría a Italia, pero me mudé a México en 2019 y ya llevo justo 4 años».

De una experiencia clásica a una lata

Balassone asegura que su interés por el vino comenzó en su época universitaria, a pesar de que siempre estuvo rodeado de él gracias a su familia. Cuenta que lo vio como un producto de ocasiones específicas y no algo de consumo diario, por lo que quiso encontrar una manera más amigable para que todos lo disfrutaran en cualquier ocasión.

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«Al final es inevitable que, sobre todo aquí en Latinoamérica, el vino no sea un producto de consumo diario. Sentía que era un producto difícil de entender, difícil de alcanzar, que no llegaba al alcance de todo el mundo. Mi tesis fue sobre cambiar el lenguaje alrededor del vino, hacerlo más sencillo y entendible para todo el mundo, y también más divertido«, cuenta el venezolano.

Desde que presentó su tesis, la idea de crear otra manera de consumir y disfrutar el vino ya estaba en la mente del caraqueño. Al llegar a California, se dio cuenta de que era más común el comercio del vino en lata, una práctica que existe desde los años 60.

«Me pareció raro al comienzo, porque venía de una experiencia muy clásica. Yo estudié en una zona en el norte de Italia que es muy premium en el vino, entonces para mí, obviamente, al inicio fue así como ‘Wow, está raro esto, ¿no?’. Pero luego lo entendí más hacia la perspectiva de que la experiencia alrededor del vino en lata es muy al aire libre, muy práctica, muy joven y muy todo lo que no es el clásico de botella«, dijo.

Vino en lata en México

El venezolano asegura que su llegada a México fue complicada, tuvo que adaptarse a otra cultura y empezar nuevamente un proceso migratorio.

«Me costó mucho el inicio. El primer trabajo en el que estuve no me gustó tanto, luego como que no conseguía qué hacer y en todo eso de perderme – siento que a veces uno se pierde para encontrarse- conocí a mis socios y empezamos a abrir algunas cosas», sostuvo.

Junto a sus socios abrieron una taquería y luego, junto a Noah Tovares, también fundador de Rosadito, iniciaron una importadora de vinos. En 2021, las importaciones se complicaron, por lo que optaron por producir vino local. Nació Rosadito.

«Rosadito se bebe en todos los lugares en donde no se puede beber vino, al aire libre, en playas, piscinas, en restaurantes (…) mi carrera tenía un enfoque muy fuerte en la sustentabilidad y descubrimos que la lata era supersustentable, porque el aluminio se produce y se recicla en México y el vidrio que se usa para embotellar vinos mexicanos viene de afuera, es importado, entonces redujimos la huella de carbono en 80 % y el ciclo de reciclaje de la lata es eterno», cuenta.

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Decidieron hacer un vino rosado porque no era algo tan común en México, a diferencia del tinto. En lugar de hacerlo muy dulce, buscaron inspirarse en los vinos del sur de Francia para que fuera fresco, aromático y frutal.

«Viajando he aprendido que los venezolanos somos, y me incluyo, echados pa’lante, superpilas, resilientes. Estoy agradecido de ser venezolano porque somos una nacionalidad de emprendedores. Yo estoy aquí luchando con un país que no es mío y teniendo que acostumbrarme. Agradezco muchísimo, porque me ha abierto muchísimas puertas», expresó el caraqueño.

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