Caracas. Entre las personas que han salido ganando con la migración venezolana en Colombia están los cafetaleros.
Con los mayores indicadores agronómicos de la historia de la caficultura, los productores de café colombianos se muestran exultantes estos días en el Congreso Nacional de Cafeteros, que tiene lugar en Bogotá. Y no es para menos: alcanzaron una productividad de 20,5 sacos de café verde por hectárea, una densidad de siembra de 5.232 árboles por hectárea y una edad promedio de 6,7 años de los cafetales, gracias a la renovación de 80.227 hectáreas.
““Estos altos niveles de productividad han permitido que, a noviembre, la producción de café de Colombia, mayor productor mundial de café arábigo suave lavado, alcance 14,3 millones de sacos de 60 kg en los últimos 12 meses, 4% más frente a los 13,8 millones de sacos del mismo periodo anterior (…), lo que arroja un valor de la cosecha que supera $6,5 billones”, destaca la Federación Nacional de Cafeteros mediante una nota de prensa.
Detrás de estos muy buenos números está también la población venezolana que ha llegado a trabajar a las fincas cafetaleras colombianas, una mano de obra joven que hacía falta en este sector, reconoce Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros.
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Aunque todavía no hay una estadística, Vélez aseguró el miércoles 4 de diciembre a Caracol Radio que 9 de cada 10 recolectores de café son venezolanos, según el reporte informal de un productor.
“Hay un contingente grande de venezolanos que le ha dado la mano a la recolección de café y hay lo que llamo un gana gana, ya que podemos apoyar en el sector cafetalero a los venezolanos que vienen con una mano adelante y otra atrás, y al productor se la ha facilitado conseguir recolectores”, agregó Vélez a Caracol Radio.
Se trata de un sector aquejado durante años por la falta de trabajadores jóvenes para recoger la cosecha, hecho que se había convertido “en el gran cuello de botella de esta industria”, se quejaba Vélez a la revista Semana en 2016.
Entonces, atribuía la escasez de mano de obra para las labores agrícolas al desplazamiento de los trabajadores a las urbes en busca de mejores oportunidades y a la violencia de las últimas décadas en Colombia. Con el auge del café en los años 70 y 80, otros productores achacaban parte de esta migración a la mejora del ingreso de las familias, cuyos hijos, ahora con acceso a una mejor educación, se dedicaron a otros trabajos, en lugar de ser recolectores, una tarea considerada dura.
Una mano de obra joven que cubre la escasez
La publicación Semana Rural da cuenta de la presencia de los venezolanos en la recolección de café desde marzo de 2017, en el inicio de la cosecha del grano, en los municipios cafeteros del sur del Tolima como Rioblanco, Chaparral, Planadas, Ortega y Ataco.
Señala además que muchos de ellos llegan a las zonas rurales de Colombia sin experiencia en labores del campo, “pero son una mano de obra joven en un sector al que le hace falta”. Cifraba entre 200 y 300 el número de venezolanos que trabajaban en fincas cafeteras en el sur del Tolima.
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En su artículo de noviembre de 2018, Semana Rural apunta la necesidad que tiene Colombia de mejorar las condiciones laborales de todos los campesinos.
Denuncia también “la amplia informalidad laboral del campo”, pues señala que aunque en la mayoría de fincas cafeteras les costean la alimentación y el hospedaje, los recolectores de café no están afiliados al sistema de salud, ni ahorraban para una pensión.
“Según cifras del Ministerio de Trabajo, 52,5 % de los trabajadores rurales son empleados por cuenta propia y 11,7 % trabajan como peones o jornaleros”, añade el reportaje de Semana Rural.
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