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domingo, 28 abril, 2024

Barinas | Testigo en detención de Venegas: no mostraron ni un papel, solo las armas

Tres testigos cuentan los momentos de terror que vivieron cuando policías encapuchados les gritaban: "arrodíllense, tírense al piso bocabajo". Los golpearon, les halaron el pelo y hasta les robaron documentos y teléfonos celulares

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Barinas.– «¡Mamá, mamá, no dejes que me maten! ¡Mamá, mamá, no dejes que nos lleven!», gritaba llorando Omar Eduardo, de 7 años, mientras su madre, Silvia Martínez, intentaba protegerlo de los fusiles que portaban los agentes de seguridad al momento del asalto a la sede de la Federación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (Fenatev), en Barinas, este miércoles, 17 de enero.

Fue el momento más doloroso que vivió Martínez durante los 40 minutos que duró la operación comando para detener al líder sindical Víctor Venegas. Le siguieron las órdenes: «arrodíllense, tírense al piso bocabajo», los apretones, haladas de pelo y los robos de carteras y teléfonos celulares.

Silvia Martínez, de 26 años, se llevó consigo a su hijo Omar Eduardo a las oficinas de Fenatev y lo mantenía entretenido con el celular en una sala contigua al despacho de Venegas, mientras ella participaba en la reunión ordinaria de la coalición magisterial junto a 25 docentes, 7 de ellos hombres. El resto, mujeres, la mayoría en edades que superan los 45 años.

“Los policías llegaron cerca de las 11:00 a.m., enfurecidos, golpeaban la puerta, se cubrían con pasamontañas, apuntaban a la gente con fusiles, tiraban las computadoras y vaciaban los escritorios y archivos. Nunca contestaron por qué estaban allí. No mostraron ni un papel, solo las armas”, relata a El Pitazo desde la Casa del Educador, en la que participaba en una asamblea por la libertad de Víctor Venegas.

Fueron minutos de terror, de angustia, de miedo, cuenta. «No sabíamos de qué se trataba la incursión. Inicialmente, creíamos que era un ataque de los colectivos oficialistas, pues andan alborotados desde el 15 de enero. Jamás pensamos que sería la policía. Era una barbarie».

A Silvia no se le borra de la mente la imagen de los encapuchados tratando de arrebatarle a su hijo, tampoco la de las funcionarias que halaban del cabello a la maestra Loris Milla, cuando esta trató de meterse detrás de una nevera. Dice que cierra los ojos y le pasan por la cabeza los golpes que le daban a la maestra Carla Franco, porque se opuso a una requisa. «Nos sometieron a más de una hora de tortura», recuerda.

Docentes protestan para exigir la liberación del sindicalista Víctor Venegas

Fuerza desproporcionada

A Roland García tampoco olvida la escena cuando sacaron de Fenatev a Víctor Venegas. Había unos 100 policías alrededor de la puerta trasera, calcula. De lejos, él pudo grabarla, pero un agente de seguridad le destrozó el teléfono al percatarse de su presencia.

García es presidente de la Fundación de Derechos Humanos de los Llanos (Fundehullan) y como tal no le es ajena la violencia institucional ni el uso de la fuerza contra el ejercicio ciudadano. “Esto es un abuso de poder y una violación constitucional flagrante”, asegura.

En su opinión hubo una acción policial desproporcionada. “Había cerca de 300 policías con armas de guerra, conos, patrullas, vehículos no identificados y motos que cercaron el perímetro de dos manzanas para impedir el paso ciudadano; dos cordones de seguridad, por allí nadie podía acercarse”, recuerda.

El activista vio a Víctor Venegas cuando lo sacaron atado, con la cabeza baja, y lo metieron a la fuerza, tomado por la espalda, en un vehículo pequeño rotulado. Los conductores hacían piruetas con los automóviles y se desplazaron en contravía formando una caravana que luego se perdió entre el tráfico del centro de la ciudad, destaca Ronald. Fenatev está ubicada, justamente, en la céntrica calle Aramendi entre Montilla y Olmedilla.

Dos horas más tarde, a las 2:00 p.m., un trabajador del Ministerio de Agricultura y Tierras reportó a la intersindical que vio cuando Venegas fue trasladado en un avión no comercial. «Vi la caravana en la pista del aeropuerto. Yo estaba allí esperando a un familiar. Vi cuando montaron a Venegas en un avión pequeño, creo que era de la Fuerza Armada Nacional”, confirmó a El Pitazo.

Actuación policial desmedida

Gerson Cuevas es periodista. Como reportero no sale del asombro. Tiene 39 años y desde los 17 trabaja en los medios de comunicación audiovisuales. Pasó por Tele Llano y por Canal de Noticias y sugiere que nunca había vivido una actuación policial tan desmedida. «Nunca, ni siquiera cuando cubrimos los eventos del paro petrolero y las marchas posteriores, que fueron sumamente calurosas (…) nunca, nunca directamente viví una situación como esa», señala.

Cuevas llegó a Fenatev a las 10:40 a.m. Se juntó con el procurador del estado, Fernando Monsalve, para burlar el cerco policial. Pero no pudieron ingresar al gremio. Cuando el procurador pidió explicaciones, el reportero logró grabar la respuesta policial. Luego, tres agentes le decomisaron arbitrariamente el celular y le borraron todos sus registros audiovisuales. Fue conminado a abandonar la zona. “Aléjese, esta área es considerada de alta peligrosidad. Pone usted en peligro su vida y la de la comisión”, justificó el oficial.

Pese a la orden policial, Cuevas se quedó en la zona. Eso le permitió ser testigo de cómo líderes sindicales y dirigentes de la sociedad civil intentaron sacar a Víctor Venegas y a los 26 docentes que se encontraban sitiados dentro de Fenatev.

Para el rescate, relata, se estudió la posibilidad de abrir un boquete por el patio trasero de la sede gremial, que colinda con la calle Cedeño. Finalmente, la operación fue abortada. El plan coincidió con el asalto policial, que se concretó por detrás de la casa de Fenatev, no por la puerta principal.

“Menos mal, no hubo coincidencia en la acción porque si no, la violencia hubiese terminado en sangre”, advierte el comunicador.

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