El montaje presenta en el Colony Theatre de Miami, la novela publicada en 2016 por el escritor y cineasta Jonathan Jakubowicz (Secuestro Express y Mano e’ Piedra). Es una ficción que narra la historia de un venezolano que acumuló riquezas gracias a tratos corruptos con el gobierno de Hugo Chávez. El elenco lo integran nueve actores encabezados por Christian McGaffney (Simón), Mariaca Semprún, Elba Escobar y Orlando Urdaneta, bajo la dirección del premiado dramaturgo venezolano Moisés Kaufman

Entrevista: César Batiz Redacción: Kemberlyn Talero

A Moisés Koufman solo le bastó con leer una vez Las aventuras de Juan Planchard para descubrir que en ese texto tenía una obra de teatro. En el drama sobre la corrupción y el poder en Venezuela, contado por Jonathan Jakubowicz en su best seller de 2016, el director de teatro, cineasta y dramaturgo halló la oportunidad para relatar una realidad cercana a muchos de los venezolanos. Pero además encontró, por primera vez en más de 30 años de carrera, plasmar su maestría escénica en una historia sobre su país de origen.

La  novela de Jakubowicz es una ficción como el mismo autor ha aclarado cuando le preguntan en quién se inspira la historia. Pero Juan Planchard es como el sincretismo de la corrupción en Venezuela. Un joven clase media que encuentra los contactos en el alto gobierno chavista para acumular $50 millones en sus cuentas bancarias, con avión privado y acceso a lujos prohibidos para el resto de los venezolanos.

Pero sí, Juan Planchard es una ficción, a pesar de que los venezolanos hayamos leído o escuchado o tengamos conocidos, vecinos o familiares que se parecen al personaje construido por Jakubowicz, como le comentaron a Kaufman quienes desde el 17 de octubre han visto este montaje en el Colony Theatre de Miami New Drama, en Estados Unidos. La admisión de una hiriente realidad. 


Hay una sensación de gratitud, de que estamos usando el teatro para no permitir que se olvide lo que nos pasó

Moisés Koufman, director de teatro

Esa identificación de los venezolanos con la historia, sumado a la calidad de los nueve actores encabezados por Christian McGaffney (Simón), Mariaca Semprún, Elba Escobar y Orlando Urdaneta, se complementa con la forma en que Kaufman y su equipo resuelven los retos de llevar al escenario una novela que habla de la Venezuela de los últimos 25 años, pero que también demuestra,  como lo dijo el director en entrevista con el director de El Pitazo, César Batiz, que “nos exiliaron de Venezuela, pero no pudieron exiliar nuestra imaginación, nuestras ganas de contar el cuento, nuestra memoria, ni nuestro talento para crear una obra de teatro que cuente lo que nos pasó”.

Kaufman nació en Caracas en el seno de una familia judía. Egresó como licenciado en Administración de la Universidad Metropolitana, pero en la década de los 80 se mudó a Nueva York, donde comenzó su formación como dramaturgo. En esta ciudad cofundó el Tectonic Theater Project, ha escrito dos obras, dirigido unos 20 montajes, la mayoría de  ellos en Broadway, ha recibido 10 nominaciones al Tony, en 2016 Barack Obama lo condecoró con la Medalla Nacional de las Artes y junto a Michel Hausmann, también dramaturgo venezolano, cofundó el Miami New Drama en el Theater Colony, donde precisamente presenta  Las Aventuras de Juan Planchard.

Kaufman confía en que esta obra es capaz de cambiar al mundo y una de la formas como cree lograrlo es a través del reconocimiento de la historia de muchos de los venezolanos que vivieron de cerca esa realidad, huyeron de ella y que ahora, en una sala de teatro, tienen en este montaje una oportunidad de que otras personas puedan entender mejor esa realidad del país.

La novela Las Aventuras de Juan Planchard tiene, lamentablemente, esa magia, que te lleva a creer que el personaje existe, que es de la vida real y no una ficción. ¿Acaso los venezolanos estamos tan mal como sociedad que nada nos parezca una exageración?

―Cuando Jonathan Jakubowicz escribió la novela mucha gente le preguntó si estaba basada en alguien real y lo que él siempre responde es que está basada en varias personas reales, que todo lo que cuenta le ha pasado a alguien, no le pasó a una sola persona, está basado en mucha gente real. Desgraciadamente casi todo lo que cuenta es un espejo de lo que ha sucedido en los últimos 25 años en Venezuela.

Usted ha dirigido una veintena de obras de teatro desde la década de los 80. Al ver su recorrido no encuentro un montaje que hablara de Venezuela hasta Juan Planchard. ¿Por qué esta y no otra novela?

Desde hace muchos años yo había querido escribir o dirigir algo sobre Venezuela.  Obviamente lo que estaba pasando con el chavismo y la destrucción de Venezuela que yo viví era algo que me dolía en el alma. Estuve mucho tiempo buscando pero es muy difícil para mí escribir sobre Venezuela porque llevo ya 30 años que no vivo allá. Yo sentía que no tenía permiso o autoridad para escribir un texto o dirigir una obra sobre Venezuela, ya no vivía ahí, pero cuando leí el texto de Jonathan me pareció que era espectacular, una de las mejores novelas latinoamericanas de las últimas dos décadas, y lo que es más increíble es que la escribió un cinematógrafo.

¿Por qué cree que esta obra ha tenido ese impacto?

Yo pienso que Jonathan (Jakubowicz) es un genio y la novela me impactó muchísimo por varias razones. La primera es la narrativa, me parece que es una crítica rotunda a la corrupción que hay y ha habido durante el chavismo y en muchas formas responde a la pregunta “cómo llegamos hasta acá”; la obra te dice cómo llegamos hasta acá, cuáles fueron esos actos de corrupción tan graves y cuál fue la mentalidad de ciertos venezolanos que nos permitieron llegar a donde estamos ahorita.

Lo segundo es que está contada en primera persona en singular. Juan Planchard comienza la obra diciendo: “Yo soy Juan Planchard, tengo 29 años y 50 millones de dólares en mi cuenta bancaria y estoy convencido de que todo lo que hice fue correcto y será agradecido por mi descendencia. Después él mismo cuenta las diferentes cosas que hizo. Ese tipo de narraciones es algo que yo he usado mucho en otras obras mías, en las que un actor dice que va a contar un cuento y lo narra. Él cuenta como narrador pero al mismo tiempo pertenece a la historia que está contando, tiene dos roles dentro de la obra, es el narrador pero además es el personaje que está actuando con otros personajes dentro de la obra, por eso me pareció que era una obra innatamente teatral. Yo la leí e inmediatamente vi la adaptación teatral, yo sabía cómo iba a escribir la obra. Cuando leí la novela ya sabía cómo hacerlo y hemos sido afortunados porque el público está encantado, se está vendiendo súper bien en Miami, ha sido un éxito de cartelera.


La historia la conocemos todos y nos duele a todos, pero también tiene un elenco de primera

Moisés Koufman, director de teatro

¿A qué atribuye el éxito que ha tenido esta obra?

Por varias razones, primero porque la historia que cuenta la conocemos todos y nos duele a todos, pero también porque tiene un elenco de primera. Está Orlando Urdaneta, Elba Escobar, Christian McGaffney, Mariaca Semprún, y una serie de actores venezolanos nuevos, muchos de esos actores no pueden volver a Venezuela porque serían encarcelados, como yo. Pienso que hay algo muy hermoso, porque sí, nos exiliaron de Venezuela, pero no pudieron exiliar nuestra imaginación, nuestras ganas de contar el cuento, nuestra memoria ni nuestro talento para crear una obra de teatro que cuente lo que nos pasó.

El director artístico de Miami New Drama, Michel Hausmann, dice en el texto que escribió para presentar la obra que llevar la dimensión de la novela de Jakubowicz al escenario es complejo. ¿Cuáles son las claves para que un libro resulte en el teatro como pasa con Juan  Planchard?

―Pienso que tuve la buena fortuna de trabajar con diseñadores espectaculares de Broadway, trabajé con Dereck McLane quien hizo la escenografía; trabajé con Ben Stanton,  quien es el diseñador de luces y también ha trabajado mucho en Broadway. Me rodeé de gente muy talentosa que también sabe cómo crear el mejor teatro que estamos haciendo ahorita en Estados Unidos. También tuve la grandísima fortuna de conseguir a estos maravillosos actores. Christian McGaffney es un genio, el papel que él hace en Simón es hermosísimo pero es exactamente el lado opuesto a Juan Planchard. En Simón él hace a un estudiante que está en las marchas luchando contra la Revolución, y aquí hace a Juan Planchard, una de las personas que causó la situación que llevó a eso.


La mitad de los actores que están en la obra no pueden regresar a Venezuela

Moisés Koufman, director de teatro

Christian McGaffney es para muchos el Simón de Diego Vicentini. Pero en su escenario es Juan Planchard, la columna vertebral del montaje. ¿Luchó para separar a Simón de Juan o fue un proceso sencillo por el trabajo de McGaffney?

Christian es brillante, yo no tuve que luchar para nada con él. Desde el principio los dos leímos el texto y nuestras ideas eran muy similares a lo que queríamos hacer. Christian es muy versátil, un actor de los que más me encantan porque tiene mucho talento pero también mucha inteligencia, puede leer un texto y entender lo que exige, así que fue una de las colaboraciones más hermosas y más fructíferas de mi vida teatral.

Son nueve actores en escena de los cuales solo Christian se mantiene en su personaje, los otros viajan por diferentes personajes que en el transcurso de la obra logran distinguirse claramente. ¿Cómo se logra?

―En primer lugar tienes que escoger actores que sean versátiles y este grupo lo es. Después tienes actores como Mariaca Semprún que es brillante y ella misma consigue la diferencia entre cada uno de los personajes. Igualmente Elba Escobar, que hace el papel de la mamá pero a la vez una diputada chavista, y Orlando Urdaneta que hace el papel del papá y a la vez el comisario que es totalmente diferente. Son actores que saben cómo usar el arte teatral para crear diferentes personajes. Es algo muy hermoso tener nueve actores haciendo todos esos papeles porque es usar algo que el teatro hace muy bien que es el trabajo de personaje; ese acto de convertirse en otro personaje es algo que en el Teatro es muy bien apreciado.


Desgraciadamente casi todo lo que cuenta es un espejo de lo que ha sucedido en los últimos 25 años en Venezuela

Moisés Koufman, director de teatro

Héctor Manrique dijo a la periodista Andreína Mujica en una entrevista que publicamos esta semana que el teatro no cambia el mundo, pero puede lograr que algún espectador tenga una gran idea que sí cambie al mundo. ¿Espera que alguien salga de Juan Planchard con una idea que cambie a Venezuela?

―Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo sí creo que el teatro puede cambiar el mundo y en 35 años haciendo teatro he visto obras que han cambiado el mundo. El teatro es una de las formas más sublimes de comunicación con un público y una de las formas más sofisticadas porque es una forma de elocución que es más elevada que la política que la ciencia y que la religión, porque en el teatro puedes tener un diálogo no solo con el cerebro sino con el corazón y con el alma, y aparte tienes la presencia viva del actor echándote el cuento. La esperanza es que la obra cambie el mundo, estoy viendo que lo hace porque muchos del público que son exiliados venezolanos llegan al teatro y tienen una experiencia de que alguien les está diciendo “nosotros fuimos testigo de eso que te pasó” y ese tipo de experiencias cambia a la gente.

¿Recuerda algún testimonio de los espectadores?

―Muy a menudo, mucha gente dice “conocí a muchos Juan Planchard”, “mi vecino era Juan Planchard”, o “me fui porque no aguantaba más ese tipo de cosas”.  Lo que la gente dice es “gracias por contar nuestra historia”, hay una sensación de gratitud, de que estamos usando el teatro para no permitir que se olvide lo que nos pasó.

Hay un personaje de Mariaca Semprún que es fundamental, no se llama Eva Golinger, pero recuerda tanto a ese personaje cercano a Chávez que no hay manera de no nombrarlo de la misma manera. ¿En este caso qué tanto hay de ficción y de realidad?

―Si le preguntas a Jonathan te va a decir que ese personaje se llama Eva Golinger. Todos los otros personajes en la obra están inspirados en diferentes personajes que él conoció.

En un artículo que escribí sobre lo ocurrido el 22 de octubre tomé prestado una imagen de esta obra: el elefante blanco que aplasta al cazador. Aunque no es definitivo, con la Primaria el elefante levantó la pata. ¿Cree que la acción se completará y saldrán del poder los que más de 80 % de los venezolanos queremos que dejen de gobernar?

―Es mi sueño más ferviente que sea así. Yo anhelo que esa sea la solución a nuestros problemas. A ese gobierno (de Maduro) ya nadie lo quiere, debería irse, pero obviamente la gente que está en el poder es demasiada adicta y sabe que al salir van a tener que pagar por todos los crímenes que cometieron.


El teatro es una de las formas más sublimes de comunicación con un público y es una de las formas más sofisticadas

Moisés Koufman, director de teatro

Pregunté a Jakubowicz y dijo que quedó muy contento con su montaje. ¿Repetiría con La venganza de Juan Planchard?

―Déjame disfrutar este montaje antes de pensar si voy a hacer la segunda parte o no. Yo amo las dos novelas pero desde el punto de vista teatral esta es muy completa, no necesitas más nada. Pero nunca digas nunca. Amo a Jonathan y amo su trabajo y me parece uno de los mejores novelistas latinoamericanos de los últimos 20 años.

La película Simón fue presentada en las salas de cine venezolanas. ¿En el caso de Las aventuras de Juan Planchard está contemplado presentarlas en Venezuela?

―No habría cosa que me gustaría más que eso pero desgraciadamente la mitad de los actores que están en la obra no pueden regresar a Venezuela porque el gobierno les ha dicho claramente que los metería en la cárcel. Mi sueño para la obra es que, una vez que publique el texto, la gente pueda comprarla y se reúnan y la lean, que los diferentes actores vayan de casa en casa haciendo la obra en pequeñas reuniones. En streaming no sé, todavía estamos tratando de decidir eso, pero el texto.

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