En Bobare, Barquisimeto, la carne de res y cochino para el guiso de las hallacas será reemplazada por chivo, porque es más económico. En otros lugares del país, las familias comerán bollitos aliñados, alas de pollo o cualquier guisado, porque el costo de la tradicional cena navideña se les hace cuesta arriba

Diciembre es época de compartir y de milagros. Y eso es lo que harán muchos venezolanos para unirse en familia a compartir los alimentos el 24 de diciembre, como lo afirma Eduard Rodríguez, docente de educación media de Bobare, sector donde crían chivos y cabras en Barquisimeto, al occidente de Venezuela.

“Aquí lo más económico es la carne de chivo; haremos un guiso para las hallacas y el hueso lo usaremos para la sopa”, detalla.

Como él, otros vecinos harán lo mismo, porque comer la tradicional cena navideña venezolana, con hallaca rellena de carne de res y cochino, ensalada de gallina, pernil y pan de jamón, está lejos de las posibilidades económicas de muchos venezolanos.

“En nuestra mesa no habrá pan de jamón porque está por las nubes, tampoco tendremos uvas ni los traguitos para celebrar”, agrega el docente.

Familias separadas

Olga Rodríguez, también maestra -pero jubilada– cuenta que no tendrá hallacas en su cena navideña por primera vez en su vida. Es así porque en junio de este año 2023 su hija mayor emigró a Europa, buscando mejor calidad de vida y abrir horizontes para el resto de su familia que está en Maturín, estado Monagas, al oriente del país.

Lucía aportaba más de la mitad del presupuesto para preparar las hallacas en su casa y ahora sin esos ingresos, Olga no cuenta con el dinero necesario para hacerlas. En su lugar, le propuso a sus otros dos hijos cenar con chuletas, arroz y ensalada rusa. “Las chuletas son igual de caras, pero mi hija me depositó las propinas que ganó en el restaurante donde trabaja y con ese dinero las compraré”, cuenta.

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La situación no es muy diferente en el centro de Venezuela, específicamente en la parroquia Cartanal del municipio Independencia de los Valles del Tuy, estado Miranda, donde vive Francis Romero, quien tampoco comerá hallacas, plato que dejó de ser una costumbre en su familia desde el año 2020.


Aquí lo más económico es la carne de chivo; haremos un guiso para las hallacas y el hueso lo usaremos para la sopa

Eduard Rodríguez, docente de Bobare, en Barquisimeto

Francis tiene 27 años. Se estrenó como madre a los 18 y 2 años más tarde parió morochos. Hace 3 años su esposo emigró a Colombia. Allá formó una nueva familia y dejó de enviarle dinero. 

Desde ese momento, Francis trabaja en casas ajenas, pero la inflación se come lo que gana, alrededor de 9 dólares por día, aunque solo consigue que la contraten 2 veces por semana. 

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Su plato preferido en Navidad es el pan de jamón. En los Valles del Tuy este producto se cotiza en aproximadamente 10 dólares. Aunque es casi lo que gana Francis por día, no se puede dar el lujo de comprar uno, porque tendría que sacrificar otros alimentos.  

Ese mismo sacrificio lo hizo el 16 de diciembre, cuando la señora Mirian, una de las personas para quien trabaja, le dio un pedazo de pan de jamón en el almuerzo. Francis se comió las pasas y la aceituna. Después lo picó en tres pequeños trozos y se lo llevó a casa. A sus hijos también les gusta comer pan de jamón en Navidad.


Yo trabajo limpiando algunas casas y oficinas, pero hasta de eso la gente ha prescindido. Yo vivo al día y comprar unas hallacas es un lujo que no puedo tener

Yubinay Rodríguez

Esperar por los remates del 24

En casa de Yubinay Rodríguez, en la zona alta del barrio Aeropuerto, en la parroquia Urimare en el estado Vargas, este año no habrá cena de Navidad.

Tomó la decisión de hacer unos «bollos aliñados y unas alas de pollo» para ella, su mamá y sus 4 hijos, cuyas edades oscilan entre los 8 y 2 años de edad.

«Yo trabajo limpiando algunas casas y oficinas, pero hasta de eso la gente ha prescindido para ahorrarse una platica. Yo vivo al día y tener una cena navideña, comprar unas hallacas, es un lujo que no puedo darme y este año lo del pernil que ofrecen en el CLAP ni el olor».

Sin embargo, hay un tema que no deja de lado, los regalos del niño Jesús. «El sacrificio lo hice para tener una platica y comprarle a los chamos algo para que jueguen. Logré reunir 40 dólares, así que a eso de las seis de la tarde del 24 (de diciembre) me lanzo para Caracas (a 60 minutos de su casa, aproximadamente) y consigo algo bueno, porque siempre rematan los juguetes que no venden. Ojalá consiga unas patinetas de remate o una buena muñeca. Con eso se quedan tranquilos, pues habrá regalos», acota la mujer, que asegura ha hecho esa práctica los últimos dos años, con suerte. «Hay veces que he ido con más platica y hasta ropa les consigo a precios de remate».

Sentir el amor de Jesucristo 

En la mesa de los venezolanos, además de los alimentos tradicionales, faltarán hijos, hermanos, tíos y primos que han emigrado a otras latitudes del mundo, como lo dice con nostalgia Juan Camacaro, también habitante de Bobare.

Mis hijos están fuera del país, pero nunca falta Dios en la mesa, que es lo primordial. A él le pedimos que dé sus bendiciones en este año nuevo para toda la familia venezolana”, asiente el señor Juan.


Este año nos queda soñar con el plato navideño y ponernos en manos de Dios, unidos en familia

Lourdes Mendoza de Semprúm

Lourdes Mendoza de Semprúm, vecina de Bobare, en Barquisimeto, recuerda que en su parroquia -Aguedo Felipe Alvarado- no hay agua y siempre deben comprar camiones cisternas, un gasto que es imprescindible para poder comer, asearse y tomar.

“Si compramos una cosa, no podemos otra. Este año nos queda soñar con el plato navideño y ponernos en manos de Dios, unidos en familia, porque ese es el Adviento, el renacer. La Navidad es sentir el amor y el nacimiento de nuestro señor Jesucristo en nuestros corazones. Eso es lo que no debemos dejar”, recalca la señora Lourdes, quien invita a los venezolanos a mirar más allá de lo material y agradecer las bendiciones que ofrece Dios, no solo en Navidad, sino todos los días del año.

Con información de Rosanna Battistelli, Jesymar Añez y Nadeska Noriega

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