Maracaibo.- Desde diciembre de 2017 a la fecha, son ya 25 pacientes renales los que murieron por falta de insumos. Con el grito: “¡Queremos vivir!” y “Este Gobierno condena a muerte a los pacientes renales”, los familiares y pacientes protestaron en las afueras del Centro de Diálisis Occidente en Maracaibo.
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Reclaman que no tienen máquinas para las diálisis, y de eso depende la vida de los 250 pacientes que cada dos o tres días necesitan conectarse al equipo para purificar las toxinas de su cuerpo. “De las 36 que hay en el centro, 15 están dañadas y nosotros nos vemos afectados”, dice Darío Echeto, hermano de Alexis García, que es paciente renal.
Reconocen que la responsabilidad principal corresponde al Ministerio de Salud y al Seguro Social, pero hacen un llamado a la Gobernación del Zulia y a la Alcaldía de Maracaibo para que el sistema regional y municipal de salud atiendan esta emergencia y los ayude.
Saben que las máquinas están dañadas por falta de repuestos y les han dicho en la sede que son aparatos hechos en Alemania y que las piezas deben venir de allá. “Pero nadie nos atiende; no queremos morir, nosotros queremos vivir. Yo quiero vivir”, clamó Keila Romero, quien va a hacerse la diálisis acompañada de su hija menor.
Dos emergencias se presentaron mientras estaban en la protesta. A Carmen Reyes debieron ingresarla para operarla de emergencia porque se le dañó el catéter. Su madre, en silla de ruedas, y su hermana, Eulogia Reyes, lloraron con las pancartas en la mano.
La otra situación la sufrió Ánderson Carvajal, quien se descompensó porque no lo tuvieron las horas que corresponde conectado a la máquina.
Explica Yusleibi Flores, esposa de un paciente, que el tiempo que un paciente renal debe estar conectado a la máquina es entre tres y tres horas y media, “pero solo los están dejando dos horas en la máquina y por eso se descompensan”.
Dos de los pacientes que estaban esperando el turno para dializarse perdieron la opción del trasplante. Uno, porque no llegaron los insumos para mantener el riñón y el otro, porque cuando lo estaban operando “se fue la luz y el riñón del donante se dañó”.
Otro de los problemas que reclaman es que hay falta de personal para atenderlos. Un paciente comentó: “Han emigrado 130 enfermeras y casi el mismo número de médicos. Aquí no hay pena de muerte, pero a nosotros lo que quieren es matarnos”.