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lunes, 6 mayo, 2024

¿Para qué sirve la Historia?

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Nos han dicho que es maestra de vida. Que aprender del pasado para comprender el presente y proyectar el futuro es un importante aspecto para conseguir una vida plena, y ello, no solo en cuanto a la historia de la sociedad, sino especialmente en cuanto a la historia individual. También, el conocimiento histórico nos ayuda a visualizar mejor el devenir de la acción humana a lo largo del tiempo, como un fenómeno en el que continuamente se alternan las rupturas y las continuidades, si bien ambas trayectorias suelen presentarse simultáneamente.

Benedetto Croce demostrará que la historia es la aventura de la libertad humana, de allí la importancia de su escritura, difusión y aprendizaje, en aquellas sociedades que deseen educar a sus ciudadanos como seres vigorosamente conscientes de sus derechos y deberes, críticos sin excesos, no manipulables, virtuosos, es decir, ciudadanos idóneos para vivir en democracia (el sistema, con defectos, sí, pero el menos malo para vivir libremente). Claros y orgullosos en cuanto a su identidad (sin chovinismos), y comprendida esta última con sentido crítico y amplitud de miras (sin visiones pueblerinas).

Paul Ricoeur recordó a lo largo de toda su obra la necesidad del estudio de dos factores claves de nuestra psique: la memoria y el olvido, atravesados por la dimensión de lo temporal. Lo que nos lleva así ante la apasionante pregunta de ¿qué es el tiempo?; ¿cuáles son sus dimensiones, solamente pasado, presente y futuro? ¿Por qué hay hechos atroces e importantes en la historia de toda nación que no se desean recordar o, incluso, sobre los que no se desea que queden rastros?… ¿Sería lícito considerar la escritura de la historia como una herramienta de lucha social o ideológica?

Germán Carrera Damas contesta a lo largo de toda su obra, de manera tanto explícita como implícita, todas estas preguntas, así como también propone la importancia fundamental que supone para todo pueblo que haya vivido en democracia la necesidad de recordar siempre el tiempo de su democracia y de comprender, a su vez, las razones de por qué se la dejó perder (si fuese el caso). Una nación consciente no solo de las luces y sombras, sino también de la amplia gama de matices de su historia, ha adquirido una madurez crítica que difícilmente podrá ser manipulada por cualquier cazafortunas. Y pensamos que aquí no solamente es importante la formación histórica, sino también la educación en Humanidades en general, así como para la educación estadounidense, la llamada educación liberal tiene como objetivo la formación en ideas para preparar a ciudadanos libres, críticos, cultos, para la acción política tanto en sentido general como en sentido estricto, si bien ambos sentidos convergen en la defensa y sostenimiento del sistema de libertades.

Pensamos en la futura reforma educativa que, más pronto que tarde, tocará realizar al sistema educativo venezolano; nunca estará de más insistir en la necesidad de relanzar una formación humanística de calidad, en la cual se visibilice la armónica relación entre las ciencias exactas, las ciencias sociales y las artes, de manera que formemos hombres y mujeres más completos y óptimos para la ardua pero apasionante labor de la reconstrucción de Venezuela.

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