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lunes, 6 mayo, 2024

¿La entropía se apoderó de la revolución?

Venezuela transita por un desorden general y el gobierno de Nicolás Maduro ha ganado tiempo ante la oposición para lograr mantenerse

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Por Marcos Hernández López

En 1877 el físico austríaco Ludwig Boltzmann estudió la mecánica estadística a partir del concepto de entropía, que es el desorden de un sistema, es decir, su grado o no de equilibrio. La entropía es un concepto termodinámico que da una idea del desorden molecular de un sistema y su nivel de rendimiento. Su traducción al contexto político no es directo, no obstante, resume de una forma precisa el nivel de confusión, deterioro e intereses antagónicos en los que se desarrolla la acción política en la dinámica de los diversos temas que perturban de una forma directa al bienestar de la gente. 

El término de la termodinámica, de uso frecuente en el lenguaje de gestión de los sistemas sociales complejos, narra una ignominia organizativa y funcional progresiva, relacionada con el desorden y pérdidas de viabilidad de los sistemas. Esta realidad concreta se articula a las revoluciones, en correspondencia directa con nuestro país. Venezuela se ha transformado en un gran desorden.

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Venezuela transita por una profunda agitación política y social. Casi a diario Nicolás Maduro busca amordazar a la oposición e imponer su poder autocrático. Es evidente, Maduro dentro del desorden aún presiona y vende a los venezolanos falsas ilusiones con el carnet de la patria, los bonos y los Clap. Además insiste en que los males de su gobierno son producto de una guerra económica provocada por las sanciones del imperio norteamericano. La lógica articulada a los resultados macro y micro de la economía se inscribe en que la gestión revolucionaria fracasó porque nunca se interpeló a lo interno para darse cuenta de sus diversas y continuas sinrazones, utilidad como proyecto político, mirar con objetividad los “logros” de su “modelo económico” conectados a sus consecuencias complejas relacionadas al existencialismo humano.

Por ejemplo, mientras Maduro esté en nivel radical, será difícil o imposible acabar con la entropía en los desequilibrios de la macroeconomía social. La pieza en el ajedrez político para destrancar el juego es la voluntad política análoga a la comprensión de la complicación de la aguda crisis. Es un axioma, las estrategias populistas del gobierno bolivariano no han sido tan efectivas para encauzar la cantidad demandas socioeconómicas de la mayoría de los venezolanos y mantener un orden social. Son 20 años apuntalándose con un populismo literalmente irracional, activado en muchas misiones que se han movido por varios niveles hasta llegar a un neopopulismo tan ineficiente como en sus prácticas iniciales, siempre orientado a mantener el poder central no importando sus costos económicos, políticos y sociales.

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Emerge con mucha fuerza la entropía, la crisis acelera la llamada fase caótica, ya la población venezolana comienza a reunirse en diversos espacios de manera espontánea, y los que ya están en un estado de exaltación, reconocen su afinidad y empiezan a formar grupos y otros comienzan a protestar por falta de gasolina, agua, gas, electricidad, los Clap… Esta realidad hace que se reagrupe lentamente la sociedad civil y política, abriéndose con discrecionalidad una fase anárquica, que caracteriza a este periodo con una serie de rebeliones aisladas y movimientos de todo tipo, (religiosos, políticos, estudiantes, sindicales, militares, culturales, étnicos, etc). Esta desobediencia comienza a actuar ante una nueva realidad. Este estado de caos es una fase de la inestabilidad caracterizada por amplias fluctuaciones de todo tipo, que se traducen en posibilidades de cambio social, lo que en la teoría del caos se conocen como derivaciones. 

El sueño del proto estado comunal es el milagro esperado aun por Maduro. No obstante, 20 años han demostrado a través de una imagen concreta que Venezuela es un país que si hacemos una caracterización lograremos conclusiones inmediatas con una analogía reveladora en parecidos en éxodos a Siria y en pobreza Somalia o países africanos donde reina todo tipo de ineficiencia, corrupción, violaciones y barbarie. La verdad verdadera, Nicolás se encuentra atrapado en su propio laberinto, pero no se da por vencido y asegura que esta revolución es eterna y no están dispuesto a entregar el poder… Ho Chi Min decía que “una cosa se dice hacia afuera y otra se dice adentro”.

Es evidente que Nicolás le sacó un tiempo extra a la oposición. Con todo el desorden o entropía en la revolución bolivariana, en una reflexión final podríamos decir lo que se veía cerca para la oposición venezolana, pareciera que se ha puesto lejos, los errores en política los paga el pueblo.

Sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión. TW e IG: @hercon44

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