¿Existe la generación de cristal?

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Por: Karina Monsalve

En los últimos años han surgido diferentes expresiones que de algún modo reflejan los estilos de relación social y la manera en particular que se transfieren las dinámicas de las crianzas de generación a generación.

Algunos opinadores pensarán que los jóvenes contemporáneos son probablemente iguales a los de siempre. Son tan astutos  y tan hábiles;  tan  inteligentes  y  tan  imprudentes;  tan  rebeldes  y  tan  indolentes;  tan  inquietos  y  tan desesperantes. Sin embargo, parece también haber algunas diferencias notorias en la generación de jóvenes de hoy en día, y  una  de  ellas  es  su  fragilidad,  su  vulnerabilidad  y  su  poca  tolerancia  a  la frustración y al fracaso. Los avances y progresos tecnológicos de nuestros tiempos, hacen que el joven pareciera estar inmerso en un ambiente que lejos de fortalecerlo lo vuelve cada vez más vulnerable.

Gracias al nacimiento de las plataformas digitales es que surge el planteamiento de la “Generación de cristal”, el cual hace referencia a aquellas personas nacidas a partir del año 2000, quienes de acuerdo a la descripción de la filósofa Monserrat Nebrera, “pueden llegar a ser más frágiles, inestables o inseguros, pueden llegar a tener poca tolerancia a la crítica, al rechazo y la frustración, en consecuencia de que son criados por personas que vivieron épocas de carencia y han trabajado por darles todo para que no les falte nada como a ellos en su momento”.

De acuerdo con esta definición, la responsabilidad de que estos jóvenes presenten estas características recae en la crianza y en el estilo de educación impuesto hace dos generaciones anteriores, la llamada “generación de cemento”, la cual creció soportando las adversidades en un entorno de abuso o de mayor responsabilidades para los jóvenes de la época.

Afortunadamente, ya no son esos tiempos y la sociedad y los roles culturales han cambiado. El machismo, el abuso sexual, laboral, social entre otros está visibilizado y por tanto está en el lente de quienes denuncian los derechos humanos.

No obstante, la llamada generación de cristal requiere de modelos que les permitan enfrentar el conflicto entre la atracción y el desencanto.  Como la tecnología forma parte de su día a día, su vida y dinámica social se desarrolla en redes sociales. Suelen esperar una gratificación inmediata, así como las respuestas a diversos problemas. Necesitan de un reconocimiento del Otro constantemente, de allí la poca tolerancia a la crítica, al rechazo y a la frustración.

En otro sentido, la sensibilidad como característica específica de esta generación (que suele verse de manera peyorativa), hace que más bien sean personas más atentas o más sensibles a los problemas y más críticos y cuestionadores de la realidad a la que se enfrentan por lo que los hace menos tolerantes a las injusticias.

Nos tocará evaluar dentro de unos años los resultados de los logros y avances de esta generación, su aporte a la sociedad. Por lo pronto, desgastarnos en críticas y descalificaciones, es a mi manera de ver, un sin sentido, enfocarnos en entenderlos y saber de dónde vienen esas características  y cómo ven su realidad, es en todo caso el análisis constructivo que nos toca hacer.


KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.

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