El milagro para canonizar a José Gregorio Hernández

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Por: Rixio Portillo

Toda Venezuela espera la canonización de José Gregorio Hernández, clamor generacional ante la devoción que despierta el médico de los pobres.

Pero el milagro antes de ser algo sobrenatural es también una realidad moral. El milagro moral consiste en la conversión de corazón de quien recibe la gracia del hecho que no tiene explicación científica.

El milagro moral en cada venezolano

Por eso, el mejor milagro que podemos esperar de José Gregorio Hernández comienza en los venezolanos, en una conversión moral, para apostar por los mismos ideales por los que él trabajó.

Incluso, aunque suene un poco osado afirmarlo, es más fácil el milagro sobrenatural porque no depende de la persona y para Dios todo es posible, sin embargo, el milagro moral si recae en lo mucho o poco que cada uno puede hacer.

San Ignacio de Loyola tiene una frase que puede servir de explicación a lo que se intenta decir: “Actúa como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios”, dijo el fundador de los jesuitas.

Es decir, José Gregorio puede hacer el milagro de una Venezuela libre pero necesita, como diríamos en criollo, de una ‘ayudaita’, con el esfuerzo y empeño de todos, y cada uno en particular.

¿Cuál milagro moral?

Esa ayuda, por ejemplo, en emular su celo por los pobres, por los vulnerables, por las víctimas de todos estos largos años de conflicto político, en una disposición de servicio, de solidaridad, de hermandad.

También en reducir la viveza criolla, el creer que todo se resuelve por la ley del más fuerte, o con el que pegue más duro, o el que más alce la voz. La historia reseña que José Gregorio Hernández dejó plantado a Juan Vicente Gómez para atender primero a sus pobres. No pactó con el poder, ni fue acomodaticio con el despotismo.

El doctor venezolano, que todos sabemos santo, no se aprovechaba de su profesión. Si tenía un conocimiento, éste era para sus pacientes, y si algo tenía materialmente era para los pobres, un ejemplo de grandeza cívica y civil necesaria frente a tantas actitudes prepotentes y pseudo fuertes de la Venezuela de hoy.

Y en esa conversión moral, sin ánimo de ser antisistema, no es necesario ser católico, solo ser venezolano de bien. Jose Gregorio nos pertenece a todos porque es un auténtico hijo de la patria.

Por eso, al beato hay que rezarle para que Dios suscite el milagro y sea reconocido finalmente santo por la Iglesia, pero a los venezolanos les toca trabajar por ese milagro moral que sacará el país de donde está y que no solo acercará al médico de los pobres a los altares, sino que también llevará a todos los hombres y mujeres, de la Venezuela herida, al lugar sagrado de la responsabilidad civil y la libertad democrática anhelada.

RIXIO G. PORTILLO | Twiter e Instagram: rixiogpr
Comunicador. Creador del blog Domus Ecclesia. Profesor de la Universidad de Monterrey.

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