Día de la humanidad

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Por: Gloria Cuenca

El 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la mujer. Un homenaje a la lucha de las obreras norteamericanas y a todas las mujeres del mundo, instituido por Clara Zetkin, dirigente comunista alemana. Es un día importante, sin embargo, me sentiría mejor si fuera de toda la humanidad, como titulo el escrito de esta semana.

Sí, no hay duda, es un merecido y ganado homenaje que pretende estimular y agasajar a nosotras las mujeres, consagrando una jornada al esfuerzo y al trabajo femenino. Es una demostración de la intensa búsqueda por la igualdad de oportunidades, derechos, y trato, entre los más connotados deseos y necesidades que manifestamos las mujeres desde hace siglos. Sin embargo, soy de las que cree que la lucha por la igualdad de los derechos, de las oportunidades y del buen trato, también es necesaria para los varones.

Los seres humanos hombres han padecido y padecen formas de discriminación y exclusión en diferentes regiones del mundo, a la par de las féminas. La educación que se les imparte, muchas veces por parte del padre, machista o sexista; o de la madre, con un criterio de subvaloración internalizado, no los prepara para esta nueva situación de lo femenino y menos para una mujer empoderada.

Lo hecho por machistas, sexistas y abusadores contra las hembras, a lo largo de la historia, no tiene parangón. No obstante, han ocurrido procesos de esclavitud, de explotación y maltratos para los dos sexos a lo largo de la historia. No se educa para la igualdad, menos para no competir y sí colaborar.  

Hoy, multitud de hombres no entienden para nada qué ha pasado. ¿Cómo después de ser los grandes proveedores ahora son semi inútiles a quienes no se les toma en cuenta por su incapacidad, básicamente emocional, para afrontar diversas  situaciones? Menos están preparados para discutir una cuestión que no sea  deporte, negocios, obtención de dinero. Ese reto lo tienen estos chamos llamados “milenials”. Deberán afrontar una nueva perspectiva en la pareja humana.

Basta de establecer esa competencia y lucha entre ambos sexos, que obliga — necesariamente— a que se elimine el afecto y la comunicación. Con lo que la situación es cada vez más compleja de resolver y la felicidad parece lejana e inalcanzable.

En la actualidad, hay diversas crisis en el mundo. Varias de esas se han puesto en evidencia: la soltería de los sacerdotes, la pederastia y abusos contra los niños de algunos curas. El cambio climático, todavía no aceptado por todo el planeta; la circunstancia de la guerra y la paz, particularmente aguda en estos momentos con la agresión de Rusia a Ucrania; la inseguridad alimentaria y el hambre en el planeta; el narcotráfico, el terrorismo, la violencia en todos los ámbitos, entre otros aspectos, son de manera general, los temas que aparecen constantemente en los medios y las redes.

Sin embargo, poco se ha dicho y planteado públicamente sobre la crisis de la institución matrimonial. Se habla de que los jóvenes y los no tanto, no se quieren casar. Las muchachas son renuentes, y se pregunta una ¿Por qué? Parece claro: al pensar en las posibles parejas, aun cuando las leyes hayan cambiado y favorecido mucho a las mujeres y madres, no se ha logrado todo lo que se aspira (por supuesto me refiero a la sociedad occidental).

Todavía hay elementos en la mente no educada de bastantes de los varones para formar una pareja diferente; sobre cómo es la realidad de la vida, y cómo ahora se espera del hombre una cooperación completa en las tareas del hogar y en el cuidado de los niños, además de su contribución al mantenimiento del hogar. La cuestión parece sencilla al analizarse, pero no lo es a la hora de practicarlo. Se requiere que la pareja humana, sea eso, una pareja, para andar lado a lado, por el tránsito vital. Fácil decirlo, difícil entenderlo y hacerlo.

Hablar de la pareja humana con los cambios éticos, sociales, económicos, jurídicos, históricos, biológicos, psicológicos y políticos, entre otros, ocurridos en la segunda mitad del siglo XX, es de los asuntos más complejos. La tarea se encomienda especialmente a psicólogos y psiquiatras, con toque sociológico. Sin embargo, se necesita de toda aproximación por parte de disciplinas y ciencias señaladas.

Complica el tema la cuestión de la diversidad de género. Obviamente, un abordaje específico de esa problemática, se hará era en otro momento. Espero que mis congéneres hayan pasado un día en paz y armonía, con reflexiones positivas para seguir nuestro crecimiento y evolución. ¡Paz para la humanidad!

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela

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