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jueves, 9 mayo, 2024

Desnudando la xenofobia

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La xenofobia camina de la mano de la ignorancia, la apatía y un lamentable miedo a lo desconocido, en los principales países de América Latina donde hay mayor migración de venezolanos. Sin embargo, sigue siendo proporcionalmente más pequeña al lado de las numerosas muestras de solidaridad, aprecio y cariño que recibimos diariamente en los países de destino. Si bien no es tan frecuente, es una realidad que intenta tomar terreno, por lo que no se puede dejar pasar por alto.

Una de las principales consignas de los xenófobos es que los venezolanos les quitamos trabajos. Es triste ver cómo señalan y juzgan a los venezolanos por robar trabajo, cuando el verdadero robo son los míseros salarios y las pésimas condiciones por las que prefieren contratar a nuestro gentilicio, aprovechándose de su necesidad. Qué pena, cómo en vez de juzgar a los explotadores o a sus sistemas judiciales complacientes, que permiten que la explotación siga en pie, se ensañan en crear un enemigo que de hecho es víctima, al igual que ellos, de la impunidad de sus sistemas.

¿Puede un migrante bajar los salarios de un país entero? No, los salarios y las horas las definen las leyes laborales de cada país. Sí, se le puede pagar más barato a un migrante por las mismas horas que trabajan regularmente los ciudadanos del país. Eso es explotación y si las leyes desamparan al venezolano, también lo harán con el ciudadano nacido en el país. La explotación es producto de la impunidad.

¿La migración venezolana le hace daño a la economía? No. Cualquier extranjero es sinónimo de mayor movilidad social, porque hace circular la moneda del país. Además los inmigrantes llenan las brechas del mercado laboral, tomando empleos que el ciudadano promedio no ocupa por lo forzosos, complicados o porque tienen mayor nivel de preparación. Entre más puestos de trabajos ocupados y más salarios, se generan mayor consumo y mayor crecimiento económico. Los países que integran a los inmigrantes a las fuerzas laborales de sus países generan un aumento significativo en el producto interno bruto. Pongo de ejemplo a Colombia, que, siendo el país que más migrantes venezolanos ha acogido, se pronostica que este año tendrá el mayor crecimiento económico de sus últimos cinco años. Si la migración afectara a la economía de forma negativa, ¿cómo argumentan los xenófobos que en Colombia la economía vaya en crecimiento?

¿Los venezolanos son malos profesionales o formados en universidades chavistas? No. La mayoría de los profesionales que emigran son profesionales graduados de universidades públicas o privadas de gran prestigio. Muchas, aun estando en crisis, siguen sonando internacionalmente por sus destacados profesores. De hecho, los egresados de las principales universidades venezolanas suenan en el mundo. Hace poco reconocieron a Eleazar Soto, un venezolano, como el “médico del año” y “mejor profesor” de la Universidad de Houston; se trata de un médico egresado de la Universidad del Zulia. También está Jorge Ruiz E. Cano, un joven venezolano que ha sido animador de películas de Disney tales como Zootopia, Big Hero 6, Frozen, Moana y Wifi Ralph, además de estar desarrollando el primer corto de realidad virtual para Disney, llamado Cycles. Aunque el segundo no fue educado en una universidad venezolana, su constancia lo hace destacar en el ámbito profesional. Dos generaciones, dos casos entre muchos que dejan en evidencia la preparación profesional de nuestra gente.

¿Que el venezolano es indigente? No. El éxodo venezolano está lleno de profesionales acostumbrados a un estilo de vida digno. Muchos solo están a la espera de su legalidad para reincorporarse al mercado laboral en sus puestos de trabajo como profesionales. De hecho, estos profesionales, una vez establecidos y estabilizados, terminarán por convertirse en más inversionistas, quienes en unos años van a generar aún más crecimiento y empleos. Cabe destacar que ese es uno de los principales motivos por los que muchos países europeos buscan fomentar la migración de profesionales.

Otras consignas infundadas son aquellas que difunden que la migración venezolana es un gasto para sus naciones. Esto es falso, no existe trámite alguno que no le cueste al migrante: desde la visa hasta el permiso de permanencia y todos los trámites para permanecer legal en el país de llegada, son pagados del bolsillo del migrante, quien, por el contrario, genera ingresos a los organismos del Estado.

¿El inmigrante venezolano les quita “beneficios” a los pobres? No. Al no ser ciudadano del país, no tiene acceso a subsidios. En el caso de los centros de salud populares, también se paga. Son más baratos, pero de igual manera, reciben ingresos.

¿El inmigrante venezolano es delincuente? La delincuencia es delincuencia, sin nacionalidad. Sin embargo, los medios de comunicación magnifican, dan mayor visibilidad o resaltan la nacionalidad cuando los delitos son perpetrados por extranjeros, por salirse de lo común.

En los peores casos usan la migración para beneficios tales como atacar a un presidente y beneficiar a su oposición o en el caso contrario, el mandatario puede usarla para justificarse a sí mismo y a los problemas de su país. Hay muchos delincuentes venezolanos, especialmente en los países donde no hubo controles en el ingreso migratorio. Sin embargo, son cifras mínimas con respecto a la cantidad de migrantes.

Vamos a poner de ejemplo a Perú, el país donde más hemos escuchado escandalosos titulares sobre delincuentes venezolanos. Cualquier ciudadano peruano puede responsabilizar a la migración venezolana de la delincuencia basándose en los titulares, pero cuando nos vamos a las cifras, en las cárceles peruanas se encuentran recluidos 1.596 extranjeros, de los cuales solo 71 son venezolanos. Esa cifra aumentó el año pasado con el ingreso de los cinco integrantes del Tren de Aragua que fueron capturados en agosto. A pesar de esto, algunos medios de comunicación han hecho ver a los migrantes como responsables de gran parte de la delincuencia al resaltar su nacionalidad, encendiendo un estado de alerta en la ciudadanía.

Los migrantes venezolanos no están regados por el mundo porque así lo hayan querido. En la mayoría de los casos, ni siquiera escogen el país al que se dirigen. Solo se adaptan a lo que el bolsillo tenga para ofrecerles. Tenemos que tener en cuenta que los venezolanos no somos turistas. Estamos escapando de una realidad, dejando todo atrás. Quienes piensan que los venezolanos venimos a invadir no tienen idea de los motivos reales por los que estamos en sus países. Mucho menos se imaginan lo que es desprenderse de todo lo que con años construimos en nuestra tierra, con nuestra familia y nuestras costumbres, para comenzar de cero en una tierra lejana. Todo porque en Venezuela no se pueden saciar las hambres más básicas.

La mayoría de los venezolanos están en una constante carrera para no ser alcanzados por la muerte. Tanto en Venezuela como en el extranjero, la mayoría corre su propia carrera trabajando todos los días para poner en la mesa el pan de cada día y ganar un día más de vida. En Venezuela la carrera es incluso para conseguir el alimento, porque este escasea. Quienes están en el extranjero obran de igual manera, solo que lejos de sus familiares, sin ningún apoyo, con escasos amigos y sin bienes materiales básicos, manteniéndose firmes gracias a la esperanza de volver a ver a su esposa, novia, hijos o llegar a tiempo para abrazar a sus padres y abuelos vivos.

Venezuela es el hogar de miles de emigrantes de todas las nacionalidades que llegaron cuando pasaban dificultades en sus países. Así siguió sucediendo cuando estuvimos en la cúspide del desarrollo y la economía global, siendo nuestra moneda más valiosa que el dólar, en el año 1955. Venezuela aún alberga emigrantes: según cifras del 2017, en Venezuela quedan aún colombianos (998.483), españoles (75.744), portugueses (55.441), italianos (51.863), peruanos (47.739), ecuatorianos (37.549), chilenos (15.500), Estadounidenses (11.417), argentinos (10.098), brasileños (6.119), entre muchos otros países. Solo quiero destacar los países a donde más hemos migrado.

En mi tierra nunca escuche hablar de xenofobia. Era imposible, siendo hijos de emigrantes y producto de tanto mestizaje. En Venezuela, el que no es hijo de emigrantes, viene de una raíz genealógica extranjera y tiene ascendencia, sangre o algún familiar de afuera. Mi país se construyó con mano de obra y apoyo extranjero. En nuestra tierra, muchos construyeron una vida y consiguieron un hogar cálido, amable y en su momento, lleno de oportunidades. Nosotros esperamos ser tratados de igual forma a como ustedes lo fueron, cuando trabajaron en nuestra tierra. Con educación, cariño y con ganas de trabajar.

Cierro este artículo dando gracias a tantos hermanos de diversas nacionalidades, que nos han recibido y comprendido… Nuestro gentilicio no tiene malas intenciones; en mi país los buenos somos más y son muchísimas las cualidades positivas que tenemos. Tengo la fe y la certeza de que, en unos años, colaboraremos con el desarrollo económico de sus países y generamos mayor movilidad social en sus naciones. Esa fue la experiencia de recibir tantos migrantes en Venezuela durante nuestros años dorados. Gracias, a esa extensa mayoría que nos ayuda a encontrar un hogar, estando tan lejos del nuestro.

*JUAN VIALE RIGO
Columnista de El Pitazo y viajero enamorado de Venezuela
Twitter: @jvialerigo
Correo: [email protected]

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