Desmontando el estigma de la obesidad

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Por: Karina Monsalve

En el marco de celebrarse el día mundial de la obesidad hoy dedicaremos nuestro artículo semanal a desmontar el estigma social que la sociedad ha impuesto a las personas que sufren de sobrepeso y obesidad. 

Como es bien conocido por todos, las personas obesas están sujetas a un alto grado de estigmatización que suscita la discriminación. De ahí que se haya comprobado que el estigma y la discriminación que padecen los individuos obesos genera un impacto en la calidad de vida de estos sujetos.

Etimológicamente la palabra “obeso” proviene del latín “obedere” que, a su vez, está formada por las raíces —ob” (sobre, o que abarca todo) y —edere” (comer). Es decir, “alguien que come en exceso”. Por lo que la obesidad representa un signo visible de —trasgresión normativa—. De hecho, en este contexto, la persona obesa se vislumbra como un individuo que entra en contradicción con un paradigma imperante en la sociedad actual: “la obsesión generalizada por el culto al cuerpo, la estética y la delgadez” . Es más, para algunos individuos el riesgo de engordar radica en el hecho de dejar de tener un cuerpo aceptado socialmente. Por ello, conviene tener en cuenta que la estigmatización social del individuo obeso se encuentra acrecentada por la propagación de un prototipo estético fundamentado en la delgadez.

Durante los siglos XVI y XVII, la gordura se convirtió en símbolo de fecundidad y en sinónimo de atractivo sexual, mientras que luego de la Primera Guerra Mundial, comenzó a gestarse como ideal estético, la extrema delgadez. En la actualidad, este ideal continúa vigente, por lo que la obesidad ha sido estigmatizada social y culturalmente. 


Etimológicamente la palabra “obeso” proviene del latín “obedere” que, a su vez, está formada por las raíces —ob” (sobre, o que abarca todo) y —edere” (comer). Es decir, “alguien que come en exceso”. Por lo que la obesidad representa un signo visible de trasgresión normativa

Karina Monsalve

El concepto de estigma, referido al ámbito médico, sería la lesión orgánica o trastorno funcional que indica enfermedad constitucional y/o hereditaria que genera una actitud, generalmente negativa, por parte del entorno. La persona, o grupo social, que sufre un determinado estigma puede generar respuestas en su entorno de distinto tipo: verbales (como las burlas, los insultos, los estereotipos, los nombres despectivos, el lenguaje peyorativo, etc), físicas (incluso con manifestaciones de violencia) u otras barreras y obstáculos. En casos extremos, el estigma puede dar lugar a experiencias evidentes de discriminación individual o colectiva.

Desde una perspectiva social, el estigma vinculado con ciertas enfermedades ha suscitado un sufrimiento adicional a los pacientes. A este respecto conviene tener en cuenta que se hace referencia al estigma de una enfermedad cuando los pacientes sienten una especial responsabilidad y culpabilidad ante la sociedad, debido a las causas que han generado un determinado problema de salud o a las que han motivado que éste se mantenga en el tiempo.

Las atribuciones sociales vinculadas con la etiología de la obesidad contribuyen, en gran medida, a la manifestación de la estigmatización. Así, se piensa que los individuos obesos son responsables de su propia patología, entre otros motivos, por la falta de voluntad y la ausencia de autodisciplina en sus conductas alimentarias. De tal manera que, en este campo, son frecuentes las recriminaciones personales relativas a los hábitos alimentarios en razón de sus aspectos morales.

En la actualidad la sociedad es la que castiga al obeso, no prevalece el concepto de que esta es una enfermedad multifactorial, es decir, que depende de muchos factores relacionados a su vez. Como por ejemplo: factores genéticos, endocrinos, metabólicos, sociales y emocionales. Descartando entonces la creencia de que solo depende de la voluntad del propio paciente.

Estos estigmas repercuten de manera negativa en la calidad de vida del que la padece y en su entorno, ya que influyen de manera directa, por ejemplo, en la socialización, en el bajo rendimiento escolar propiciando el aislamiento, la baja autoestima, la depresión y la ansiedad entre otras cosas. 


Las atribuciones sociales vinculadas con la etiología de la obesidad contribuyen, en gran medida, a la manifestación de la estigmatización. Así, se piensa que los individuos obesos son responsables de su propia patología, entre otros motivos, por la falta de voluntad y la ausencia de autodisciplina en sus conductas alimentarias

Karina Monsalve

La ansiedad es una de las posibles consecuencias psicológicas ligadas a los procesos de estigmatización social. En los sujetos con obesidad la ansiedad generalizada se intentará que desaparezca a través del alimento. La comida se convierte entonces en un modo de aliviar la ansiedad, pero con la reiteración de esta conducta lo único que se consigue es que se forme un círculo vicioso donde la ansiedad se elimine comiendo, pero el comer y engordar genere tanta culpa y ansiedad que se vuelva a comer y así en lo sucesivo. Esta ansiedad de comer, puede relacionarse con la ansiedad del sujeto de llenar ese vacío interno que es producto de la soledad, del estigma social que le adjudican y de la pobre imagen que tiene de sí mismo

Los efectos de esta discriminación varían de acuerdo con cada persona. En lo que se refiere a niños, debe tenerse presente que es en esta etapa donde se empieza a forjar su personalidad y a relacionarse con sus pares y el mundo. Por ello, las consecuencias de la estigmatización pueden llegar a ser irreversibles.

Podría decirse, entonces, que la sociedad actual propicia un ambiente altamente obesogénico, por lo que resulta muy difícil el planteamiento de estrategias que ayuden al cambio de estilos de vida que contribuyan a resolver el problema de la obesidad. La sociedad en su totalidad debiera comprender que todos sus integrantes tienen el derecho a poseer las mismas posibilidades, respetando sentimientos, valores y principios. En esa línea de pensamiento la obesidad debe postularse como una enfermedad que el sujeto que la tiene la padece. 

El rol que juegan los equipos médicos en la intervención de la obesidad es fundamental, ya que además de prescribir un tratamiento y entregar orientaciones específicas, podrían por un lado, ayudar a disminuir la estigmatización de las personas obesas educando a la población general respecto a las causas de la obesidad y, por otra parte, al ser conscientes de sus propios estereotipos, podrían favorecer la intervención generando un vínculo con el paciente que rompa con la circularidad antes mencionada.


KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.

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