El proceso de desplazamiento migratorio de los venezolanos hacia Estados Unidos los ha hecho tomar caminos peligrosos a través de la selva del Darién o del océano desde la isla de San Andrés. Familias buscan, sin suerte, respuesta oficial, del destino de sus seres queridos, que siguen perdidos después de subir a embarcaciones en las costas colombianas

Por: Nadeska Noriega y Rossana Batistelli 

El 12 de octubre de 2023, William Mayora se levantó con el sentimiento de incertidumbre acrecentado.

Esta no es una sensación extraña para el hombre que lleva más de 365 días esperando saber de su hijo William Alberto Mayora, de la novia de este, Jairángel Rosario Cedeño y su joven hermana, Melody Rosario Cedeño.

Los tres forman parte del grupo de 13 venezolanos que abordó una lancha en la isla de San Andrés, en Colombia, hacia Corn Island, en Nicaragua, el 12 de octubre de 2022, con la intención de migrar a Estados Unidos.

Pero, después de avisar sobre el embarque por un mensaje de texto, sus familiares no han vuelto a saber de ellos.

“Lo que te marchita es la incertidumbre. Hay días buenos y otros en los que el dolor no te deja. Días en los que reclamas respuestas y días en los que solo pides un milagro. La falta de respuesta oficial, tanto de las autoridades venezolanas como de las colombianas, es tremenda. En este año no hemos cesado en la búsqueda de nuestros seres queridos”, cuenta el hombre oriundo del estado Vargas que sigue preguntándose dónde está su hijo, su nuera y la hermana.


Lo que te marchita es la incertidumbre. Hay días buenos y otros en los que el dolor no te deja. Días en los que reclamas respuestas y días en los que solo pides un milagro

William Mayora, padre de un venezolano desaparecido en San Andrés

La última acción de Mayora fue un viaje realizado entre el 30 de agosto y el 8 de septiembre de este año a Bogotá, Colombia, acompañado del padre de otro desaparecido, Rubén Quintero, de los Valles del Tuy, estado Miranda.

“Mis ojos jamás habían llorado tanto. Puedo caer muchas veces, pero me levantaré porque así es mi infinita, inquebrantable e irreductible fe; me sostiene, pese a la adversidad”, explica Quintero.

Esa fe es lo único que lo sostiene tras cumplirse un año de la desaparición de su hijo, Rubén Antonio Quintero Infante, y su nuera embarazada de diez semanas, Jancerlín Kimberling Martínez Albornoz.

Para ambos hombres la incertidumbre es un lugar común. Ellos, como otros tantos familiares de venezolanos desaparecidos en aguas de San Andrés, confirman el duelo eterno y la falta de empatía y respuesta de las autoridades de Venezuela y Colombia que, pese a la obligación de hacer acompañamiento, por lo estipulado en tratados internacionales, solo ofrecen una información genérica.

“La ONG Misión Archipiélago San Andrés fue autorizada por la Presidencia de la República de Colombia para trasladarse hasta esa isla y participar en la búsqueda. Esa es la respuesta teórica. Ahora esperamos que se materialice”, explica Quintero a El Pitazo. Las familias reciben la información de las instituciones públicas con cautela debido a que otros anuncios fueron “consumidos por la burocracia”.

Al menos 58 desaparecidos

El proceso de desplazamiento migratorio de venezolanos hacia Estados Unidos, los ha hecho tomar caminos peligrosos: a través de la selva del Darién o del océano desde la isla de San Andrés.

En un informe publicado por la Procuraduría de Colombia, en abril de 2023, las autoridades del vecino país presentaron cifras sobre el flujo migratorio en sus costas. En un lapso de 10 meses –desde junio de 2022 hasta abril de 2023– fueron rescatados 804 migrantes de distintas nacionalidades en las inmediaciones del archipiélago de San Andrés. Aunque el reporte no especifica el número, asegura que la mayoría son de nacionalidad venezolana.

El mismo informe expone que durante ese período, las autoridades colombianas registraron a 65 personas desaparecidas, de las cuales 58 son venezolanas, en la circunscripción de San Andrés.


Uno espera mayor atención. Espera una respuesta. No puede ser el silencio. Como para que uno diga: a esta gente se la tragó el mar y deje de buscarla

Estefany Aguirre, sobrina de un venezolano desaparecido en San Andrés

Esta cifra incluye a los venezolanos desaparecidos en agosto, octubre y diciembre de 2022.

En una rueda de prensa realizada el 3 de octubre de 2023, la procuradora de Colombia, Margarita Cabello, alertó sobre el desarrollo de “una grave crisis humanitaria por la migración ilegal en la isla de San Andrés”.

Cabello denunció la existencia de empresas legalmente constituidas dedicadas al turismo, que ofrecen paquetes a migrantes por 1.500 y 5.000 dólares para llevarlos desde el archipiélago hasta Centroamérica.

“La Procuraduría pudo confirmar la presencia de las redes de traficantes que engañan a los migrantes ofreciendo una ruta segura, pero que en realidad los someten a viajar en embarcaciones no aptas para el traslado de pasajeros, con sobrecupo y tomando rutas que, en condiciones climáticas adversas, aumentan el peligro de naufragio en mar abierto”, advirtió.

Sin embargo, para los familiares de los desaparecidos, estas declaraciones no son suficientes.

“Uno espera mayor atención. Espera una respuesta. No puede ser el silencio. Como para que uno diga: a esta gente se la tragó el mar y deje de buscarla. Pero, eso no puede ser así porque son seres humanos los que están desaparecidos”, cuenta Estefany Aguirre, sobrina de Víctor Manuel Aguirre López, quien desapareció en una embarcación con otros 21 migrantes, el 17 de diciembre del año pasado.

Aguirre expone que, en su caso, las autoridades venezolanas no han ofrecido ni siquiera ayuda para realizar alguna búsqueda.

“Únicamente, un grupo de voluntarios que se llama ONSA nos ayudó a contactar a guardacostas de otros países. Es desesperante. Uno no tiene recursos para trasladarse y tampoco un Gobierno que vele por los suyos afuera”, lamenta.

La institución a la que se refiere Aguirre es la Organización Nacional de Salvamento y Seguridad Marítima de los Espacios Acuáticos de Venezuela, una asociación civil que presta apoyo a los familiares que reportan naufragios.

El vacío de la ausencia

Enfrentar la desaparición de un hijo o un familiar es una experiencia dolorosa. Eso es lo que viven allegados de los desaparecidos en la isla de San Andrés.

Para la psicóloga Lorimar Goyo es un proceso complicado porque se experimenta un duelo ambiguo y confuso que genera un índice de ansiedad más elevado que cualquier otro debido a que las dudas no han sido aclaradas.

“Este tipo de duelo es el más difícil de trabajar en terapia porque hay que lidiar con la incertidumbre que tiene la persona sobre si volverá a ver a su pariente. Si bien hay una ausencia física, se acentúa una cercanía psicológica que conlleva a que se incrementen los recuerdos y el afectado tiende a aferrarse aún más al desaparecido”, explicó Goyo a El Pitazo.

La especialista sostiene que en el duelo por la pérdida de un ser querido, el velorio, entierro y la despedida cuentan como un proceso que permite al ser humano procesar la información. Pero ante una desaparición, no se sigue ninguna de estas etapas.

“En el duelo por muerte hay un ritual completo para decir adiós. En el otro caso, la persona se centra en que, como no hay cuerpo, no hay despedida y no se cierra el ciclo. Es como vivir con algo que está pero no está y esto causa incertidumbre”, reitera.


En el caso de los desaparecidos, hay un desgaste doble en el familiar, quien vive con la duda de lo que pudo haber sido y no fue; lo que pudo decir y no dijo; lo que pudo evitar, pero no lo hizo y dejó que se fuera

Lorimar Goyo, psicóloga

Goyo estima que la mitad de los duelos ambiguos pasa a ser patológico porque la persona afectada siempre se encuentra en la misma posición a pesar de que el tiempo transcurre.

“Superar el dolor dependerá de muchos aspectos, capacidades y habilidades y cómo lo asuma el familiar. Esas emociones hay que trabajarlas. La gente necesita conocer los detalles, que pasó, para cerrar ese ciclo”, detalla.

A quienes viven con personas que están atravesando por un duelo, la psicóloga les recomienda validar las emociones del familiar, dejándolo que se exprese y se desahogue, respetar su ritmo, sin presionar, para que poco a poco se supere el vacío.

“Los psicólogos tomamos en cuenta tres aspectos en todos los duelos: el dolor relacionado con la ausencia, el miedo por la incertidumbre y el cansancio. Este último es diferente en el caso de los desaparecidos, porque hay un desgaste doble en el familiar, quien vive con la duda de lo que pudo haber sido y no fue; lo que pudo decir y no dijo; lo que pudo evitar, pero no lo hizo y dejó que se fuera”, indica.

Goyo recomienda descansar, buscar grupos de apoyo y cuidar la alimentación, mientras se trabajan las emociones con ayuda profesional para retomar la vida.

Esto último es lo que ha intentado la mayoría. Ha regresado a su vida, pero sin dejar de hacer diligencias para encontrar a sus seres queridos y con la fe de vencer el hermetismo de los Gobiernos de Colombia, Nicaragua, Costa Rica, Colombia y Venezuela.

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