El 12 de diciembre de 2020, el hallazgo de 11 cuerpos en las costas del estado Sucre alarmó a la comunidad del municipio Valdez. Se trataba de pasajeros y tripulantes de la embarcación Mi Refugio, que zozobró con más de 20 personas a bordo. Con el rescate de otros 14 cuerpos a finales de diciembre y el reporte de 7 desaparecidos , la comunidad presume que fueron dos botes los que naufragaron y 41 las víctimas que cobró el accidente

«¡Devuélvemela, por favor! ¡Está pérdida, regrésame su cuerpo!». A pesar del fuerte oleaje que retumbaba el pasado 6 de diciembre en la playa Las Salinas del municipio Valdez, en el estado Sucre, se escuchaban los gritos de una mujer de 60 años que –con tres flores rojas en la mano– suplicaba al mar que le devolviera el cuerpo de su bisnieta.

El pedido desconsolado provenía de la voz de María Teresa Acosta, quien no vio más a Antonella Prósperi, una niña de tres años de edad que figura entre las siete desaparecidas del naufragio de la embarcación Mi Recuerdo, que zozobró hace un año al igual que Mi Refugio, cuando se dirigían desde Güiria a Trinidad y Tobago. Antonella viajaba con su madre, Roxi Rigaud, cuyo cuerpo sí fue rescatado. Según las autoridades, 34 personas murieron en el hundimiento de estas naves, pero familiares y vecinos del municipio Valdez aseguran que la cifra supera las 40 víctimas.

«Ellas (Roxi y Antonella) son mi nieta y bisnieta, pero yo las crié, las dos estuvieron conmigo desde que nacieron. Le supliqué a Roxi que no se fuera… Con ellas se me fue la mitad de mi vida», decía María Teresa, mientras secaba sus lágrimas frente al mar.


No hubo más respuesta de las autoridades y nosotros no tenemos consuelo, porque ni una tumba dónde llorarlos nos quedó

María Teresa Acosta, abuela de dos fallecidas en el naufragio

El sábado 12 de diciembre de 2020 aparecieron 11 cuerpos en las costas de Güiria. Otros 7 cadáveres fueron encontrados un día más tarde. Luego de 6 días sin saber del paradero de las embarcaciones que habían partido a Trinidad y Tobago, familiares y amigos de las víctimas comprendieron lo que sucedió. Con el paso de los días rescataron más cuerpos hasta llegar a 34, pero a finales de diciembre del año pasado se suspendió la búsqueda en la que también participaban pescadores de la zona.

María Teresa recuerda aquel día cuando les informaron que las labores de rastreo debían detenerse por las fiestas de fin de año. Prometieron que la búsqueda continuaría en enero de 2021. Esto jamás ocurrió. «No hubo más respuesta de las autoridades y nosotros no tenemos consuelo, porque ni una tumba dónde llorarlos nos quedó», comenta la abuela.

El naufragio de Mi Recuerdo y Mi Refugio fue el tercero que se registró en las costas de Güiria entre 2019 y 2020. Se calcula que 100 personas murieron.

Un tatuaje encendió la alarma en el pueblo

Un tatuaje en uno de los cuerpos rescatados puso en alerta a los familiares de las víctimas de Güiria. Cuando Luzmilys Calzadilla se enteró de la aparición de los cadáveres se dirigió al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de Güiria para informar sobre la desaparición de su hermana, Gabriela Subero Blanco, que había salido desde esa entidad a Trinidad y Tobago. La respuesta de los detectives fue que las personas encontradas sin vida pertenecían a un naufragio de Tucupita, estado Delta Amacuro. A Luzmilys no le convenció la respuesta.

“Contacté a una persona que tenía acceso a los cadáveres. Le dije que volteara el cuerpo de la mujer hallada y revisara si tenía un tatuaje con dos nombres. Así fue, era mi hermana”, contó Luzmilys entre lágrimas. «El cadáver de mi hermana fue el primero en ser identificado y por eso se supo que las víctimas eran de Güiria».

Gabriela Subero había partido ese 6 de diciembre de 2020 para reencontrarse con su pareja. Era ama de casa y la bodega que tenía en su hogar ya no dejaba los suficientes ingresos para la manutención de sus dos hijas gemelas de 8 años y de su hijo de 15 años de edad. Su historia es parecida a la mayoría de los que salieron por mar a Trinidad y Tobago para buscar un mejor futuro.

Identificado el cuerpo de Gabriela, creció el desespero de los familiares de los pasajeros que partieron aquel domingo 6 de diciembre de 2020. Ya sabían que no estaban detenidos en Trinidad, como presumían. Se dirigieron a la Guardia Costera, ubicada en el muelle Las Salinas, que se convirtió en una morgue improvisada. La fila para reconocer los cuerpos se extendía unas tres cuadras.

Irregularidades

Algunos familiares aseguran que los pasajeros y tripulantes fueron asesinados por piratas. Sostienen que las dos embarcaciones desaparecidas llegaron a Trinidad y Tobago, razón por la que exigen respuestas de las autoridades venezolanas. En conversación con El Pitazo en Güiria, Santiago Goitía dijo: «Eso no fue un naufragio sino una masacre».

Santiago, hermano de Cristalinda Goitía y tío de su pequeño de 11 años de edad, ambos víctimas del tercer naufragio, explica que, hasta la fecha, no tienen respuesta por parte del Gobierno venezolano, a pesar de que la ministra de Interior y Justicia en ese entonces, Carmen Meléndez, prometió darles mayor información.

«El Gobierno nunca dijo la verdad que fue una masacre. Nadie sobrevivió para hacer esa aseveración», señaló el hermano de la maestra de 36 años, quien iba a reunirse con su esposo en Trinidad.


Contacté a una persona que tenía acceso a los cadáveres. Le dije que volteara el cuerpo de la mujer hallada y revisara si tenía un tatuaje con dos nombres. Así fue, era mi hermana

Luzmilys Calzadilla, hermana de una de las víctimas

El hombre de 46 años habla con un tono de seguridad y dice que al día siguiente que empezaron a aparecer los cuerpos salió con otros pescadores y no encontraron rastros de un naufragio. «Ni una tabla y tampoco vimos cuerpos», afirmó quien tiene tres décadas como pescador.

«La gente sigue yéndose por la situación económica, son migraciones forzadas; para nadie eso es un secreto», expuso.

La hipótesis de la familia Goitía la comparte Tibisay Rausseo, una señora de unos 50 años a quien el mar le arrebató a su hija Dorelvi Pacheco, de 28 años, y a sus dos nietos, Analihesser y Andrés Martínez, de 6 y 8 años de edad, respectivamente. Su hija partió a Trinidad y Tobago para encontrarse con su esposo y padre de sus hijos después de dos años, pero no llegó a su destino.

«Ella iba a quedarse porque la situación económica está difícil y se fue con unos primos desde El Rincón, pero fueron víctimas de una masacre», reitera la mujer vestida de negro.

A los familiares de las víctimas les llama la atención que no aparecieran bolsos ni otras pertenencias de los 41 pasajeros, aunque sostienen que en el bote de fibra Mi Recuerdo no iban más de 25 personas, por lo que alegan que sí hubo dos embarcaciones, pero de ninguna se encontró rastro.

Luz para las víctimas

El 6 de diciembre de 2021, cuando se cumplió un año de la salida de las embarcaciones siniestradas, familiares y amigos de las víctimas hicieron una caminata iluminada en un recorrido de unos siete kilómetros. La actividad, organizada por la parroquia Inmaculada Concepción y Cáritas Carúpano, partió desde la plaza Las Salinas, donde se escuchaba de fondo el fuerte oleaje.

El padre Juan Calzadilla, párroco de la Iglesia Inmaculada Concepción, explicó que la marcha se realizó para conmemorar el triste acontecimiento y también para generar conciencia con el fin de que no vuelva a ocurrir un hecho similar. Continuó con una reflexión para los organismos del Estado y la sociedad civil:

“Ellos (el Estado) deben generar lo necesario para que los ciudadanos consigan aquí, en nuestro país, las condiciones para una vida digna y para que no tengan que salir a buscarla afuera, arriesgándose y exponiéndose a situaciones en detrimento de la persona”.

Al cumplirse un año del tercer hundimiento de embarcaciones en las costas del Oriente aún siguen saliendo personas de muelles clandestinos, quienes deben cancelar actualmente 350 dólares por obtener un puesto en una de estas embarcaciones.

“Siguen saliendo botes de fibra desde las playas de Güiria e Irapa, pero con menos pasajeros. Van hasta tres días a la semana. Esto no lo detiene nadie”, dijo a El Pitazo un pescador, que prefirió resguardar su nombre por temor a represalias, mientras veía pasar desde un banco de la plaza Bolívar de Güiria la marcha por el recordatorio de los náufragos.

La embarcación Mi Recuerdo partió desde el muelle El Rincón con un número, hasta ahora, desconocido de pasajeros. Familiares de las víctimas aseguran que ese día salieron dos embarcaciones, la otra era Mi Refugio, la cual refieren habitantes era de Trinidad y hacía viajes desde Güiria.

De los 34 cadáveres encontrados en el mar, desde el 12 de diciembre hasta el 27 del mismo mes de 2020, cuando las autoridades detuvieron la búsqueda, una sola mujer era proveniente de Margarita, estado Nueva Esparta, los demás eran nativos del municipio Valdez.

En la travesía de esos 100 kilómetros entre Güiria y Trinidad, unas 100 personas han perdido la vida entre 2019 y 2020. El primer naufragio registrado fue el de la embarcación Yonaily José, que partió el 23 de abril de 2019 con 38 personas a bordo y solo rescataron a 9 con vida, así como el cadáver de 1 adolescente de 16 años.

Una segunda embarcación, identificada con el nombre de Ana María, zarpó el 16 de mayo de 2019, con 33 pasajeros a bordo. Entre estos dos botes permanecen desaparecidas 60 personas, provenientes de los estados Sucre, Anzoátegui, Bolívar, Distrito Capital y Táchira.

El naufragio de la embarcación Mi Recuerdo mantiene consternados a los pobladores, porque es la primera vez, desde que se registró el primer hundimiento, que aparecieron cuerpos de las víctimas. Los habitantes aseguran que Güiria es “el lugar donde se detuvo el tiempo”, zona en la que el dolor de los familiares de las víctimas revienta con el sonido de cada ola.

Miles de venezolanos en las zonas más desconectadas del país visitan El Pitazo para conseguir información indispensable en su día a día. Para ellos somos la única fuente de noticias verificadas y sin parcialidades políticas.

Sostener la operación de este medio de comunicación independiente es cada vez más caro y difícil. Por eso te pedimos que nos envíes un aporte para financiar nuestra labor: no cobramos por informar, pero apostamos porque los lectores vean el valor de nuestro trabajo y hagan una contribución económica que es cada vez más necesaria.

HAZ TU APORTE

Es completamente seguro y solo toma 1 minuto.