Desde que recuerda, no comulga con la maternidad, pero eso no le ha impedido crear vínculos con los miembros más jóvenes de su familia. Todo su amor se lo ha entregado a quienes hoy son su mayor felicidad: sus dos perros

A sus 27 años, Sarah Mesnik tiene muy claro lo que quiere y también lo que no. Sabe que no desea ser mamá. Aunque tiene 10 años afirmándolo y escuchando que cambiará de opinión, nunca ha estado tan convencida de algo. “En cuanto a los niños, simplemente no los quiero para mí. No los odio, para nada; tengo varios sobrinos y los quiero mucho. Pero la maternidad es algo que no me gusta”, manifiesta.

Ante la decisión, las críticas no han tardado en llegar: “Estás muy joven para decir eso”, “no sabes lo que quieres”, “si no tienes hijos, no serás una mujer completa”. Demasiadas opiniones de quienes no la conocen en su totalidad.

Su determinación la ubica en un extremo de la estadística. La tasa de natalidad en Venezuela para el 2017, de acuerdo con el portal web Datos Macro, fue de 18,23% y el índice de fecundidad o número promedio de hijos por mujer se estableció en 2,29. Para ese año, último periodo del que se tiene registro, en el país nacieron 615.132 infantes. De acuerdo con el estudio “El poder de decidir: Derechos reproductivos y transición demográfica”, publicado en 2018, el índice de fecundidad en América Latina y el Caribe oscila entre 1,8 y 2,5 de nacimientos por mujer.

Estar bien consigo misma y el apoyo que sus padres le han brindado desde el principio la hacen sentir segura. Antes solía refutar a quienes rechazaban su derecho a elegir la no reproducción, pero ahora guarda silencio y abandona la conversación. Para Sarah, la gente piensa que sabe más de tus anhelos que tú mismo.

Incluso le han dicho que cuando encuentre la persona correcta querrá tener hijos, situación que la irrita porque cree que no deberían hablar de esa forma sobre su vida personal: “No tienen idea de lo que quiero”.

Una decisión importante

Sarah ha indagado sobre la ligadura de trompas y aunque no tiene prevista una fecha, sí conoce de precios y lugares: tiene su objetivo claro. Pero teme que en medio de la intervención quirúrgica otros órganos se vean comprometidos y es consciente de que, aun así, existe una mínima probabilidad de quedar embarazada.


Me amo demasiado y creo que todos deberíamos amarnos de la misma manera

Sarah Mesnik

“La intervención es sencilla y se hace a través de laparoscopia con una pequeña incisión, también hay otra que se puede hacer a través de la vagina que se llama histeroscopia”, agrega. Sabe que algunos médicos se niegan a operar a mujeres sin hijos, pero por lo que ha averiguado, en la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam) solo le solicitan una evaluación psicológica hecha por ellos para proceder y ser evaluada. Lo último es algo que no le molesta.

Durante sus relaciones amorosas siempre fue honesta sobre la maternidad. Por eso, esta convicción no le ha generado problemas con su pareja. “Una de las razones por las que nuestra relación ha sido exitosa es porque él no quiere más hijos y yo con mis perros tengo”, confiesa.

Su motivación

Sus sueños los tiene claritos: una posada cerca de la playa, un jeep descapotado y poder ayudar a las fundaciones de los seres más vulnerados. No quiere ser millonaria, pero sí tener los recursos suficientes para vivir feliz y criar a sus perros Avellana y Jacobo, que son su adoración.

Desde hace 7 años se convirtió en vegetariana; también se interesó por aprender inglés, italiano y seguir fortaleciendo el español. Aunque disfruta la compañía de los que quiere, se siente tranquila al estar sola, el conectarse consigo misma y todo lo que la rodea.
El sentirse bien con lo que es la ha fortalecido frente a comentarios desagradables sobre sus decisiones. “Me amo demasiado y creo que todos deberíamos amarnos de la misma manera”, confiesa.

Su amor por los indefensos

Nutrición para perros y gatos, rones y destilados, ciencia y tecnología del chocolate y coctelería son algunos de los estudios que ha realizado Sarah Mesnik. Su afecto por los animales la motivó a crear snacks y suplementos alimenticios para mascotas. El proyecto apenas está comenzando, pero el motor lleva rato encendido.

Su compromiso con las causas justas es palpable, la mueve ayudar a quienes están desprotegidos. “Los animales muchas veces son afectados y heridos por los seres humanos. No tienen cómo expresar verbalmente cómo se sienten. Todos los animales y las personas necesitan a alguien que vele por ellos, aunque sea una vez en la vida”, destaca.


En cuanto a los niños, simplemente no los quiero para mí

Sarah Mesnik

La preservación de la fauna y la flora también son parte de sus preocupaciones, porque considera que los niños y los animales domésticos tiene un sólido grupo de personas que procuran su bienestar. El ver felices y recuperados a quienes están desamparados le llena el alma.

El cuidado del planeta, la protección de los parques nacionales, el reciclaje y la contaminación ambiental también le afectan. Desea que la población tome conciencia y pueda convivir en armonía con el resto de la humanidad.

No juzga ni cuestiona los sueños y anhelos del resto mientras que no afecten a otros. Piensa que como sociedad todos deben apoyarse y defenderse ante las injusticias, que cada vez son más y más frecuentes.

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