Entre suciedad, fallas en la iluminación, espacios cálidos, pisos rotos y filtraciones conviven las obras de arte, piezas de cerámica, lanzas y cestas tejidas que hacen vida en 12 de los 14 museos que conforman a la Fundación Museos Nacionales. Las majestuosas edificaciones que resguardan el patrimonio nacional sufren la falta de presupuesto por las políticas centralizadas

Realizado por: Patzzy Salazar y Catherine Medina

Entre los árboles frondosos que adornan la entrada del Parque Los Caobos se erigen dos majestuosas estructuras en cada extremo de la famosa Plaza de los Museos, ubicadas en la Candelaria, Caracas: el Museo de Ciencias y el Museo de Bellas Artes. El diseño de las edificaciones elaborado por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva lleva a los visitantes a recordar los modelos de los edificios de la Antigua Grecia y Roma.

Al entrar al Museo de Ciencias, la primera y más antigua institución del país de este estilo, fundada en el año 1875, y la cual se encarga de reunir colecciones que sirven al conocimiento del mundo animal, del hombre, las rocas y minerales del país, cuatro letras de unos 80 centímetros de altura plastificadas en un papel dorado que comienza a desprenderse y romperse abrevian su nombre (Muci). Dos muebles de fórmica verde que hacen el trabajo de recepción están situados a los extremos de la sala principal, alrededor de él, siete personas que llevan el uniforme de la institución hablan sin notar la pareja de novios y otras dos personas que acaban de empezar el recorrido por el museo.

En la primera sala, la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis) mantiene una exposición que retrata, a través de maquetas y parabanes, los hitos más importantes de la sismología venezolana. En el piso de granito, un camino de manchas que pareciera haberse formado gracias al derrame de algún líquido marrón, señalan los instrumentos utilizados desde épocas remotas hasta la actualidad para realizar mediaciones sismológicas. En las paredes, láminas informativas sobre las fallas y placas tectónicas de Venezuela contrastan con las manchas grisáceas dejadas por unas manos.

Ningún guía de sala ni guardia de seguridad se acerca para explicar el objetivo de la exposición, para indicar que los materiales mostrados no se pueden tocar o para recordar que el tirro de colores que bordean los instrumentos colocados en el granito marcan el límite para avanzar. La misma situación se repite en el resto de las salas, las 120.000 piezas de arqueología, antropología física, etnografía, paleontología, herpetología, ictiología, teriología, invertebrados, ornitología y mineralogía que hacen vida en el museo no tienen quién las explique y resguarde.

Ricardo Sarco, experto en Artes Plásticas y profesor de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela (UCV), explicó que lo ideal es que una persona se acerque a cualquier obra sin necesidad de que sea explicada. Sin embargo, sí ve necesario que cada museo cuente con sus guías. “En teoría, debe haber un personal en el museo que esté capacitado, que se forme, conozca la colección y sepa datos particulares de las piezas para poder guiar al público. No obstante, cada vez se ven menos guías y la labor de los museos es plenamente educativa y si no cumple esa labor ¿qué está haciendo? Si no educa, si la persona no se lleva conocimiento sobre lo que se exhibe ahí, da lo mismo que la colección esté guardada”.

Las manchas en el piso salen de la sala y continúan su recorrido por el resto del recinto. El gigante oso Kodiac lo cambiaron de lugar, ya no está en medio de las dos escaleras que dirigen a las salas de arriba, ahora se levanta en un rincón al lado de la sala dos y tres, protegido por un cordón rojo que zigzaguea hasta tocar la pared de la esquina. “Esas garras no son las de él, alguien se las robó y nadie lo notó”, dice uno de los trabajadores.

La cinta roja no solo sirve para proteger al famoso oso, sino para impedir el paso a las salas que están al fondo, donde la jirafa, venados, cebras y otros animales disecados posan aglomerados unos con otros y aguardan desde mediados del año 2019 para volver a ser vistos por las miradas curiosas de niños y adultos. “Pronto van a abrir el espacio, están arreglando todo para traer una nueva colección”, dice la señora de mantenimiento, mientras arrastra la escoba por el metal circular que sostiene el tubo por donde pasa el cordón. De las 11 salas que posee el museo, cuatro están sin funcionar.


EN LAS PAREDES, LÁMINAS INFORMATIVAS SOBRE LAS FALLAS Y PLACAS TECTÓNICAS DE VENEZUELA CONTRASTAN CON LAS MANCHAS GRISÁCEAS DEJADAS POR UNAS MANOS. NINGÚN GUÍA DE SALA NI GUARDIA DE SEGURIDAD SE ACERCA PARA EXPLICAR EL OBJETIVO DE LA EXPOSICIÓN


La centralización y sus consecuencias

Un trabajador del Muci, que prefirió resguardar su identidad, atribuye la precaria situación a la centralización de estas instituciones con la creación de la Fundación Museos Nacionales (FMN). “Aquí antes se cobraba hasta entrada, unos 10 o 20 bolívares, el Muci y el Museo de los Niños eran los únicos que lo hacían. Con eso se tenía un fondo para mantener al complejo aparte de su presupuesto, pero cuando se crea la FMN, los museos pierden su autonomía y pasaron a ser regidos por la fundación”.

La FMN fue creada el 29 de junio de 2005 por mandato presidencial, a través de la Gaceta Oficial No 38.218, con el fin de agrupar en una sola institución a 14 museos autónomos. El propósito de la fundación es la de diseñar políticas organizativas, de resguardo y conservación del patrimonio artístico, arqueológico y científico que hacen vida dentro de los museos que la conforman. Así como también busca el desarrollo de los museos para que sean un lugar de disfrute, encuentro y difusión de investigaciones.


Debe haber un personal en el museo que esté capacitado, que se forme, conozca la colección y sepa datos particulares de las piezas para poder guiar al público

Ricardo Sarco, profesor de la Escuela de Artes de la UCV

El trabajador, mientras pasa las hojas de una carpeta que contiene la reseña del museo, recuerda cómo era la institución unas décadas atrás. “Antes aquí se hacían grandes exposiciones. Recuerdo una vez que trajeron una de dinosaurios animatrónicos que hacían sonidos y eran a escala real. Eso ya no se hace, el servicio ha desmejorado con el transcurrir de los años. El personal se ha ido por el bajo salario, algunos ya se han jubilado o piden cambio para otro museo. Antes en el lugar había un guía y un seguridad por sala o un guía para dos salas”, cuenta.

Antes de la creación de la FMN, los museos funcionaban como fundaciones que tenían autonomía institucional y administrativa. Un exmiembro de la directiva del Museo de Bellas Artes (MBA), que prefirió resguardar su identidad, explicó que la fundación nació como una política de Estado para tener mayor participación en que lo se hacía en los museos. “Cada complejo tiene una colección y un perfil particular; sin embargo, antes de la creación de la FMN, los museos tenían una especie de competencia y mostraban cosas que no eran de la colección propiamente, con la fundación se quiso dar orden a esto. También se quiso eliminar las cuotas de poder que recibían los museos a través de las donaciones que hacían algunas personas. Con la FMN se crea una sola administración para todos los museos”.

El trabajador del Muci señala que el museo actualmente se mantiene con la ética y compromiso de algunos trabajadores. “Para los animales se necesitan materiales de limpieza, batas, guantes, alcohol y otros productos, y no hay presupuesto. Lo que no se mantiene y preserva no avanza, estamos estancados”.

El Pitazo realizó un recorrido por 12 de los 14 de los museos que conforman la FMN y pudo constatar que la situación del resto de los complejos no es distinta a la del Museo de Ciencias. Sin aires acondicionados, salas cerradas por falta de recursos, sin guías de sala y personal de seguridad, pisos rotos, mala iluminación y falta de mantenimiento. Expertos atribuyen esta situación a la imposibilidad de los museos para conseguir recursos propios a partir de que se centraliza la administración de los museos en una sola fundación, al poco personal para atender adecuadamente a los complejos y el dejar de tomar en cuenta la profesionalidad y trayectoria de los directivos para pasar a escoger a las cabezas de las instituciones por sus afinidades políticas.

Bellas Artes con pocas salas abiertas

Rejas, imitando la forma circular de la plaza, conducen el caminar de los visitantes para llegar de un museo a otro. El Muci se va quedando atrás y el protagonista ahora es el Museo de Bellas Artes (MBA). Un árbol cuyas ramas con hojas caen en cascada posa al lado de una pequeña laguna con flores de loto, en cada esquina dos esculturas están sentadas: una mira directamente el agua y la otra se tapa la cara, no puede ver la suciedad que flota entre las flores. La grama corta, pero con pedazos secos por el sol bordean la laguna. Este pequeño ecosistema ubicado en el patio principal del museo da la bienvenida a las 18 salas del MBA.

Las paredes blancas que bordean el patio están manchadas, como si un niño con un cepillo hubiese practicado con pintura marrón la técnica de salpicadura. Las manchas chorrean por la pared mientras exaltan la pintura abombada por las filtraciones. Las esculturas sin identificación dispuestas en el salón reposan en un mueble cuadrado blanco marcado con manchas grisáceas, las huellas de algún visitante quedaron marcadas allí.

En la sala uno, una exposición fotográfica de Claudio Perna es vigilada por un guardia sentado al lado de la puerta. La sala es fría, el aire sopla y pone la piel de gallina. Todos los pequeños bombillos dispuestos en el salón están encendidos.


ANTES DE LA CREACIÓN DE LA FMN, LOS MUSEOS FUNCIONABAN COMO FUNDACIONES QUE TENÍAN AUTONOMÍA INSTITUCIONAL Y ADMINISTRATIVA


En frente, la sala tres no está abierta. Un plástico negro cubre todo el interior de la puerta y un pequeño cartel indica que está en proceso de montaje. De las 18 salas solo tres están funcionando, un banquillo largo de madera prohíbe el paso a las salas que componen el edificio moderno. La estructura brutalista con forma vertical es parte del edificio neoclásico. Este nuevo edificio fue diseñado al igual que el neoclásico por Villanueva en el año 1976, en el sector este del Parque Los Caobos. En el año 2017, celebrando los 100 años del decreto de creación del museo en 1917, en el edificio moderno se abrieron salas de exposiciones permanentes sobre el arte latinoamericano, el cubismo, arte egipcio y colecciones de obras sobre papel que, hasta el día de hoy, siguen allí. “Las exposiciones del edificio están cerradas desde diciembre del año pasado. Dijeron que las abrirían de nuevo a principios de enero, pero siguen cerradas”, indica la señora que resguarda la sala de la exposición El lugar de las imágenes: colección del arte europeo, siglo XV al XIX, sin saber las razones del cierre.

Un exinvestigador y curador del museo y de la Galería de Arte Nacional, quien prefirió resguardar su identidad, indicó que el complejo no cuenta con presupuesto para comprar pintura o bombillos. “Si no tienes los insumos para construir las exposiciones, para diseñar el dispositivo, no puedes hacer nada”. Asimismo, explicó que el presupuesto otorgado siempre ha sido poco, pero los museos como funcionaban antes cada uno como una fundación podían conseguir patrocinios. “Al crearse la FMN todo se concentró en una misma fundación y el patrocinio que se pudiera conseguir la fundación lo destinaba al criterio de quien más lo necesitara. Eso terminó ocasionando que los ingresos conseguidos con esta modalidad bajaran enormemente. Entonces, el presupuesto que asigna el Estado a los museos siempre ha sido deficiente, pero había la posibilidad de que los museos con los patrocinantes le pagaran mejores sueldos a los empleados, de producir mejores cosas, dedicar dinero a mantenimiento, a comprar obras. Eso hoy en día ya no es así”.

El problema de las salas se extiende a otros museos. Dos de las siete salas del Museo de Arte de Valencia están cerradas por la misma razón del MBA, no hay bombillos ni pinturas para reactivar los espacios. “Tenemos una biblioteca que no está habilitada porque está contaminada. El visitante podría venir y estudiar arte en la librería, pero lamentablemente no está funcionando”, contó un trabajador.

En el Museo de Coro, las dos salas que lo conforman ninguna está operativa y la biblioteca también está cerrada. “El museo tiene fallas en los drenajes y cuando llueve el agua se queda en la base del edificio y ha ido hundiendo el suelo de la biblioteca”, explicó María Laura Kamel, directora de la institución.


EN FRENTE, LA SALA TRES NO ESTÁ ABIERTA. UN PLÁSTICO NEGRO CUBRE TODO EL INTERIOR DE LA PUERTA Y UN PEQUEÑO CARTEL INDICA QUE ESTÁ EN PROCESO DE MONTAJE. DE LAS 18 SALAS SOLO TRES ESTÁN FUNCIONANDO


Colgadas en paredes blancas y verdes la colección de arte europeo reposa en el MBA. La luz de la sala con las obras de Francois Clouet, Jan Swart, Bernardo Strozzi y otros artistas es tenue, no todos los bombillos funcionan y el ambiente está más cálido que frío. Al fondo de la sala, un ventanal que abarca toda la pared permite que los visitantes vean los árboles del parque. Este está forrado de papel ahumado impidiendo que la luz solar pase a través del cristal; sin embargo, en una de las ventanas una lámina de papel falta y la luz incide directo en una de las paredes.

Para Sarco, algo básico para los museos es tener un buen sistema de ventilación, iluminación y aire acondicionado. “El papel ahumado se coloca para que la luz no entre directamente a la sala y dañe las obras, si el papel está despegado no está cumpliendo su función. Además de esto, las salas deberían tener deshumidificadores que absorban la humedad para evitar que se quede en los cuadros y la madera; sin embargo, son muy pocas las salas que los tienen”.

El exmiembro de la directiva del MBA contó que el complejo había logrado una asignación de presupuesto importante para la recuperación del edificio neoclásico. “De ese dinero no se supo nunca nada y de la donación de equipos de seguridad modernos y de alto valor que hicieron algunas instituciones, tampoco. Ingresaron al museo, pero nunca se instalaron”.

En la segunda área verde del museo, rocas con líneas, curvas y formas que casi ya no se ven, decoran la inexistente grama, es el área de El origen de las formas iniciales. Al fondo, el centro de documentación está cerrado, la puerta oxidada está tapada con papel marrón y en la grama del jardín restos de cerámica conviven.


Tenemos una biblioteca que no está habilitada porque está contaminada. El visitante podría venir y estudiar arte en la librería, pero lamentablemente no está funcionando

Trabajador del Museo de Arte de Valencia

La GAN sin aires y sin culminar

A unos cuantos metros del MAC, en la avenida México, entre la estación de metro Bellas Artes y Parque Carabobo, se encuentra la Galería de Arte Nacional (GAN), complejo dedicado al resguardo de aproximadamente siete mil obras que incluyen dibujo, pintura, estampa, escultura, fotografía e hitos importantes de la producción artística venezolana de más de cuatro siglos.

La GAN abre sus puertas el 6 de abril de 1976 en los espacios del antiguo edificio del Museo de Bellas Artes, y a un año de su apertura se plantea la idea de construir una sede propia para la galería; sin embargo, no es hasta 2005 cuando se retoman los planes para su construcción. Finalmente, en el año 2009, la GAN es inaugurada por el difunto presidente Hugo Chávez. Hoy en día, de las salas distribuidas en los tres niveles de la edificación, solo funcionan los primeros dos niveles.

En la sala principal, donde está Miranda en la Carraca y La muerte de Sucre en Berruecos, ambas pinturas de Arturo Michelena; y Últimos momentos del Libertador de Antonio Herrera Toro, no todo el sistema de iluminación funciona, la luz es tenue y los aires no enfrían tanto.


De ese dinero no se supo nunca nada y de la donación de equipos de seguridad modernos y de alto valor que hicieron algunas instituciones, tampoco. Ingresó al museo, pero nunca se instaló

Exmiembro de la directiva del Museo de Bellas Artes

“Hace dos años se robaron una pieza del aire y no la han repuesto porque es costosísima. La persona corta la tubería de cobre por donde pasa el aire, deja que se enfríe y vuelve a las dos horas y nadie se da cuenta. Por esta razón hay partes de la galería donde no hay aire. El personal de seguridad no está armado y no tiene cómo enfrentar este tipo de situaciones”, indicó el extrabajador de la GAN.

Según el Manual de Normativas Técnicas para Museos, publicado por el Ministerio de la Cultura y el Consejo Nacional de Cultura (Conac), la temperatura que debería haber en las salas va desde los 18 grados hasta los 24 grados, según los materiales que tenga la obra. “Sobre los 25˚C de temperatura y una humedad alta no controlada se crean condiciones para el desarrollo y la proliferación de microorganismos, los cuales son desfavorables y ocasionan graves deterioros en las colecciones, especialmente en textiles, papeles y maderas”.

En La Pastora, al igual que en la GAN, el Museo Arturo Michelena tiene un año sin aire acondicionado porque se dañó una pieza. Aracelis Parra, registradora del museo, contó que no han solucionado el problema porque hay poco personal de mantenimiento en la FMN. “Son muy pocos y tienen que recorrer los museos que están en Caracas y en el interior, no se dan abasto. Además, nuestros aires son viejos, la pieza es costosa y muchos comercios han cerrado o se han ido y no la han encontrado”.

En el segundo nivel de la galería, las filtraciones hacen de las suyas, pequeños charcos de agua se distribuyen en el piso, pero sin tocar aún los instrumentos utilizados por Armando Reverón en su cotidianidad.

En el año 2016, el gobernante Nicolás Maduro, a través del programa En Contacto con Maduro, aprobó 1.500 millones de bolívares –lo que equivalía a 238.095 dólares en esa fecha– para ampliar y culminar la construcción de la galería y la Plaza de las Artes adyacente al complejo, señaló una exmiembro de la directiva del museo, quien prefirió resguardar su identidad. “Nunca hubo licitación para la ampliación y la culminación de la sede. Ese dinero desapareció y nunca se culminó el proyecto”.

Para el exmiembro de la directiva del Museo de Bellas Artes, el problema no radica en la creación de la fundación, sino en quién está al frente y cómo visualiza el funcionamiento del ente. “La FMN nace como un ente centralizador, pero una cosa es centralizar y otra controlar. La cuestión es cómo se ve y trabajas con la fundación y respetas el perfil de cada museo. Si se respetan los planes museológicos donde están planteadas las necesidades de cada museo, no hay problema, pero si centralizas y controlas de una manera que no es y sin respeto, por supuesto que nada va a funcionar porque no hay una misión y visión clara de lo que se quiere”.


Sobre los 25˚C de temperatura y una humedad alta no controlada se crean condiciones para el desarrollo y la proliferación de microorganismos, los cuales son desfavorables y ocasionan graves deterioros en las colecciones, especialmente en textiles, papeles y maderas

Manual de Normativas Técnicas para Museos

En los primeros años de funcionamiento de la FMN, según el exmiembro de la directiva del MBA, se respetó la autonomía de los directores, la autonomía de los museos y se hicieron muchas cosas por las instituciones. “Se planteó un tema claro con la comunicación, habían páginas web, se digitalizaron muchas cosas, se hizo el primer encuentro de educadores de museos, se consultaba al personal si había que hacer un traslado de un museo a otro. Es decir, hubo respeto, se tenía clara la gestión del sistema nacional de museos, se buscó mucha ayuda internacional para que se hicieran exposiciones internacionales, se prestaban obras a nivel internacional y eso generaba algunos ingresos a los museos y con eso se potenció el Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial (Cencrep)”. El experto señaló que todo eso empieza a cambiar cuando dejó de tomarse en cuenta la trayectoria de los directivos y comenzaron a elegirlos por sus afinidades políticas.

El investigador cultural y presidente de la Fundación Fototeca de Barquisimeto, Carlos López, ratificó lo anteriormente expuesto. “Desde 2009 hasta la fecha, el Museo de Barquisimeto ha tenido 15 directores sin capacidad de interconectarse con el movimiento artístico y en estas gestiones es casi imposible para los autores hacer una muestra en el lugar”. El investigador señaló que a partir de ese año el Museo de Barquisimeto perdió el norte por la falta de una dirección y por las erradas políticas centralistas. “Terminaron de acabar con todas las estructuras, el laboratorio químico para preservar las obras fue desvalijado, posteriormente pasó lo mismo con las 40 parrillas de iluminación. Las obras son clavadas directamente en la pared, ponen luces amarillas en las parrillas y todas las piezas tienen daños, dedos marcados”.

El museo es el lugar de la memoria de un país, la obra de arte es la historia entre el vínculo de lo que está pensando un creador a partir de su entorno y las problemáticas que lo rodean, dijo Lorena González, curadora. “Hoy vivimos la descomposición de las referencias que fueron cultivadas aquí y que nos hicieron durante mucho tiempo uno de los países de Latinoamérica con mayor capacidad de investigación, producción y profesionalización en el área de museos. Cuando se ataca esa memoria también se ataca la identidad de un país, lo que la gente puede saber de sí mismo y de la sociedad que les rodea y antecede”.


Con información de: Liz Gascón, Lisbeth Barboza, Marieva Fermín y Ruth Lara Castillo.

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