Dos tipos de clase media confluyen en el país. Ya no solo existe el grupo que vive en urbanizaciones y cuyos jefes de familia son, en su mayoría, profesionales; hay otro porcentaje que desde las zonas populares percibe los ingresos suficientes para cubrir necesidades más allá de una canasta básica. Así, mientras unos vieron reducir sus ingresos con la llegada de la crisis, otros pudieron mantenerse o superarse con ingresos en dólares

Yoslin Martínez es un administrador de 70 años de edad que durante toda su vida ha trabajado en el sector privado. Con esfuerzo compró un apartamento en una urbanización del este de Caracas y durante años disfrutó de una vida de estabilidad económica en la que tenía acceso a bienes y servicios básicos, pero también a salud de calidad, esparcimiento y vacaciones, todo esto sin que cada gasto representara un golpe a su presupuesto. Era parte de la clase media del país que floreció en los años 80.

Con la crisis económica esa tranquilidad de la que gozaban las familias de clase media se vio interrumpida y los ingresos de muchas de las personas que pertenecían a ese estrato social quedaron reducidos a un sueldo que apenas permite cubrir las necesidades más elementales.

Para Martínez, hace más de 20 años existía una clase media en la que profesionales, y hasta trabajadores sin carrera universitaria, pero con experiencia en algún área, podían satisfacer muchas de sus necesidades principales, como comprar una vivienda, equiparla, adquirir un carro, ofrecerles a sus hijos educación privada y calidad de vida, todo con un sueldo. Muchas de las aspiraciones de este grupo de personas era vivir en urbanizaciones de las grandes capitales venezolanas destinadas a este estrato, con más seguridad, comodidades y una mejor ubicación; los barrios o zonas populares dejaban de ser una opción.

Justo en una zona popular de Caracas, en los Magallanes de Catia, vive Matilde Cardoza, una mujer de 61 años que hizo de este sector su centro de operaciones, y con un negocio de comida que inició hace 20 años y que ahora es muy conocido, puede percibir ingresos que la ayudan a cubrir y pagar los bienes y servicios. Reconoce que los ingresos de su local han mermado en los últimos años, pero se siente tranquila porque puede, al menos, generar recursos para cubrir sus necesidades.


Catia es Catia, yo no me quiero ir de aquí

Matilde Cardozo, comerciante de 61 años

“Gracias a Dios he arreglado mi local, he podido enterrar a mis hermanos que han fallecido, comprar huecos en el cementerio, afrontar las enfermedades, logré graduar a mis hijas en la universidad, comprar un carrito. Mantengo mi casa porque mi esposo es mayor. De verdad, no me quejo”, contó Matilde, quien siente orgullo por lo que ha logrado.

Salir de Catia no es una opción para ella y, por el momento, para sus hijas tampoco. En esta zona tiene su local propio y ventajas para su negocio. “Catia es Catia”, dijo entre risas. Matilde puede ser parte del 14,38 % de la población que conforma la nueva clase media del país, a la que Datanálisis, en su más reciente estudio, llama “clase media emergente”.

Matilde no tiene a un contador que le analice los ingresos, pero asegura que su negocio genera unos 500 dólares semanales, sin calcular los gastos de inversión. 

Definir a la clase media

Los economistas Luis Vicente León y Omar Zambrano, presidente de Datanálisis y director de Anova, respectivamente, coinciden en que no es fácil definir a la clase media, pues implica analizar muchas características más allá del nivel de ingresos.

Zambrano considera que si bien este concepto tiene que ver con el tipo de trabajo de los miembros de la familia, educación, gustos, cultura, hábitos de consumo e incluso antecedentes familiares y ubicación de la vivienda, existe una definición que tiene que ver con el ingreso, utilizada por el Banco Mundial desde mediados de la década pasada.

“Son los que tienen una franja de ingresos que permiten cierto grado de estabilidad y resistencia hacia las crisis económicas. Una porción de la población con un ingreso suficiente para alejarse de la pobreza y que sin ser rico tiene cierta estabilidad en su economía”, señaló a El Pitazo el economista de Anova.


Hay una clase media tradicional bastante deteriorada en términos de ingresos que sigue arañando la cobertura de necesidades

Luis Vicente León, economista y presidente de Datanálisis

Internacionalmente se estableció que esta clase social recibe ingresos de entre 10 y 50 dólares al día por persona, lo que quiere decir que una familia de 4 integrantes requiere de un ingreso a partir de 1.200 dólares al mes, estándar que, según Zambrano, se adapta a la realidad venezolana.

El último estudio de Anova, de 2020, reveló que el tamaño de la clase media en Venezuela se había reducido 90 %, pues 9 de cada 10 familias que pertenecían a este estrato social ya no lo eran. “La clase media prácticamente había desaparecido”, lamentó.

Los síntomas de mejora económica en el país permitieron la recuperación de algunos salarios en dólares; sin embargo, Zambrano considera poco probable que un gran porcentaje de esa clase media se haya rescatado, debido a que muchos se fueron y solo algunos de los que quedaron se han podido insertar en esa parte reactivada de la economía, otros no.


En 2020 la clase media prácticamente había desaparecido


Omar Zambrano, economista y director de Anova

La socióloga María Gabriela Ponce, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), coincide en que la configuración de la clase media ha cambiado si se analiza según el nivel de ingreso, pero señala que desde el punto de vista sociológico la definición de este estrato depende de la forma en la que un investigador se aproxime a la estratificación.

“El Proyecto Pobreza (estudio de la UCAB) realizó mediciones más complejas desde 1997 hasta 2021, que incluían otras variables como nivel de escolaridad, tipo de vivienda, algunos bienes como carro, tipo de tenencia de la vivienda, entre otros. Es una medición un poco más compleja que genera varias cosas, porque el ingreso es una variable muy volátil y no tiene la capacidad de definir la condición en general. En función de este dato puedes definir una clase media que ante alguna situación rápidamente deja de serlo”, señaló en conversación telefónica con El Pitazo.

De acuerdo con datos del Proyecto Pobreza de la UCAB, la clase C, correspondiente a estrato medio, estaba comprendido en 1997 por 31 % de la población; en 2007, en medio del boom petrolero subió a 36 % y descendió drásticamente en los últimos años hasta ubicarse en 14 % en 2021. Producto de la crisis, los sectores profesionales son los que más han perdido por la disminución del ingreso, indicó.

“Incluso antes de la crisis ya se veían algunos sectores que venían perdiendo más, relacionados con el desprecio al mérito que caracterizaba al chavismo. Los niveles de escolaridad se fueron aplanando en todas las estructuras de la Administración Pública, una de las principales empleadoras, y cada vez había menos diferencias entre los profesionales y otros trabajadores, como obreros y empleados”, explicó.

Una nueva clase media: los emergentes

Tomando como punto de análisis la cobertura de las necesidades básicas, como alimentación, salud, transporte, recreación, vivienda, educación, cuidado personal y limpieza del hogar, Datanálisis considera que el estrato medio es aquel que tiene capacidad de cubrir completamente estos gastos con el ingreso familiar. “Los ingresos pueden ser producto del trabajo, de ahorro, de transferencias familiares, estatales, de amigos, todo suma”, detalló Luis Vicente León, en conversación telefónica con El Pitazo.

En el pasado, la ubicación de la vivienda, los ingresos y el nivel de educación del jefe de familia eran suficientes elementos para determinar el estrato social de un hogar. “Toda la clase media vivía en lugares particulares perfectamente predefinidos. El presupuesto de ingreso en bolívares permitía vivir y la mayoría de los jefes de familia profesionales conformaban este estrato”, dijo. 

Ahora se evalúan otros aspectos. Una de las principales características es que la familia tenga acceso a divisas. Sin embargo, León señaló que no existe una sola clase media en el país, sino que está dividida.


Hoy en Venezuela la clase media está dividida. No hay una sola clase media

Luis Vicente León, economista y presidente de Datanálisis

“Hay una clase media clásica o tradicional que aunque está bastante deteriorada en términos de sus ingresos y de su capacidad de compra sigue arañando la cobertura de necesidades, pero con otras dificultades, más empobrecidos que en el pasado. Para algunos analistas puede ser una clase media baja y para otros ni siquiera se puede considerar clase media”, apuntó León.

En paralelo, existe la clase media a la que Datanálisis llama emergente, conformada por un grupo de la población, no necesariamente profesional, cuya actividad genera ingresos más altos que los de un profesional en Venezuela.

Técnicos, electricistas, expertos en computación o redes sociales, minadoras de criptomonedas, importadores, emprendedores, personas que han creado negocios para afrontar a la crisis o que reciben remesas son algunos de los oficios que pueden constituir esta clase media.

Tener un carro tampoco es un indicador de clase media actual, debido a la aparición de nuevas formas de transporte y servicios de movilidad o de preferencias por vehículos como las bicicletas, dijo. También indicó que su estudio no mide la legalidad del ingreso, sino la existencia del dinero, pero probablemente este estrato incluya a un grupo de los llamados enchufados y corruptos, si bien no son la totalidad.

Rememorando el pasado

Yoslin Martínez ha sido protagonista de la caída de esa clase media tradicional. Fue testigo de la migración de sus hijas y lamenta que los jóvenes no tengan las mismas oportunidades que él tuvo en su juventud.

“Si mi memoria no me falla, con un sueldo de 8.000 – 10.000 bolívares mensuales en 1983 yo compré apartamento, pagaba la mensualidad, me compré un carro de agencia y disfrutaba. Salía a comer, viajaba”, comenta con nostalgia al recordar las posibilidades que tenían los jóvenes en el país. 

Para ese año había en el país 2 tipos de cambio, uno de 4,30 bolívares por dólar y otro de 6 bolívares. El monto que menciona Martínez representa entre 1.330 y 1.660 dólares, si se toma el tipo de cambio más alto, o entre 1.800 y 2.325 dólares si se calcula con el más bajo.


Una familia de 4 integrantes requiere de un ingreso a partir de 1.200 dólares al mes para ser clase media

Omar Zambrano, economista y director de Anova

Los cambios en su vida han sido notables: pasó de tener dos carros, seguro médico, vacaciones y otras comodidades a hacer un sacrificio para pagar una consulta médica y el tratamiento que corresponda. Hace más de cuatro años que dejó de tener una póliza de seguro. Ahora solo le queda un carro, lo cual agradece, al igual que su vivienda.

“Ya no me considero clase media porque no me doy los gustos que me quisiera dar (…) Yo siempre tuve 2 carros y ahora tengo uno, a duras penas. Y para arreglarlo hay que tener por lo menos 100 o 200 dólares para hacerle cualquier trabajo”, relató.

Este administrador señala que su situación no es la ideal, pues aunque no tiene intenciones de retirarse por ahora, la cobertura de sus necesidades básicas debería ser cubierta por la pensión y no por su trabajo.  “Estoy sobreviviendo porque lo que gano me lo gasto en comida”, insistió.


No sirve de nada mejorar un área si no mejoras las otras, porque la realidad social es una sola y estos elementos interactúan

María Gabriela Ponce, profesora investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB

El señor Martínez considera que para que un joven pueda vivir con las mismas condiciones que él pudo hacerlo requiere de un ingreso de al menos 2.000 dólares al mes. En Venezuela, para comprar una vivienda o vehículo es necesario un salario superior porque no existe la posibilidad de que los bancos otorguen créditos. “Lo difícil es conseguir quien te pague tanta cantidad de plata mensual. El que tuvo la oportunidad aprovechó y lo hizo. Ahorita por más que ganes lo que ganes, la gran mayoría de la gente joven vive en casa de sus padres y les cuesta mucho comprarse su propio techo, menos un carro o viajar”, reflexionó.

Revertir el proceso es complejo, señala la investigadora María Gabriela Ponce, porque incluye muchas variables y algunas son más difíciles de cambiar, como el deterioro en la educación de los niños o de salud pública, ya que situaciones como la desnutrición infantil pueden generar efectos a largo plazo. Desde su perspectiva, la solución tiene que ser vista no solo desde lo económico, que sí tiene un peso importante, pero hay otras áreas que se deben reactivar para que el crecimiento pueda ser sostenible, lo que requiere de políticas públicas dirigidas en ese sentido.

“Hay que ver el tema conjuntamente. Se puede arreglar una parte, pero no es suficiente para cambiar la condición de vida de las personas. La política pública debe ser integral y, además, diferenciada, porque este es un país heterogéneo; si sales un poquito más allá de Caracas es casi un país diferente (…) El problema es que la crisis se ha prolongado por mucho tiempo y superar esos daños también va a llevar un tiempo”, concluyó.

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