Sumergido en medio de ocho quemadores de gas, se ubica Musipán, al oeste del estado Monagas. Es una zona petrolera en la que habitan 383 familias. Sus calles son obra de la industria petrolera, que llenó de bonanza a un pueblo que hasta 1986 vivió de la agricultura, la pesca y la ganadería. Hoy, sus habitantes cuentan las consecuencias de coexistir con un complejo petrolero y lo que hasta ahora los políticos no han podido cumplir

Un eterno zumbido acompaña a 1.100 personas de día y de noche. No es el viento fuerte, es como un avión a punto de despegar. Son los quemadores de gas en Musipán, en el oeste de Monagas, el estado petrolero de Venezuela, donde se queman 1.600 millones de pies cúbicos de gas al día, según estima Gente del Petróleo.

Cerca de esos mechurrios, el calor es agobiante a cualquier hora del día. La sensación térmica se percibe en 40 grados centígrados a las 10:00 a.m., 5 más de lo que indica la aplicación del celular. Así como nunca se termina el zumbido, tampoco el olor a gasolina. Así se vive en Musipán desde hace 37 años, cuando la industria petrolera fijó sus bases en este pueblo olvidado.

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Es una zona rural de Punta de Mata, capital del municipio Ezequiel Zamora. Está ubicada a 45 minutos de Maturín, la capital de Monagas, y a 6 horas de Caracas. Es una sabana verde, con morichales escondidos entre la vegetación y rodeada por 8 quemadores de gas. Hablamos de un pueblo de 450 casas y 383 familias, según registros del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP).

De acuerdo con registros bibliográficos de la Unidad Educativa Santa Bárbara de Petróleos de Venezuela, los primeros habitantes de Musipán llegaron en 1860 huyendo de la Guerra Federal, en el siglo XIX. Su nombre honra al cacique Musipán, quien salvó de la guerra a su tribu y a un grupo de familias españolas.

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Es uno de los pocos caseríos que existen desde antes de la creación de Punta de Mata en 1940. Renán Golindano, cronista del municipio Ezequiel Zamora, lo afirma. Para esa época, la subsistencia estaba en la siembra de conucos.

Se sembraba yuca amarga para la producción del casabe, que es un acompañante de las comidas en el oriente venezolano y cuyo origen se atribuye a los pueblos indígenas. La ganadería y la pesca en el río Amana eran otras formas económicas. Fue en 1986 cuando la actividad petrolera desplazó el trabajo en el campo y a las comunidades indígenas.

Al disminuir el movimiento petrolero, los habitantes de Musipán regresaron a las actividades agrícola y pecuaria para subsistir todos los días | Foto: J. Añez Nava

De la agricultura al petróleo

Leonor Romero tiene 72 años. Llegó a Musipán dos años antes de que la actividad petrolera se adueñara de las tierras del pueblo. Una comadre la invitó a pasar unos días y se quedó enamorada de la tranquilidad de la zona, algo que no encontraba en la Caracas de los años 50.

“Cuando yo me vine, esta calle donde estamos no existía. Existían las calles por donde está la escuelita. Esto era un pueblo pequeño, que casi no tenía luz”, recuerda.

Aquella era una época de vivir sin electricidad, de ir al río para buscar agua. De cocinar en un fogón con leña. De caminar sobre una arcilla roja que atascaba los zapatos cuando salían a comprar alimentos en Punta de Mata.

También era una época de improvisar con remedios naturales para tratar alguna enfermedad, porque no había un dispensario cerca. Era una práctica cercana a la actualidad, porque en el ambulatorio no hay medicinas ni suministros médicos. Por ello, Leonor prepara infusiones de malojillo, citronela, libertadora o lengua de suegra para curar sus males.


Yo levanté mi casa porque trabajaba en las contratas echando pico y pala. El Sisdem pagaba bien

Leonor Romero, habitante de Musipán

“¿Sabes cuál es la lengua de suegra? Es especial para destruir los quistes, es antibiótico y te limpia los pulmones. La cayena es para la caída del cabello, esa es la que uso, porque a mí se me cae el cabello por el estrés”, explica.

La tranquilidad de esos días se interrumpió de golpe cuando en 1986 representantes de la Compañía Consolidada Petrolera les hablaron sobre el descubrimiento de unas reservas que obligaban a la instalación de una empresa que iba a extraer petróleo desde lo más profundo de la tierra.

Entonces, en los alrededores de Musipán, se construyó uno de los principales centros de exploración y explotación petrolera del oriente de Venezuela: el Complejo Muscar, compuesto por las estaciones Carito, Muscar, además de Pigap I y II. Y así, poco a poco, el pueblo quedó en medio de un centro petrolero y gasífero que fácilmente se aprecia desde la carretera nacional que une a Monagas con el centro del país.

–¿Qué recuerdas de aquellos días cuando comenzó la extracción de petróleo?

–El susto, mija.

–¿Por qué?

Porque en Caracas no se escuchaban esos ruidos. Eso es aquí que uno vino a escucharlos.


Musipán debe gran parte de sus estructuras a la Compañía Consolidada Petrolera, a la que también se atribuye la creación de Punta de Mata. Las calles, las aceras, la perforación de un pozo para el agua potable y la electrificación, el ambulatorio, el módulo de barrio adentro, la escuela, el liceo y la capilla son obras de las contratistas que se asentaron en la zona.

“Los contratistas que hicieron este lado del pueblo se quedaban en mi casa y yo me quedaba en casa de una amiga para que ellos durmieran”, recuerda Leonor, quien asegura que la industria trajo bonanza a sus habitantes al brindarles una nueva fuente de empleo. “Yo levanté mi casa porque trabajaba en las contratas echando pico y pala. El Sisdem pagaba bien”, agrega.

Cuando no andaba en esas faenas, Leonor lavaba las bragas de los obreros, que recorrían las calles de Musipán yendo de un lado a otro, comprando cervezas en las bodegas o a Leonor, que también las vendía junto con los cigarros. En su patio acumuló hasta 140 bragas al día por las que recibía 300 bolívares a la semana. “Ahora 100 bolívares no valen nada”, enfatiza.

Las casas en Musipán están cediendo debido a la intensidad de las vibraciones de los quemadores de gas cercanos al pueblo | Foto: J. Añez Nava

La industria y sus riesgos

No todo fue bonanza. El petróleo también trajo riesgos. Mucho después de que el gobierno de Chávez tomó el control de Petróleos de Venezuela, los habitantes de Musipán comenzaron a escuchar sobre accidentes en la industria establecida en El Tejero. Solo hasta junio de este 2023, Gente del Petróleo contabiliza 16 incidentes en instalaciones venezolanas.

Uno de esos ocurrió el 21 de junio, a 18 kilómetros de Musipán: en la Planta de Inyección de Gas a Alta Presión (Pigap II), en El Tejero. Pero dos años antes, hubo otro que la gente aún recuerda, porque su magnitud hizo pensar que era el final del pueblo. Se trató de la explosión de un gasoducto en el Centro Operativo El Tejero, el 20 de marzo de 2021.

El accidente obligó el desalojo momentáneo de El Tejero y Casupal, los pueblos más cercanos a Pigap II. Mientras, las llamas se veían cerca de Musipán, donde incluso la explosión se sintió como un gran temblor. A la fecha, no han ocurrido accidentes de esa magnitud en las plantas más cercanas a Musipán.

Pero, el simple hecho de estar rodeados de mechurrios los hace temer cuando las vibraciones de las ventanas son más fuertes de lo habitual o cuando, en el ambiente, el sonido de las turbinas se intensifica. “Ocurre cuando llueve, porque la presión de los mechurrios es mayor”, indica Alexander Aponte, habitante de Musipán.

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Alexander vive desde hace 20 años en Musipán y denuncia que las casas se están partiendo a raíz de la cercanía de los quemadores de gas. “Toda mi casa está cuarteada, las paredes reventadas. Además, el ruido de los mechurrios no me deja dormir, el calor es insoportable, fuertísimo”, describe.

Así ocurre en la casa de Leonor. Las paredes del baño están rotas. A simple vista se aprecian los pedazos de bloques faltantes. Las grietas en la cocina y en la entrada advierten la posibilidad de que la estructura ceda.

Una industria que contamina y enferma

En Musipán, los habitantes saben que los daños de las petroleras también se evidencian en el ambiente. Alexander está claro en eso. Al mismo tiempo, afirma que vive en una zona de riesgo. “Es una zona que es de riesgo porque hay mucha contaminación de plomo, por el gas que sale de los mechurrios. Por ello, en una oportunidad se dijo que iban a sacar el pueblo de aquí, pero eso nunca se concretó”, recuerda.

Para Renán Golindano, cronista de Punta de Mata, no es descabellado pensar como Alexander. “Es lógico suponer que sí. Las lluvias ácidas son una consecuencia, porque lo que sube regresa. ¿Por qué se quema el gas? Para no verterlo crudo. Pero aún así, deja residuos y cuando caen las lluvias traen algo de eso, y eso hace daño a la vegetación”, explica.

Sobre la lluvia ácida, expertos de Gente del Petróleo explican que es causada por una reacción química, que comienza cuando el aire se mezcla con nitrógeno y azufre.

En este sentido, agregan que los gases procedentes de la quema de combustibles reaccionan con el oxígeno del aire y el vapor de agua, transformándose en ácidos que se depositan sobre la superficie terrestre a través de las precipitaciones. Y aunque no desestiman que sea el caso de Venezuela, admiten que no existe un diagnóstico que corrobore que se haya producido lluvia ácida.


Alexander también habla sobre otra realidad: los derrames petroleros. Afirma que los ríos cercanos al pueblo están contaminados. Recuerda que en agosto de 2020, un número no determinado de hectáreas sembradas con maíz y yuca amarga se dañaron cuando se derramó crudo de una fosa durante 15 días.

“De allí sacaron hasta iguanas muertas”, recuerda. “Nosotros hemos hecho limpiezas en los ríos y en las tierras cuando han ocurrido botes de petróleo”, agrega.


Toda mi casa está cuarteada, las paredes reventadas. Además, el ruido de los mechurrios no me deja dormir, el calor es insoportable, fuertísimo

Alexander Aponte, habitante de Musipán

En 2022, el Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales reveló en un informe que, entre 2016 y 2021, se contabilizaron 199 derrames de petróleo entre los estados Zulia, Falcón, Carabobo, Monagas, Anzoátegui y Sucre.

El exconcejal del municipio Ezequiel Zamora entre el período 2013-2018, Leonardo Padilla, sostiene que el impacto de la industria al oeste de Monagas es incuantificable y que no existe un estudio que lo certifique.

“Es incuantificable por la cantidad de sustancias tóxicas que se arroja al ambiente a través de la quema de gas y petróleo. Sabemos que se quema petróleo, porque, en ocasiones, sale humo negro y no la llama naranja, eso pasa porque los filtros no funcionan bien”, indica.

Según Padilla, tampoco existe un informe que respalde o atribuya la existencia de enfermedades asociadas a la contaminación de la industria petrolera. “Aunque hay una recurrencia de enfermedades respiratorias y de pacientes oncológicos, no tenemos cómo demostrar que sean a causa de la actividad petrolera”, afirma.

Sin embargo, los habitantes de Musipán conocen muy bien los efectos de vivir cerca de la industria. Alexander señala que él y otros vecinos han perdido la capacidad auditiva. Como Leonor, por ejemplo, a quien un médico le explicó en Caracas cuál es la razón por la que escucha menos: “El tímpano se me redujo por la vibración que generan los mechurrios”. Pero también por el ruido, ese que semeja a un avión a punto de despegar.

Al elaborar esta crónica, El Pitazo intentó consultar la opinión de cuatro expertos médicos para conocer cuáles son los efectos en la salud si se vive cerca de una instalación petrolera. Sin embargo, no fue posible que alguno accediera a la entrevista.

Desde 1989, cuando Ezequiel Zamora tuvo a su primer alcalde, los habitantes de Musipán esperan el mejoramiento de las calles y una ruta de transporte público | Foto: J. Añez Nava

De humor y promesas

Los habitantes de Musipán saben que el pueblo es famoso más por el humor que por la riqueza de sus tierras. Benjamín Rausseo, empresario, comediante y candidato independiente a las elecciones presidenciales en Venezuela, nació allí. Con su personaje de “El Conde del Guácharo” ha recorrido Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. En algunos de sus shows se presenta como embajador de Musipán y en otros, él presenta a su banda como la “filarmónica de Musipán”.

Con “El Reino de Musipán”, un parque temático famoso en la isla de Margarita, estado Nueva Esparta, y El Tigre, estado Anzoátegui, Rausseo también inmortalizó el nombre de su pueblo, al que le prometió la construcción de una cancha deportiva para que los niños jugaran y las niñas practicaran danza.

La versión de Rausseo no fue obtenida. El 19 de julio de 2023, su equipo de prensa fue contactado con la finalidad de hablar sobre este tema, pero la entrevista no se concedió porque Rausseo estaba fuera del país. En cambio se ofreció incluir a la reportera en una lista de medios que espera por entrevistarlo.

Las promesas de Rausseo no son las únicas. El último opositor que le hizo una promesa al frente de la alcaldía fue Antonio Astudillo, el cuarto alcalde del municipio Ezequiel Zamora, que gobernó entre 2000 y 2004 como abanderado del partido político Acción Democrática.

Al igual que los otros tres adecos que lo antecedieron, Astudillo prometió asfaltado e iluminación, la creación de una ruta de transporte público que permitiera la movilización hacia Punta de Mata y mejorar los ranchos. Leonor Romero, habitante del pueblo, afirma que es la misma promesa que les hacen en cada campaña electoral.

Por otra parte, la ejecución de dos grandes obras de envergadura propuestas por el Gobierno venezolano, antes y durante la era chavista, significaría el progreso de cada rincón del municipio Ezequiel Zamora: el acueducto Amana- Maturín y la termoeléctrica de Punta de Mata.


Aunque hay una recurrencia de enfermedades respiratorias y de pacientes oncológicos, no tenemos cómo demostrar que sean a causa de la actividad petrolera

Leonardo Padilla, exconcejal de Ezequiel Zamora

El acueducto fue proyectado durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez con inversión del Banco Mundial y prometía acabar con la perforación de pozos para suministrar agua potable desde una planta que estaría en el sector La Orchila. La segunda es la termoeléctrica, una promesa del fallecido presidente Hugo Chávez, que daría independencia eléctrica al municipio.

Sobre el acueducto Amana-Maturín, Leonardo Padilla, exconcejal de Ezequiel Zamora, argumenta que quedó inconcluso porque no se concretó la represa de Mundo Nuevo, cuya construcción dependía del desalojo del pueblo.

“Estaba previsto que el pueblo de Mundo Nuevo desapareciera bajo las aguas. Se indemnizó a la gente, que iba a ser trasladada a otro sitio. Se compraron las bienhechurías. Después se dijo que había una falla geológica que no permitía la construcción de la represa en la zona y yo dudo que el Banco Mundial haya desembolsado tanto dinero para apoyar ese proyecto que no se hizo”, cuestiona.

En el sector La Orchila también se construiría la planta termoeléctrica de Punta de Mata, una de las dos que Chávez prometió para el estado Monagas. La otra fue en El Furrial, inaugurada en octubre de 2013 por Nicolás Maduro y construida por Derwick Associates. Y aunque pareciera que de la termoeléctrica de Punta de Mata no existen registros en la web, Padilla conoce datos de lo que fue el proyecto.

“Una obra emblemática del Gobierno, presupuestada por un monto de 52 millones de dólares. La termoeléctrica resolvería el problema eléctrico en Punta de Mata, pero nunca terminó de funcionar, se deterioró. Ahí se hizo una cerca perimetral y se instalaron unos equipos obsoletos. Tenemos entendido que una empresa cubana estuvo a cargo del proyecto”, detalla.

Musipán es un pueblo que se desarrolló junto con la actividad petrolera, esa que poco a poco va dejando sordos a sus habitantes y que, al mismo tiempo, amenaza con derribar las casas, debido a la intensidad de la vibración de los quemadores de gas. También es un pueblo de gente que aspira a que se repita la bonanza económica que trajo el petróleo, ese que se quema con el gas y amenaza con destruir sus cosechas cuando se derrama de las fosas.

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