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miércoles, 1 mayo, 2024

Y es que yo quiero tanto a mi Caracas (desde Nueva York)

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No fueron los caraqueños caminando la Gran Manzana los que me hicieron recordar Caracas. Fue Nueva York y la historia de cómo se convirtió en una “ciudad maravillosa” lo que me hizo viajar a mi tierra y reconocer la necesidad de buscar palabras, canciones o imágenes que denoten en un segundo mi capital. No puedo evitar preguntarme ¿Quién llegará a reinterpretar el Ávila, el Metro o los pilotes de El Silencio?

Por: Leonor Suárez

“¿Nos da tiempo de ir a Cartier?”, preguntó un chico espigado con claro acento venezolano. La interrogante iba aderezada con esas inflexiones melódicas que delatan los brillos de la cuna en cualquier país. El chico y su amiga cruzaban Madison Avenue hacia la Quinta Avenida de Nueva York. Sonreí disimuladamente. Más por la pregunta que por encontrar a un venezolano en Manhattan. 

Ahora estamos en todos lados y no solamente con intenciones de ir a Cartier o al Poster House, un museo donde encontré a otra otra pareja que escuché también con disimulo unos minutos más tarde cerca de la Avenida de las Américas, mientras conversaban sobre dónde comerse una buena arepa. 

Estoy en NYC mientras escribo estas líneas para dirigir un especial sobre el concierto de Shakira en Times Square. Tengo unas horas de más y decido caminar la ciudad que me habla venezolano con más frecuencia de la esperada, pero sin ninguna sorpresa. 

Aprovecho a entrar al pequeño y bien montado museo del póster. Admiro profundamente el empeño de este país por preservar documentos y artefactos de manera obsesiva y meticulosa para luego presentarlos en museos con premisas que parecen imposibles, pero que brillan –en ocasiones sin pretensiones– y te ofrecen una bofetada rotunda de humildad.

La primera exposición es una antología sobre la imagen y la ciudad de Nueva York, o cómo diseñadores gráficos, poetas, residentes e incluso el marketing de industrias millonarias ayudaron a construir la idea de esta gran ciudad. Los autores como Ezra Pound, Walt Whitman o Truman Capote; y diseñadores como David Klein o Milton Glaser pusieron palabras inolvidables e imágenes eternas al mito de una ciudad “maravillosa”. 

No fueron los caraqueños caminando la Gran Manzana los que me hicieron recordar Caracas. Fue Nueva York y la historia de cómo se convirtió en una “ciudad maravillosa” lo que me hizo viajar a mi tierra y reconocer la necesidad de buscar palabras, canciones o imágenes que denoten en un segundo mi capital.

Hay intentos. Buenos intentos desde la música. Hace unos días, la cantautora venezolana Elena Rose lanzó el remix de su carta de amor: Caracas en el 2000. El nuevo tema vuelve a dar en el blanco al armar el retrato de una Caracas real, moderna, desigual; y contribuye al sueño de una gran ciudad, al menos de nuestra gran ciudad, sin caer en la nostalgia melosa o el idealismo absurdo.

Es probable que culturalmente no haya en este momento algo más caraqueño que los hermanos Primera y es justo su contribución la que aterriza el tema, tanto como la estación El Valle del Metro. Rawayana hace lo propio y lleva la canción a un sifri-trip de Valle Arriba a Galipán. 

Allí está la música para salvarnos, para crear imágenes donde no las hay. Como lo estuvo La Billo´s con su Canto a Caracas en los años sesenta. Otra Caracas. La de las big bands y clubes de talla mundial. 

No puedo evitar preguntarme, además de la música, dónde están las palabras eternas de Caracas. Dónde están las composiciones gráficas que hagan de ella un símbolo, una idea mental precisa. ¿Quién llegará a reinterpretar el Ávila, el Metro o los pilotes de El Silencio? ¿Quién redescubrirá una imagen para llevarnos la ciudad en un bolsillo?

Terminan el día y este texto, que escribo como una búsqueda. Encuentro en YouTube una versión del Canto a Caracas y me aferro a ella desde el bar de un hotel hip de Manhattan. Subo el volúmen de mis audífonos para arropar con el manto sonoro del vals de esa orquesta –sabrosamente caraqueña– los sonidos punzantes de la tecnología y la rapidez de una ciudad maravillosa que no es la mía. Me aferro a la voz de Cheo García y unas sedosas trompetas como nunca antes: 

“Y es que yo quiero tanto a mi Caracas, 

que solo pido a Dios cuando yo muera, 

en vez de una oración sobre mi tumba, 

el último compás de Alma Llanera”.

LEONOR CAROLINA SUÁREZ / X: @LeonorSuarez / Instagram: leocarosuarez

Estratega de contenidos, escritora y guionista radicada en EE UU. Licenciada Cum Laude en Derecho de la UCAB y máster en Comunicaciones de University of Florida. Cuenta con más de diez años de experiencia en periodismo digital y producción audiovisual. Fun fact: participó en Miss Venezuela 2004.

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