Violencia armada: más allá de las víctimas

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Por: Paulino Betancourt

Un episodio reciente, de una serie interminable de masacres, ocurrió contra una iglesia católica en Nigeria, durante la festividad de Pentecostés, que dejó al menos 50 personas muertas, incluidos niños. Dos semanas antes, el horror había alcanzado nuevamente a los EE. UU., donde al menos 19 estudiantes y dos profesoras perdieron la vida en un tiroteo ocurrido en una escuela primaria de Uvalde, Texas.

En su discurso sobre la masacre, Joe Biden habló de una joven estudiante que estaba manchada con la sangre de un compañero de clases. “Imagínese cómo será para ella caminar nuevamente por el pasillo de la escuela”, dijo. “Imaginen lo que representa para los niños que experimentan este tipo de trauma en la escuela, en las calles, en sus comunidades”.

El impacto negativo de la violencia con armas de fuego en los niños es tan fuerte que algunos expertos han abogado por clasificarlo formalmente como “experiencia adversa en la infancia”, distinción que denotaría sus negativos y comprobados efectos sobre la salud. Entre el 11 % y el 62 % de los niños que presencian un tiroteo tienen estrés postraumático, según un artículo de revisión de la literatura académica (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8321509/). El rango es amplio porque los estudios usaron distintas evaluaciones para los síntomas y analizaron a sus participantes durante diferentes períodos de tiempo. En este sentido, una encuesta mostró que los niños presentaron síntomas postraumáticos al presenciar actos de violencia con armas en sus vecindarios (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31833114/).

Aunque cada deceso causa dolor al círculo de seres queridos, las muertes por disparos parecen tener un impacto particularmente terrible en la salud mental de las familias y comunidades donde ocurren. Una investigación sobre el duelo después de muertes violentas (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3384450/), sugiere que perder a un ser querido a causa de la violencia armada hace que el duelo sea especialmente difícil.

Una y otra vez, nos damos cuenta de que el alcance de estas masacres es mucho más amplio de lo que creemos, porque solo pensamos en los niños que fallecen. Pero la realidad es que hay cientos de miles, incluso millones de niños que se ven directamente perjudicados por los efectos de la violencia armada. Y sus vidas cambian a causa de ello.

La violencia armada es una pesadilla para la salud pública,  porque inflige daños duraderos en la salud física y mental. Además, el dolor se extiende por todas partes de manera sorprendente en círculos concéntricos.

El círculo más interno se relaciona con las víctimas de la violencia por armas de fuego. Entre 2015 y 2019, cerca de 1.300 venezolanos sobrevivieron (cada año) a heridas de bala. Cada uno de ellos debió hacer frente a las limitaciones resultantes de sus lesiones. Adicionalmente,  estos sobrevivientes enfrentaron un mayor riesgo de dolor crónico, trastornos psiquiátricos y abuso de sustancias, y sus familias también tuvieron que enfrentar desafíos en cuanto a su salud mental.

En el siguiente círculo están los seres queridos de la víctima, al ocurrir estos hechos violentos el duelo y sus consecuencias se propagan, a veces con efectos lamentables sobre la salud y el bienestar de sus familiares. Se ha señalado que alrededor del 7% de las personas en duelo experimentan problemas emocionales. Ese número es mucho más alto, estimado en 78%, entre las personas que lloran a sus seres queridos perdidos por muertes violentas a causa de las armas.

El duelo también puede afectar la salud física. En las semanas y meses posteriores a la pérdida de un ser querido, es más probable que las personas sufran un deterioro de la salud, en gran parte debido a causas cardiovasculares. El duelo literalmente desgasta el corazón. Así lo reseñó la prensa cuando el esposo de una maestra asesinada en el tiroteo de la escuela primaria de Texas, muriera dos días después de un ataque al corazón. Si una persona experimenta niveles muy altos de depresión o duelo postraumático, es mucho más probable que desarrolle Alzheimer en la vejez, por ejemplo, y que fallezca a una edad más temprana de lo que se esperaría.

Los efectos de la violencia armada se extienden mucho más allá de aquellos que perdieron a sus seres queridos y, a menudo, afectan a comunidades enteras. Estar expuesto a la violencia armada, como en las barriadas populares de Caracas, conduce a una variedad de problemas de salud mental, incluidas las dificultades con la función social, ansiedad y depresión. Este es un tema que atañe a todo el mundo y debe ser abordado urgentemente por los gobiernos como un asunto de salud pública.


PAULINO BETANCOURT | @p_betanco

Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat

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