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viernes, 3 mayo, 2024

“Y yo me iré tranquilo al Zulia”, la última proclama de Manuel Rosales

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Me iré tranquilo al Zulia”, la frase pronunciada por el gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, tenía la musicalidad particular —difícil saber si tenía la intención— de la famosísima proclama del Libertador del año 1830. Aquel llamado final, y este del 19 de abril, vinieron a recordarnos el verdadero carácter venezolano. Y debe irse tranquilo al Zulia: la unanimidad, quizás más que la unidad, prevaleció la noche del 19 de abril en torno a una sola opción: Edmundo González

Por: Leonor Suárez

La frase, pronunciada por el gobernador del Zulia días antes de la esperada reunión de la Plataforma Unitaria para definir el candidato presidencial, resonó con extraña familiaridad. Pronto lo supe: Simón Bolívar. “Me iré tranquilo al Zulia” tenía la musicalidad particular, difícil saber si tenía la intención, de la famosísima proclama del Libertador del año 1830. Aquel llamado final, y este del 19 de abril, vinieron a recordarnos el verdadero carácter venezolano.

“¡Colombianos!, mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”, escribió Bolívar en su lecho de muerte el 10 de diciembre de 1830.

Las reflexiones llegaban en los días finales del héroe de la patria y también de su sueño de integración: la Gran Colombia. El movimiento que se había iniciado en Caracas un 19 de abril culminaba dos décadas más tarde con la derrota política del Libertador y una república íntegramente venezolana. 

La última proclama de Bolívar se ha manipulado hasta el hartazgo para denigrar de la política de partidos, aunque por aquellos años no eran partidos a los que se refería el Libertador, sino opiniones distintas o facciones en contra de sus ideas sobre las maneras de gobernar y sus intenciones de mantener figuras contrarias a la igualdad —como el Senado vitalicio— en el gobierno de la Gran Colombia. No pudo.

El sueño de la unidad continental se había desvanecido mientras los esfuerzos criollos se llenaban de vigor. Las palabras del Libertador quedaron desde entonces flotando en el aire buscando nuevos destinatarios hasta nuestros días. Prestas para ser tomadas (y vaya que lo han sido) por quien mejor convenga en la hora límite. 

Un moribundo Libertador, sin posesiones, sin fuerzas y sin mando, redactó aquella proclama en Santa Marta. Contrario a Manuel Rosales —cuyo sepulcro político parece llamarse “el Zulia”, uno de los estados más importantes del país—, quien hasta el viernes a última hora poseía mucho políticamente hablando: la única llave para abrir la caja fuerte electoral de cara a las presidenciales de este año. 

Desde aquella promesa de “avalancha” de votos para las elecciones de 2006, nunca había estado tan presente el nombre de Manuel Rosales en la política venezolana. Parece que nunca había dependido de él tanto como en los últimos días la viabilidad —al menos en papeleta— de una alternativa, y al mismo tiempo lo que podría haber sido la herida mortal a eso que hemos conocido en los últimos años como la Unidad, un camino legítimo y concertado contra el actual Gobierno. 

No se trataba entonces solo de la oportunidad de llegar al poder —el mismo Nicolás Maduro estaba más que dispuesto a medirse con el gobernador zuliano, y por algo sería— sino del concepto mismo de oposición, uno que con cada elección ha sufrido o autoinfligido profundas fracturas. En semejante contexto llegó el guiño a Bolívar.¿Quizás como un último intento de un líder que se negaba a morir?

 A pesar de que las declaraciones de Rosales parecían más un beso de muerte que las reflexiones de un moribundo, deberá irse tranquilo al Zulia. La unanimidad, quizás más que la unidad, prevaleció la noche del 19 de abril en torno a una sola opción: Edmundo González.

En 1830, el Libertador venía de fallar en la Constitución de la Gran Colombia al implantar ideas que no calzaban con las aspiraciones de una Venezuela que acababa de zafarse de la monarquía. Siglos después de aquellas palabras de un líder aislado y derrotado, la Unidad en Caracas se hizo de nuevo posible

Quizás la rebeldía criolla esté tan fresca como cuando una Capitanía General se plantó frente a una monarquía y soñó con ser república, suficientemente valiente para ser libre incluso de su Libertador.  

LEONOR CAROLINA SUÁREZ / X: @LeonorSuarez / Instagram: leocarosuarez

Estratega de contenidos, escritora y guionista radicada en EE UU. Licenciada Cum Laude en Derecho de la UCAB y máster en Comunicaciones de University of Florida. Cuenta con más de diez años de experiencia en periodismo digital y producción audiovisual. Fun fact: participó en Miss Venezuela 2004.

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