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viernes, 3 mayo, 2024

Venezuela, el país al norte del sur

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Por José Alberto León

La situación de Venezuela se ha tornado el principal asunto de discusión en la mayoría de los análisis y discusiones a nivel internacional; desde el reportaje en el diario matutino, hasta la tertulia más casual en el transporte y en las oficinas de trabajo.

Hoy en día, todos, prácticamente sin excepción, han asumido una postura con respecto a la coyuntura que atravesamos nosotros, los venezolanos, en la actualidad. El grado de devastación y estragos que ha tenido el régimen dictatorial, ha sido tan contundente y ostensible que, resulta en un fuerte envite sin dejar indiferentes en todo lugar.

No obstante, suele ignorarse u omitirse el cómo habiendo sido un país a la vanguardia del desarrollo y el crecimiento, llegamos a esta hecatombe sin precedentes. Y, debo precisar: no me refiero al intervalo de ejercicio chavista que, desde luego, ha desempeñado un rol protagónico en la consecución de este paisaje de desolación, visible, para todos, en los rostros de muchos viandantes que van emigrando de aquel país al norte del sur. Es, más bien, una clara alusión a los predecesores de esta época aciaga que, ha tenido su apogeo y, ahora, nutre su decadencia.

Venezuela estatizó toda su industria petrolera el 1 de enero de 1976, cuando la administración del Presidente Carlos Andrés Pérez fundó la compañía estatal Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA). Un hito que, con el alza de los precios del petróleo, permitió que el Estado Venezolano produjera una riqueza exuberante de la noche a la mañana. Lo que le otorgó a la economía venezolana, la capacidad de sustentar y sostener una enorme estructura de asistencialismo, sin demandar cargas tributarias a la industria privada o, directamente, al peculio de los contribuyentes en su conjunto.

El Estado Venezolano, habituado a gastar incluso por encima de sus ganancias para poder acometer medidas populares, se halló endeudado y, envuelto en una oscilación en los precios del petróleo, quedó con una economía anquilosada cuando estos tendían a la baja.

A pesar que la región comenzaba a mejorar institucionalmente, Venezuela se degeneraba, naufragando en una ola de tensiones y zozobra que acaeció un intento de golpe de Estado, el 4 de febrero de 1992, ejecutado por el comandante del Batallón de Paracaidistas de Maracay, Hugo Chávez Frías.

Fracasado el golpe, una nueva crisis política devino en el procesamiento del Presidente Carlos Andrés Pérez, quien intentó reformar nuevamente el Estado Venezolano, en un segundo intento. Esta vez, promoviendo paradójicamente la desestatización de las industrias públicas, intentando dar un «gran viraje», iniciativa que la historia apreciaría como el último propósito coherente y sensato de corregir el destino de Venezuela.

La crisis política devino en la elección de un outsider, de alguien con rostro, discursos e ideas «nuevas»: Hugo Chávez Frías. El resto, amigos, es historia.

José Alberto León, abogado
[email protected]
Twitter: @josealleon

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