¡Los piratas del Caribe están aquí, y hay como arroz!

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Comunicación en gotas


Por: María Eugenia Fuenmayor

El galés Henry Morgan, nacido en 1635, penetró en el lago de Maracaibo para saquear la ciudad que, dos años antes, ya había sido devastada por otro famoso pirata francés conocido como «El Olonés».  En 1718, muere en noviembre Edward Teach, por todos conocido como «Barbanegra», muchas de cuyas andanzas también ocurrieron en este mar mediterráneo tropical de América, ya en las postrimerías de estas empresas marineras. Pero, ¿realmente la piratería murió en el Caribe con Barbanegra?

En Venezuela son incontables los casos de usurpación de marca, desde los albores mismos del  socialismo del siglo XXI, que demuestra su verdadero talante hacia el sector privado. Hoy en día hay una lluvia de demandas por incumplimiento de obligaciones por parte del Estado frente a inversionistas extranjeros, equivalente a la inexistencia de compromiso frente al desarrollo, a la evolución, a la imagen de Venezuela ante el mundo civilizado y libre. Este proceder, durante el último par de décadas, es en suma, la expresión más depurada de lo poco que cuentan aquí las leyes internacionales y locales que regulan estos temas.

Además de casos resonantes, como el de  Crytallex  y de Conoco, generadores de  profunda vergüenza frente al mundo (aparte del daño económico que estos asuntos significaron para nuestro vapuleado país) hay un variopinto rosario de incumplimientos:

El caso de Kellogg´s, en Aragua ha sido uno de los más dicientes entre muchos otros que exponen la lenidad y el irrespeto de cara a los compromisos firmados con inversionistas que, como en el caso de la empresa de las hojuelas de maíz, con más de 50 años de presencia en la industria venezolana de los alimentos, han sido presa de esta modalidad moderna de piratería; verbigracia, General Motors,  Kimberly-Clark…

Cómo olvidar la imagen tragicómica de aquél «WALMART» de Puerto Cabello, que abusaba del nombre, logo y colores de la famosa cadena estadounidense con el argumento baladí de que «esa tienda no tenía ninguna relación con la original».

Sé que muchos otros ejemplos de estas violaciones del uso de las marcas que nos azotan no cabrán en este limitado espacio, pero me reservo algunas líneas para no dejar de mencionar el caso de CVS, la muy conocida cadena de farmacias, también estadounidense, que incurre igualmente en el plagio de nombre e identidad gráfica de la original, con corazoncito y todo.

Más recientemente, el sumun del descaro lo representa «DIABLICHOS», que con la mayor desfachatez, utiliza el mismo logo, misma tipografía, mismos colores y hasta el mismo envase de la marca tradicional por todos conocida. Copian descaradamente un producto que ha sido parte de nuestra mesa y sobre todo, de nuestra arepa, desde 1896.

La misma autoridad que permite la comercialización de Corn Flakes, al usurpar la marca de Kellog’s, permite también esta falsificación de DIABLITOS UNDERWOOD. Estos dos casos son particularmente inquietantes dado que quien piratea con nombre y símbolos ¿no es capaz de hacerlo también con la calidad rigurosa que debe prevalecer en la fabricación de productos alimenticios?

Cuando alguien les diga que Venezuela se arregló, pregúntenle qué inversionistas serios, de primer mundo, con nuevas tecnologías, con potencial de generación de capacidades y competitividad en nuestro país serían capaces de venir a formar parte del casting de esta especie de película de Disney protagonizada por Johnny Depp en que nos hemos convertido.

Muchas de las empresas trasnacionales que salieron despavoridas de nuestro país encontraron en Colombia un mercado en crecimiento y reglas claras para invertir. Por esto, aprovecho para pedir a mis queridos hermanos colombianos que asuman la segunda vuelta electoral con los mejores criterios, sin pasión y con cabeza fría.

Lo relatado en los párrafos anteriores es fiel reflejo de que la piratería sigue presente y activa en el Caribe y podría fácilmente extenderse hasta el país vecino, ahora con la figura de la patente de corso, y bajo la égida de un señor que jura y promete la ley y el orden, pero que en un pasado no muy lejano fue y actuó como pirata cruel y armado en montes y ciudades.  ¡MOSCA, COLOMBIA!

MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal

Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.

El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.


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