La tristeza de la izquierda

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Para triunfar y desarrollar los países no queda otro remedio que seguir o volver ―depende de cada situación― al capitalismo. Es imposible responder a la necesidad de cambios vía el socialismo real o del siglo XXI. Hay sociedades depauperadas y arrasadas por la corrupción más terrible que se pueda imaginar. Pareciera que ante la imposibilidad de implementar lo dicho en teoría, roban; disfrutan de dinero mal habido.

Por: Gloria Cuenca

En estos tiempos de alegría y felicidad, especialmente para el mundo cristiano, se observa con facilidad la derrota planetaria del marxismo-leninismo y de los otros ismos: castrismo, chavismo, madurismo.

Esto frente a corrientes de pensamiento que surcan el abigarrado universo de la filosofía y las ideologías. Ocurre a pesar del Foro de Sao Pablo, su propaganda y ceguera ideológica.   En medio de una serie de triunfos electorales, particularmente, en Latinoamérica. ¡Por favor! No se dejen engañar por la algarabía y la propaganda. La crisis tiene más de 30 años. ¿Qué hacer? Lo adecuado sería eliminar esa categorización de “izquierdas y derechas”, que tanto gusta, justamente a los zurdos.

¿Desaparecerán? Sufren. Están a la deriva. Consiguieron el poder, ¿para qué?  todo lo que tocan, lo destruyen.  Pensadores, líderes con  ideas de izquierda, ante reiterados fracasos, no encuentran qué decir. Repiten consignas. Fastidian, no convencen. Esto ocurre de forma patética ante el triunfo de gente como Boric, Petro, Castillo, Fernández y Lula, en Latinoamérica. A Maduro mejor no nombrarlo.  

Se enfrentan, quienes conducen países con dirigentes de izquierda, a una importante contradicción:  ser capaces de logros y desarrollo mediante el socialismo del siglo XXI.

Para triunfar y desarrollar los países no queda otro remedio que seguir o volver ―depende de cada situación― al capitalismo. Es imposible responder a la necesidad de cambios vía el socialismo real o del siglo XXI. Hay sociedades depauperadas y arrasadas por la corrupción más terrible que se pueda imaginar. Pareciera que ante la imposibilidad de implementar lo dicho en teoría, roban; disfrutan de dinero mal habido. Sin vergüenza y sin importarles contribuir y aumentar lo que tanto han criticado: el empobrecimiento del pueblo.  

Un pensamiento adocenado, no cumplió con las leyes de la dialéctica. Se fosilizó sin dar chance a ningún tipo de modificación, mucho menos de innovación.

Hubo y hay entre ellos una parálisis paradigmática; impidió desarrollar planteamientos diferentes y posibles para el futuro. Un amigo comunista, de los de antes: decente,  me preguntó sorprendido: “¿No te quedan vestigios de haber sido comunista?  Respondí: “Descubrí la verdad: todo son mentiras. No puedo fingir creer en lo que considero falso. Sí queda algo, lo expulsaré. Gracias a Dios recuperé la Fe en Dios y asumí mis errores. La democracia es tan buena, que he podido continuar mi vida. No sé cómo agradecerlo, sino poniendo al descubierto las mentiras y la burda propaganda de los comunistas”. 

Sin embargo, sectores de izquierdas (como dicen en España) se dan cuenta del desastre y están tristes. Les dijeron un montón de falsedades. Les queda todavía la posibilidad de la social democracia. Algunos la confunden con el comunismo. Es la esperanza de la izquierda democrática.  Subsiste, a pesar de quienes no lo creen posible.

En redes sociales, observamos personas que no entienden nada.  La educación ―en el Socialismo del Siglo XXI―, es un total disparate. Los medios de difusión del estado sirven para reforzar una serie de ideas mal elaboradas, confunden, no aclaran. Las mentiras por doquier, terminan por enredar más las ideas.

En mí juventud tuvimos maravillosos profesores. Resultaron determinantes para seducirnos con esas ideas: escuchar una clase o conferencia de Pedro Duno, de José Rafael Núñez Tenorio, de Teodoro Petkoff o de Alfredo Maneiro, era una maravilla.  

Hoy, encima de mentiras ―lo eran y lo siguen siendo― tienen que escuchar a estos tipos. De milagro saben hablar y no conocen nada. Sus debates son, básicamente, insultos, improperios, clichés y demás formas vergonzantes.

En ninguno de los discursos o clases de los mencionados profesores escuché decir groserías o vulgaridades. Ahora se trata, dicen, de identificarse con el pueblo. ¡Lamentable! Frustrados, en la práctica: perdieron el norte.

En un debate serio, con gente preparada no pueden hablar. Están derrotados. ¿Cómo es posible que siguan en el poder? Contradictorio ¿verdad?

¡Frente al mundo, la región, ante el país, frente a las organizaciones internacionales son pobres con billete. Piensen en los revolucionarios del gobierno. Felices al pensar que lograron el regreso de las trasnacionales del petróleo: ¿Del imperio?  ¿Eso importó?

Acorralados por las sanciones de Estados Unidos sueñan que se las quiten para ir otra vez a Disney y ver a Mickey. Quieren  Rescatar el dinero en dólares, ¿por qué no rublos o yuanes? ¿Sus inversiones? Pues, son en dólares.

Odian a la burguesía y los ricos, y sin embargo, cómo les gusta el dinero, especialmente, los verdes billetes de dólares. Dicen que ser rico es malo, pero corrupto, no.

Lamentable, nuestro país está en el desastre. Ni hablar de la confusión de ciertos líderes de oposición. ¡Dios nos agarre confesados!

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela

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