El maravilloso empuje que el G3 le regaló a Guaidó

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Al Interino le llegó como del cielo la jugada de Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Y este es el gran drama. Asistimos al fallecimiento de aquella Unidad, amplia e incluyente, que desde hace 20 años se buscó construir para derrotar la brutal y ruin (queramos o no) imbatibilidad chavista.

Por: Jesús Hermoso Fernández

La destrucción del Gobierno interino presidido por Juan Guaidó ha sido la operación política más estúpida que puede registrarse en una revisión superficial del accionar opositor. En días recientes, previo a la “hazaña” del G3, escribí para El Pitazo un artículo titulado Presidenciales, primarias y cambio político.

Señalé ahí que las primarias “queramos o no, (…) implicará un proceso de diferenciación y fractura (no absoluta) entre facciones ya fracturadas de la oposición. Nada conduce a pensar que se fortalecerá la Unidad. Por el contrario, luce una batalla terrible en el horizonte”.

Debo reconocer que me equivoqué. La fractura sí parece absoluta y se adelantó al proceso de primarias. La “terrible batalla” comenzó antes y su primer resultado fue apuntalar justamente a la principal (no fundamental) víctima de la defenestración, al hoy candidato Guaidó.

Parece que se les olvidó al G3 que no hay nada que más les guste a los venezolanos que una víctima a la cual vindicar, quizás porque de naturaleza somos buenos y libertadores.

En 1998, el vertiginoso crecimiento de Chávez se desarrolló, entre otras cosas, por identificarse con las víctimas de la “cuarta” y por presentarse como víctima de la componenda de los poderes establecidos.

Con aquella victimización (por supuesto que mediaron otras cosas), ascendió en las encuestas como espuma, dada la innata solidaridad automática de los venezolanos, buenos en su mayoría, con las víctimas que cualquier componenda.

Pero convertirse ahora en víctima no era fácil, pero el G3 lo viabilizó. Las denuncias de corrupción y/o dilapidación, manejo discrecional de recursos del Estado y de ayudas otorgadas, etc, ahogaban al Gobierno Interino. Pero los escándalos tenían dos cosas: verdad y exageración. Y es en este mar de confusiones y manipulaciones mediáticas, en el que había navegado precariamente la impunidad del interinato. De esa impunidad también gozaron mieles los ahora victimarios, que aprovecharon la cobertura que brindó la confusión.

Pero al Interino le llegó como del cielo la jugada de Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Y es tan burda, que opaca la discrecionalidad en el manejo de recursos “para liberar a Venezuela” y el indecible enriquecimiento de unos cuantos, a costa del sacrificio de miles de buenos venezolanos, muchos hoy tras las rejas de la dictadura.

Lograron, de un guamazo, una víctima que poco esfuerzo tuvo que hacer. Bastó dejar que consumaran la defenestración y denunciar la “pena por el retroceso en nuestra lucha por la libertad” y vualá, todo quedó perdonado para buena parte de los venezolanos solidarios y buenos que quedan en el país, y que creo aún somos mayoría.

Hoy, el defenestrado parece liderar las encuestas. Al menos en las redes y los espacios de opinión política. Y es lógico. Queramos o no, el G3 es el padre de esta criatura. Pero la situación es aún peor. Esa candidatura/víctima con la cual todos los que luchamos pudiéramos ahora identificarnos, solo podrá crecer y consolidarse bajo el sello de la muerte de la Unidad.

Y este es el gran drama. Asistimos al fallecimiento de aquella Unidad, amplia e incluyente, que desde hace 20 años se buscó construir para derrotar la brutal y ruin (queramos o no) imbatibilidad chavista. Presenciamos el fin de esa masiva y amplia Unidad (incluso con lamentables exclusiones) que logró en 2015 ganar la Asamblea Nacional, y que hoy sucumbe a un puñado de morocotas. La división, y no la unidad como muchos pensaron, parecen ser lo que puede despertar algún entusiasmo sobre un posible triunfo entre los opositores, que son inmensa y aplastante mayoría.

Qué contradictoria y compleja la política. Todos los esfuerzos por una “unidad opositora” amplia, de base, con arraigo y con la mayor suma de voluntades y de organizaciones, hoy solo tiene esperanza de victoria en la división. Y la diferenciación bien clara y precisa entre quienes quieren salir del régimen, de verdad, verdad, incluso y así sea para enriquecerse ellos (eso lo dirá luego la historia), y quienes prefieren adelantar -negocios mediante- una cohabitación lucrativa y pacífica, que haga del alacranato su principal instrumento de sobrevivencia.

Aún no ha llegado el tiempo, a pesar de que se asoma cada vez más, de “que se vayan todos”. Y aunque Venezuela merece más, a fin de cuentas se trata siempre de construir, como se pueda y de la mejor forma, una posibilidad de victoria real, de victoria contundente, de victoria de las víctimas y de los buenos venezolanos sobre la maldad, la componenda y la ignominia. Vaya inicio que nos dio este 2023.

JESÚS HERMOSO FERNÁNDEZ| @Jesus_Hermoso
Periodista de investigación. Editor. Escritor

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