Por Karina Monsalve
Inició el nuevo año escolar, algunos alumnos se preparan para escuchar con atención, aprender nuevos conocimientos y formarse para el futuro; mientras que otros tantos solo asistirán para cumplir un requisito que “impone” la sociedad, la familia o los tiempos.
En un país lleno de carencias y faltas, parece difícil hablar sobre el deber de los educadores y padres de inculcar en los jóvenes el desarrollo de un pensamiento crítico. No obstante, la dinámica de la vida actual obliga necesariamente a los seres humanos al cuestionamiento de todas las cosas, de las situaciones, de las normas, de las maneras instauradas, en fin, de la vida misma.
Si tuviéramos que definir la misión de la escuela coincidiríamos en considerar que ésta más allá de ensañar al alumno una multitud de conocimientos que pertenecen a campos muy especializados, debería ser, ante todo, aprender a pensar, procurar que el joven llegue a adquirir una autonomía intelectual, que pueda desarrollar un criterio propio. Pero, actualmente, la inmediatez en las respuestas que nos facilitan las redes sociales, hace aún más difícil, la enseñanza escolar del desarrollo de un pensamiento profundo que contenga argumentos y análisis basados en evidencias.
A nivel general, sabemos que el “pensamiento crítico”, significa buen juicio, casi lo opuesto a un pensamiento ilógico, irracional. El pensamiento crítico es un pensamiento que tiene propósito (probar un punto, interpretar lo que algo significa, resolver un problema), el pensamiento crítico puede ser una tarea colaborativa, no competitiva; es decir, la suma de varios criterios unificados. Desarrollar un sentido crítico nos ayuda a discernir entre argumentos ordinarios, triviales, insignificantes y argumentos brillantes, a distinguir la información de valor de la prescindible, desmontar prejuicios, a hallar conclusiones bien fundamentadas, a generar alternativas, a mejorar la comunicación y, en definitiva, a ser dueños de nuestro pensamiento y actuar.
De acuerdo con Halpern (2014), el pensamiento crítico es el uso de esas habilidades o estrategias cognitivas que aumentan la probabilidad de un resultado deseable. Se usa para describir el pensamiento que tiene un propósito, es razonado y está dirigido a un objetivo. Es el tipo de pensamiento involucrado en resolver problemas, formular inferencias, calcular probabilidades y tomar decisiones, cuando el pensador está usando habilidades que son reflexivas y efectivas para el contexto particular y tipo de tarea de pensamiento.
Los expertos señalan que las habilidades cognitivas esenciales del pensamiento crítico son: la interpretación, el análisis, la evaluación, la inferencia, la explicación y la auto regulación. Ahora bien, algunas de las maneras que podemos utilizar para generar el desarrollo de un pensamiento crítico en nuestros jóvenes es a través de: analizar en detalle los temas, proponer temas controversiales, participar en debates académicos, fomentar la investigación, juzgar la credibilidad de una fuente, tener una mente abierta y formar juicios con argumentos sólidos.
Enseñar a nuestros jóvenes a tomar decisiones acertadas les equipará para mejorar su propio futuro y para convertirse en miembros que contribuyen a la sociedad. Se hace necesario inculcar el aprendizaje de estas habilidades en un país donde la demanda de un cambio es inminente, el rumbo de nuestro país dependerá del desarrollo de este pensamiento crítico necesario para evolucionar y salir del estancamiento social que ahora se encuentra. Cuestionarse y no conformarse con el criterio impuesto por otros, es la consigna para estos tiempos. Una sociedad que acepta las imposiciones de otros, que calla las injusticias, es una sociedad vulnerable desde todo punto de vista.
Tener una descripción clara de los mecanismos por los cuales se desarrolla el pensamiento crítico podría ayudar a implementar planes o proyectos institucionales que procuren su desarrollo en la formación de nuestros futuros jóvenes líderes.
KARINA MONSALVE | Twitter: @karinakarinammq / Instagram @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.
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