¿Cómo se escucha al que no se deja hablar?

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Por: María Teresa Arbeláez

Dentro de la compleja situación nacional, signada por la confrontación política, las penurias económicas y la propagación de la pandemia del COVID-19, el presidente de la recién elegida Asamblea Nacional (AN), Jorge Rodríguez, en su discurso de asunción del cargo dijo: “Escuchar al otro conforma la principal manera de respeto”. “Escuchar, dialogar y acordar con el otro, la reconciliación solo podrá ser posible si todos nos sentimos incluidos en un gran diálogo nacional”, agregó con solemnidad, y a renglón seguido anunció la creación de una comisión “para la reconciliación, la paz, la consolidación de los ideales republicanos y la vida, un gran diálogo donde estemos todos”.

Por muchas que sean las dudas abrigadas por diversos sectores del espectro político nacional con respecto a la sinceridad de las ofertas gubernamentales, no es posible dejar de reconocer que las palabras de Jorge Rodríguez debieron haber despertado esperanzas en no pocos venezolanos, cansados del estancamiento del país en una diatriba sin fin que los condena a no hallar salida para la desastrosa situación que sufren.

De allí la amarga sorpresa que, a sólo tres días del solemne discurso del presidente de la AN, nos da la noticia de la arremetida gubernamental contra un conjunto de medios de comunicación independientes: la irrupción sin previo aviso de funcionarios de Conatel y el Seniat en sedes de la televisora digital VPI TV, con incautación de sus equipos; el cierre por cinco días del diario Panorama; la acusación pública a Efecto Cocuyo, Caraota Digital y El Pitazo de ser financiados para participar en una tentativa de derrocar al gobierno; y el ciberataque al portal de noticias del diario Tal Cual. Agresiones a la libertad de expresión que parecen la puesta en práctica de una política que persigue silenciar a los pocos medios de comunicación independientes que quedan en el país.

¿Cómo se escucha al que no se deja hablar? ¿Quién se incorpora a “un gran diálogo donde estemos todos” si el que invita lo persigue y lo reprime? ¿Dónde queda el “escuchar, dialogar y acordar con el otro”?


De allí la amarga sorpresa que, a sólo tres días del solemne discurso del presidente de la AN, nos da la noticia de la arremetida gubernamental contra un conjunto de medios de comunicación independientes: la irrupción sin previo aviso de funcionarios de Conatel y el Seniat en sedes de la televisora digital VPI, con incautación de sus equipos; el cierre por cinco días del diario Panorama; la acusación pública a Efecto Cocuyo, Caraota Digital y El Pitazo

María Teresa Arbeláez

Pero los atropellos no terminaron allí. A renglón seguido arreció la campaña de acoso -que ya había comenzado con fuerza el año pasado-, con amenazas, allanamientos y detenciones en algunos casos, de las sedes de diversas organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la defensa de los derechos humanos y a la atención de los sectores más necesitados de la población. Los casos más resaltantes en esta oportunidad son los de Provea y el de Azul Positivo, en el estado Zulia, donde varios de sus integrantes serán procesados por tribunales militares.

Los hechos han dejado sin sustento las esperanzadoras palabras del presidente de la AN. Queda por ver si se trató solo de un recurso retórico conveniente para la ocasión, que es lo que hasta ahora parece ser, o si se desplegará una convincente acción de enmienda que ponga coto a los atropellos que niegan la sinceridad de lo ofrecido.

Es por ello que la Red de Observación Electoral de Asamblea de Educación (Roae) cree que el país necesita que haya sintonía entre los hechos y las palabras, no sólo del presidente de la AN, sino también de todo el tren gubernamental que debería comenzar por escuchar a los que, desde hace ya rato, les están hablando.


MARÍA TERESA ALBERLÁEZ| @marbelae

Periodista.

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