Ibeth Chiquinquirá Acuña Galué cambió la vida de seis personas en Estados Unidos, gracias al gesto de su familia. En el Día Mundial del Donante de Órganos y Tejidos, el padre de la joven zuliana repasa tristezas que no puede olvidar, pero dar a otros la oportunidad de vivir lo reconforta

Hugo Acuña no olvida ese día, es imposible. Podía sentir las lágrimas desbordarse. Sentía vivir de nuevo a su hija en la carta que recibió ese 16 de febrero de 2023. “¿Tendrás una foto de Ibeth que puedas compartir conmigo? Me encantaría ponerle nombre al corazón que late en mi pecho”, decía Steve. 

El hombre de 56 años se preguntaba si la jovencísima hija del venezolano tenía hermanos o hermanas, si la familia vivía en Utah o Nueva York, si podían establecer una relación de amistad. 

“¡Ibeth es un nombre tan bonito! Tengo amigos en el trabajo que tienen ascendencia latina y me ayudaron con la pronunciación”, continuaba el estadounidense en la carta. 

Y es que Steve, padre de dos hijos veinteañeros, ardía de agradecimiento. No era para menos: el corazón de Ibeth Chiquinquirá Acuña Galué, la segunda hija de Hugo -de apenas 18 años- le había salvado la vida en febrero de 2022, hace justo un año de la donación de sus órganos.

Ahora, el estadounidense quería conocer a la generosa y valiente familia de Ibeth: a sus padres, Hugo y Keyla; a Renzo, el mayor de los cuatro hermanos de la joven donante de órganos, a las gemelas Naomi y Hillary, y a Isabella, la más pequeña.

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Gracias al acto de generosidad de la familia Acuña Galué, Steve había salido de la lista de espera para un trasplante de órganos de más de 103.000 personas en Estados Unidos, una cifra más que suficiente para llenar dos estadios de los Yankees.

De ellas, cerca de 4.000 murieron en espera de un trasplante en 2022, según los datos de la United Network for Organ Sharing (UNOS), organización sin fines de lucro que administra la única Red de Obtención y Trasplante de Órganos en Estados Unidos. 

Así que el trasplante de corazón de Ibeth era la única forma de salvar su vida. 

“Está planificando una visita a Utah para vernos”, dice Hugo Acuña a El Pitazo sobre el receptor del corazón de Ibeth. Y hay más: en la carta llena de frases que respiran agradecimiento sincero, Steve cuenta que tiene planeado volver a casarse. “Estoy muy ansioso por conocerte mejor a ti y a tu familia (…) ahora que nuestras vidas están unidas por el precioso regalo de la vida que me dio tu familia”.

Steve trata de meterse en la piel de Hugo Acuña.

Es agridulce saber de ti reconoce el hombre, al comenzar la carta.    

Devolver la vida a seis personas

Otras cinco vidas salvó Ibeth Acuña después de morir en aquel accidente de tránsito. Fue en las calles de Nueva York que sucedió el hecho. Era de madrugada. Todos los esfuerzos para salvar su vida se agotaron en el Hospital de Jamaica, en Queens, el 27 de enero de 2022. Entonces, los médicos declararon la muerte cerebral de la joven zuliana. 

Nada le produjo tanto dolor a Hugo Acuña que la noticia del accidente de su hija. Estaba en Maracaibo con su esposa y tres de sus hijos. Todos deshechos. 

No llegaron a tiempo de ver a Ibeth antes de que sus órganos fueran extraídos para la donación. Una tormenta de nieve en Nueva York había paralizado su vuelo en el aeropuerto El Dorado, en Bogotá, Colombia.

“Yo estaba rumbo a Estados Unidos cuando me llamó el doctor. Fue un momento demasiado triste y doloroso, ya que no logré verla viva; llegué a retirar su cuerpo”, recuerda.

La joven zuliana estaba llena de sueños. Llevaba menos de un año en Estados Unidos. Se había ido con uno de sus hermanos a vivir con su abuelo paterno, una tía y varios primos. Se sentía entusiasmada. Trabajaba. Ayudaba al resto de la familia que planeaba dejar la capital del Zulia muy pronto para reencontrarse en suelo estadounidense.

“Era una adolescente muy inteligente y cariñosa; era la alegría de todos”, describe su padre. 

Un riñón fue donado a un niño de 9 años, el otro riñón y el páncreas trasplantados a un hombre de 52 años. El hígado a un hombre de 38 años y los pulmones a otro de 68 años. La joven marabina le devolvió también la vista a una persona con discapacidad visual mediante el trasplante de las córneas.

El padre de Ibeth no puede decir que fue una decisión fácil. Tampoco que hizo menos dolorosa la pérdida de su hija. No: “Siempre es difícil tomar decisiones de esa magnitud, pero saber que iba a dar vida a otras personas, que ya no tenían la oportunidad de vivir, nos contentó”.

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Un donante puede salvar 8 vidas con sus órganos y ayudar a 75 personas más con sus tejidos, recuerdan las organizaciones que facilitan el acceso a los tratamientos de trasplante cada 14 de octubre, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el Día Mundial del Donante de Órganos y Tejidos.

Ibeth Acuña cambió la vida de 6 personas como donante de órganos y tejidos después de morir en Estados Unidos. Es el país con mayor número de trasplantes realizados en el mundo en 2022, cuando alcanzó una tasa de 130, 6 trasplantes por millón de habitantes (pmp), seguido de España, con una tasa de 115,3 pmp, de acuerdo con el último informe del Observatorio Mundial de Donación y Trasplante (ONT).

Sin embargo, la urgencia de donantes sigue existiendo, ya que la oferta y disponibilidad de órganos y tejidos está muy por debajo de la demanda, sostienen las autoridades médicas.

Cuando Ibeth habría cumplido 20 años, Steve cedió una foto al medio digital Utahzolanos (@utahzolanos). Se le nota ahora lo suficientemente fuerte para afrontar cualquier cosa. A su lado, la sonrisa de la joven zuliana florece en un portarretrato. Es la foto que le regaló Hugo Acuña.  

“Solo quiero reconocer a mi familia venezolana por el generoso regalo que me ha dado. Hoy, en el cumpleaños de Ibeth, donante de mi nuevo corazón, ¡Gracias!”, escribió el estadounidense el 5 de septiembre con alegría, gratitud y una eterna bendición en los labios.

Las siguientes dos líneas también las recordará siempre el papá de Ibeth Acuña.

“Muchas vidas han sido impactadas profundamente por medio de su generosidad. Usted ha permitido a su hija dar un regalo final y debido a ese regalo siempre será recordada como una heroína”, le agradece Live OnNY en otra carta, la organización que facilitó la donación y trasplante de órganos y tejidos de su hija en Nueva York.

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