La ilusión de un futuro mejor se convirtió en tragedia para William González, un migrante venezolano que murió cuando cruzaba la peligrosa selva del Darién en busca del sueño americano.
Su cadáver fue arrastrado por una corriente de agua el 2 de agosto. Ahora su nombre figura en la lista de personas muertas en esta región selvática y pantanosa ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá.
Según cifras del Gobierno de Panamá, hasta la primera semana de agosto de 2023, al menos 248.901 personas atravesaron esta inhóspita ruta, caracterizada por ríos caudalosos, animales salvajes; deslaves e inundaciones repentinas.
Un remolino lo sorprendió
El martes, 1 de agosto, fue la última vez que González se comunicó con su familia en el barrio La Unidad de Valencia, en el estado Carabobo. Ese día les envió un mensaje por WhatsApp. Para el momento, González vivía en Colombia, luego de una primera migración.
“Nos dijo que estaba entrando a la selva y que todo iba bien”, contó su hermana Wendy González a El Pitazo, el 22 de agosto.
De acuerdo con lo planificado, William, su esposa y sus tres hijos llegarían a Panamá en cuatro días, pero ocurrió algo inesperado.
El 2 de agosto, el hombre, de 37 años, quedó atrapado en el remolino de un río. En medio de la desesperación intentó salir, pero el gran volumen del agua superó sus fuerzas y se lo llevó.
La esposa de William llegó a Panamá con sus tres hijos el 5 de agosto. En medio de tantas personas que cruzaban la selva, la familia se había dispersado. Al ver que su esposo no llegaba, denunció su desaparición y pidió ayuda para encontrarlo.
En un refugio en Panamá coincidió con un grupo de migrantes que caminaba cerca de su esposo. Ellos habían sido testigos de lo sucedido. La mujer entró en shock al escuchar el relato. El agua no solo se llevó a William, otros viajeros corrieron con la misma mala suerte.
Aferrada a la esperanza, la esposa de William se ilusionó con la posibilidad de que él siguiera con vida. El cansancio por el inhóspito trayecto recorrido quedó a un lado y se enfocó en pedirle a Dios un milagro. Días después se enfrentó a una dura realidad: el cadáver de su esposo estaba en una morgue de Panamá.
Un adiós digno
La familia de William no solo se enfrenta al dolor de su pérdida, sino también al desafío de repatriar su cuerpo para darle un adiós digno.
La tarea no es fácil. Hasta el momento, Migración Panamá no ha brindado respuestas a los deudos; tampoco ha agilizado el proceso para trasladar sus cenizas, denunció Wendy González.
La familia pide ayuda al Gobierno de Venezuela para repatriar el cadáver y clama por la solidaridad de quienes puedan contribuir para cubrir los gastos que acarrea este trámite.
Los deudos aspiran a que esta historia sirva para concientizar a la ciudadanía sobre los riesgos que implica cruzar la selva del Darién.
Sumado al trágico destino de William, sus tres hijos permanecen en un refugio en Panamá, en condiciones difíciles y con problemas de salud. El mismo río que arrastró a su papá, los enfermó.
Créditos: Rosanna Battistelli | Sandra Gómez
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