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jueves, 9 mayo, 2024

Los museos desiertos de Bellas Artes

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Para un niño nacido y crecido en la Candelaria, el contacto con el arte era natural. Bastaba con que te portaras bien e hicieras tus tareas del colegio para  que tus padres te llevaran a comer Bati-Bati y para que se abriera ante uno la inmensidad de la Plaza Los Museos en la entrada del parque Los Caobos, siempre resguardada a lado y lado por artesanos y hippies. Inmensa no porque en realidad lo fuera, sino porque en la mente de un niño las cosas siempre se vuelven más grandes de lo que son en realidad.  

La niñez en la Candelaria giraba en torno a las funciones del Teatro Tilingo, jugar en el penetrable amarillo de Jesús Soto, lanzar papelillo a diestra y siniestra en Carnaval. Todo era posible en la Plaza Los Museos para quienes fuimos niños en los estertores del segundo mandato de Rafael Caldera.

Fachada del Museo de Ciencias 1970 | Foto: Cortesía

El museo sin ciencias

Hoy es el Día Internacional de los Museos y las respectivas entidades en cada país ofrecen programación gratuita, circuitos nocturnos y una puesta en escena que combina el arte con el espectáculo. Basta con observar el Museo Digital de Japón o la exposición La nuit étoilée de Van Gogh en el Atelier des Lumières en Francia. Esta última combina mapping y proyecciones de última tecnología para animar las obras clásicas del pintor y crear una experiencia de inmersión. ¿Puede hablarse en estos términos de las exposiciones actuales en el circuito Bellas Artes-Parque Central? En absoluto.

Ese parecía ser el futuro del Museo de Ciencias, cuando llevó a sus espacios exteriores una exposición ambiciosa de dinosauros animatrónicos que emulaban el tamaño y el sonido de ejemplares como el Triceratops, el Brontosaurio y T-Rex. En pleno auge de franquicias como Parque Jurásico, aquella exposición era el deleite de niños y niñas de todas las edades.

Recorrer en la actualidad el circuito de museos nacionales alojado en Bellas Artes es someter el recuerdo dulzón de la niñez a la desolación. Entrar al Museo de Ciencias significaba ser saludada por una colección imponente de animales disecados, propios de las llanuras africanas.

El único saludo actual es el de una recepcionista cansada que responde al saludo y recuerda al visitante no tomar fotografías con flash. Sin embargo, no hay guías de sala que atiendan al público y aseguren el cumplimiento de las normas.


Sofía Imber ante la colección Picasso del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas | Foto: Cortesía

La última exposición itinerante fue Nikola Tesla, inventor del siglo XXI, inaugurada en 2018 gracias a la alianza entre Fundación Telefónica|Movistar y los ministerios de Cultura, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, el Museo Interactivo Didactrón de la Universidad Simón Bolívar; la Fundación Museos Nacionales y Fundación Motores por la Paz.

Desde la partida de esta exposición, que ocupó 300 metros del segundo piso del museo, no ha habido más exposiciones. La colección de animales disecados permanece agrupada sobre un entarimado realizado en MDF sin pintar. El rincón donde permanecen los ejemplares se encuentra debajo de un ventanal tapado con bolsas negras plásticas. El oso Kodiac, uno de los más célebres del museo, se encuentra bajo las escaleras del museo, cuyo techo posee filtraciones.

No hay aire acondicionado. Los laterales del primer piso están cerrados con escombros y vitrinas en desuso. Una de las exposiciones, Expediciones y expedicionarios, permanece cerrada. El caso se repite con la sala cuatro, que contiene Más allá del objeto, con una muestra de la colección de etnografía. La sala tres, que contiene la colección de escarabajos y otros insectos, es alumbrada por cuatro bombillos de un total de siete. La colección con fósiles de cetáceos apenas tiene tres de un total de nueve.

El Museo de Ciencias, fundado el 24 de julio de 1940, se encuentra en un edificio diseñado por Carlos Raúl Villanueva frente al Museo de Bellas Artes. Alberga una de las colecciones más antiguas de Venezuela, entre las cuales se encuentran piezas científicas provenientes del Museo Nacional creado en 1874. Es el hogar de más de 120.000 piezas de arqueología, antropología física, etnografía, paleontología, herpetología, ictiología, teriología, invertebrados, ornitología y mineralogía.

La restauración eterna del Museo de Bellas Artes

 Inauguración del Museo de Bellas Artes. Foto revista Élite

El arquitecto Alejandro Linares, quien fuera el director del área de Protección Integral de Patrimonio en el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), afirmó que la rehabilitación del edificio neoclásico que funciona como la sede del Museo de Bellas Artes (MBA) marchaba al 80% en 2017. El arquitecto dio esta declaración en la víspera del centenario del edificio, celebración que pasó sin pena ni gloria.

Dos años después, el museo permanece suspendido en el tiempo. La historia del MBA es confusa hasta cierto punto: a partir de 1976 el edificio fue cedido a la Galería de Arte Nacional (GAN) hasta 2008, año en que recuperó sus espacios y autonomía.

El MBA posee en la actualidad 5.638 obras que incluyen la colección de arte egipcio comprada al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, una colección de cerámicas chinas y europeas, arte medieval y moderno, arte latinoamericano, arte contemporáneo, dibujos, grabados y fotografías de artistas venezolanos.

De las 18 salas expositivas, solo tres permanecen abiertas. Ninguna muestra elemento alguno de la importantísima colección del museo. La situación del Museo de Ciencias se repite en el MBA: las obras están expuestas en salas sin aire acondicionado, a merced del calor y la humedad. Además, las paredes muestran manchas causadas por el excremento de los murciélagos.

No hay rastro del penetrable amarillo de Jesús Soto, en el que hice tantos amigos durante mi niñez, ni de la actividad en la sala propiedad de la Fundación Cinemateca Nacional, en cuyos espacios se proyectaron incontables ciclos de cine infantil francés, chino, ruso e hindú.

La GAN ya no tiene espacio

Fachada de la Galería de Arte Nacional | Foto: Cortesía

Me consternó profundamente entrar a la Galería de Arte Nacional (GAN) y no ver en la colección la Primera y última comunión de Cristóbal Rojas. Uno de los pocos guías de sala en el perímetro (y el único al que pude dirigirme en mi paso por el circuito) explicó que su marco se encuentra en restauración. También agregó que «no cabía» en la exposición actual de la Galería, porque «la muestra es muy grande». Con 30.000 metros cuadrados, el argumento es difícil de aceptar.

Pero los espacios de la GAN se han visto reducidos. Hay espacios que se encuentran a merced de los escombros, su segundo piso se encuentra cerrado, incluso dentro de la misma sala principal hay áreas que permanecen cerradas.

El portal IAM Venezuela explica que la colección de la GAN, compuesta por más de 6.000 obras, «permite aproximarse al arte venezolano desde la época precolombina hasta la actualidad». El vastísimo catálogo de la galería está compuesto por obras de Armando Reverón, Cristóbal Rojas, Arturo Michelena, Carlos Cruz Diez, Alejandro Otero, Gego y Jesús Soto, entre otros.

Es en la GAN donde residen Miranda en la Carraca y La muerte de Sucre en Berruecos de Arturo Michelena, además del Autorretrato con sombrero rojo y la Miseria de Cristóbal Rojas. El corazón del arte venezolano late justo donde la avenida México se convierte en avenida Universidad.

La exposición principal es Historias Cruzadas. Donación Fundación Banco Industrial de Venezuela. Siglo XX. Pero los términos de la donación son confusos.

El extinto Banco Industrial de Venezuela fue intervenido en 2009. Las razones se atribuyen al déficit financiero de la institución y a la morosidad en la cartera crediticia. En 2014, Rodolfo Marco Torres, ministro de Economía y Finanzas para ese momento, propuso al Ejecutivo nacional liquidar la institución para fortalecer el Banco del Tesoro.

La colección habría sido cedida en 2017, según un comunicado de la Fundación Nacional de Museos, con fecha 10 de octubre de 2018. El catálogo, de unas 146 obras, incluye dos fisiocromías de Carlos Cruz-Diez, un Cuadrado virtual de Jesús Soto, 90 pinturas de Arturo Michelena, piezas de Mercedes Pardo y Mateo Manaure.

Museo de Arte Contemporáneo antes de Sofía Imber


Sofía Imber y su equipo de trabajo en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Cortesía

Sofía Imber llegó a afirmar, en una entrevista concedida al diario El Universal, que un museo sin visitantes era como una especie de mausoleo. La imagen actual del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas que solía llevar su nombre (en 2017 fue rebautizado con el nombre de Armando Reverón) no dista de esa realidad. Salvo por ocasionales conciertos celebrados por distintos núcleos de El Sistema, el Macc se mantiene desierto.

Una obra de Jesús Soto permanece sin rótulo y solo puede ser reconocida por ojos atentos. Un móvil de Calder se mantiene suspendido sobre un piso manchado y mal iluminado.

El Macc tampoco posee aire acondicionado. Aún así, presenta mejores condiciones que los museos anteriores: de 11 salas distribuidas en 21.000 metros cuadrados, solo tres de ellas permanecen cerradas, incluida la que contiene la colección de Pablo Picasso, que incluye el célebre Retrato de Dora Maar.

Pero no hay quien camine por sus salas, no hay quien se pasee por sus galerías. Los visitantes huyen en tropel una vez culminado el recital y dejan al Macc tan vacío como siempre.


Primera y última comunión de Cristóbal Rojas | Foto: Cortesía

La colección del Macc, con sus 3.000 piezas, colocó al museo en un lugar privilegiado en la América Latina del siglo XX, con obras y colecciones fundamentales de Pablo Picasso, Fernand Léger, Andy Warhol, Manolo Valdés, Wassily Kandinsky, Alexander Calder, Piet Mondrian, Francis Bacon y Henry Moore, entre otros artistas extranjeros, y con venezolanos de la talla de Armando Reverón, Jesús Soto, Carlos Cruz-Diez y Marisol Escobar.

Los museos que alguna vez fueron referentes de Latinoamérica y el mundo agonizan ante la mirada indolente del público y las autoridades. Yacen de manos atadas bajo la administración de la Fundación de Museos Nacionales, ente gubernamental que no ha procurado los recursos suficientes para el correcto mantenimiento de las salas y las importantísimas colecciones que ellas albergan.

El Día Internacional de los Museos se celebra en todo el mundo, menos en Venezuela. En todos los museos, menos en los nuestros. Con visitantes más preocupados en qué comer y cada vez menos en qué mirar.





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