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sábado, 18 mayo, 2024

Vecinos de zonas cercanas a la Cota 905 viven aterrorizados con cada tiroteo

Acostarse en el piso, ver en las paredes marcas por impactos balas, descansar cuando la balacera cesa es la vivencia de los habitantes que residen en sectores circundantes a la avenida Guzmán Blanco, en los cada vez más frecuentes enfrentamientos entre banda la banda de "el Coqui" y policías

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«En El Paraíso hemos desarrollado métodos para resguardarnos. La mayoría de los conjuntos residenciales tienen chats vecinales y así rápidamente nos enteramos de lo que está sucediendo en la Cota 905; y dependiendo de esa información tomamos la decisión de salir o quedarnos en casa y qué rutas tomar».

Jesús Armas, habitante de la zona, comenta cómo se han organizado en los sectores cercanos a la avenida Guzmán Blanco, en Caracas, tras los seguidos enfrentamientos entre cuerpos policiales y miembros de la banda delictiva comandada por Carlos Luis Revete, mejor conocido como «el Coqui».

El 22 de septiembre de 2020, en menos de un mes, se registraron dos tiroteos en la Cota 905. Ambos han tenido los mismos protagonistas: miembros de la banda que dirige «el Coqui» enfrentados a funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) y del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Sin embargo, en el medio se encuentran los vecinos de zonas cercanas, quienes al escuchar el estruendo de las armas de fuego quedan aterrorizados por el miedo de ser alcanzados por una bala.

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«Yo vivo en El Paraíso y cuando comienza el tiroteo nos acostamos todos en el piso, en la parte más protegida del apartamento, hasta que pasa todo. Es la única manera de estar a salvo», dice una vecina que prefiere mantener en resguardo su identidad. Las mujer indica que en el enfrentamiento de septiembre pasado fue más intenso que el del 25 de agosto de ese mismo año, el cual dejó el saldo de un asesinado: Edgar Palacios, de 28 años, jefe de la Brigada de Respuesta Inmediata de las Faes.

Algunos vecinos dicen que los continuos tiroteos los han llevado a «acostumbrarse, aunque esté mal decirlo». Uno de ellos es el infociudadano Jairo Pérez, quien vive en Los Mangos, ubicado en la parte alta de La Vega, y asegura que las balaceras entre funcionarios y delincuentes es parte de uno de los tantos problemas que enfrenta día a día.

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«Cuando vemos subir unidades de las Faes y Cicpc, sabemos que algo huele mal en Dinamarca, que viene un tiroteo, pero para nosotros es un problema más. No es normal, pero no asombra. Pareciera que estuviéramos en una guerra. Ya tenemos nuestra rutina armada, nos escondemos en los cuartos, lejos de las ventanas, y sobre todo resguardamos a los niños. Los vecinos de Las Casitas de la Cota 905 la tienen peor, porque están ahí en el epicentro. Cuando ven a funcionarios bajando salen corriendo vía La Vega, muchos llorando y, afortunadamente, ya la mayoría cuenta con vecinos donde esconderse», dice Pérez.

Acostarse en el piso, ver en las paredes de vecinos marcas de balas, descansar cuando el tiroteo cesa es la vivencia de los vecinos que residen en zonas cercanas a la Cota 905, en los cada vez más frecuentes enfrentamientos entre bandas y policías
Así quedó la puerta del edificio Artusa, en Puerte Hierro, tras el enfrentamiento del 22 de septiembre| Foto: cortesía

Por su parte, Miguel Sánchez, vecino Prado de María, define a estos enfrentamientos como «un toque de queda no pronunciado». Explica que cuando escuchan los disparos el método a seguir es la supervivencia, encerrarse. Indica que toman medidas de resguardo no solo cuando hay intercambios de disparos entre policías y miembros de bandas, sino cuando hombres armados lanzan ráfagas de plomo para demostrar su poder. «A veces escuchamos tiros y tiros, y no de pistolas, si no de armas de guerra y luego averiguamos y conocemos que fue arriba en Los Laureles, en Los Sin Techo, y en otras zonas. A nosotros nos toca protegernos, porque aquí no hay ley», sostiene Sánchez.

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Para Sofía Santaniello, quien reside en la avenida Páez de El Paraíso, también se ha hecho costumbre escuchar o leer en los grupos vecinales: «Se están cayendo nuevamente a plomo en la Cota». Dice que cada vez que pasa, aunque su apartamento no da hacia la barriada, siente terror, pues siempre hay un vecino que publica una foto de cómo una bala partió uno de sus vidrios. También recuerda la vez que una de sus amigas fue alcanzada por un tiro en el pie cuando estaba en la calle que da a su conjunto residencial.

Durante el 2020, residentes de la Cota 905 y zonas aledañas presenciaron cuatro enfrentamientos entre comisiones policiales y delincuentes: el del 10 de mayo, el del 29 de junio, y los últimos dos que, según denuncias, fueron los más intensos: el del 25 de agosto y el de este 22 de septiembre.

De acuerdo con el relato de habitantes del sector, en un principio estas balaceras solo las distinguían los residentes de El Paraíso, la Cota 905 y La Vega, pero en los últimos dos operativos vecinos de Montalbán, Puente Hierro, la avenida Victoria y el Centro de Caracas se han quedado en vilo hasta que cesan las detonaciones.

La megabanda que se esconde tras una zona de paz

Alias «el Coqui» es el líder de la organización criminal que tiene sometido a los residentes de la Cota 905 y zonas cercas. Según especialistas en el área de seguridad, logró esta posición a través de las zonas de paz.

En 2013 se constituyeron las zonas de paz en el estado Miranda, ordenadas por el entonces viceministro de Seguridad Ciudadana del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, José Vicente Rangel Ávalos.

En enero de 2015, la Cota 905 fue incluida en el programa zonas de paz del gobierno de Maduro. Se trató de acuerdo mediante el cual las autoridades cedieron el control territorial a las organizaciones criminales, a cambio de que estas redujeran la violencia y entregaran sus armas. La tregua que se vio rota en julio de ese mismo año con la realización de la Operación Liberación del Pueblo (OLP), que consistió en el ingreso de distintos cuerpos policiales y militares a la barriada. La primera incursión de este operativo en esa zona dejó 15 muertos. Revete logró evadirse.

De acuerdo con información aportada por Insight Crime, Revete nació en 1978 y creció en los barrios populares de Caracas. Los medios de comunicación tienen escasa información de su vida hasta 2013, cuando fue acusado del asesinato de Greiber Danilo Alonso Lucas en el sector “Los Alpes” de la Cota 905. Para el momento, «el Coqui» pertenecía a una pandilla callejera conocida como “Los Chiches”, que mató a Alonso Lucas en respuesta a una foto que apareció en las redes sociales de este, en la que posaba con un enemigo de la pandilla.

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«El Coqui» tenía una buena posición en la banda de Jesús Alberto Ramos Caldero, alias “el Chavo”, quien en 2014 se propuso unir a las pandillas de Caracas contra la policía. Esta iniciativa contribuyó al surgimiento de una nueva estructura criminal en Venezuela: las “megabandas”. Sin embargo, este no terminó su proyecto porque en enero de 2015 murió a manos de funcionarios del Cicpc. Desde entonces Revete asumió el liderazgo de la banda y siguió su legado: unió las bandas de la Cota 905, El Cementerio y El Valle.

Desde la fecha, su nombre ha destacado en distintos operativos, pues es buscado por numerosos cargos de robo, homicidio y tráfico de estupefacientes. Su banda controla las actividades criminales en todo el sector de la Cota 905, principalmente el tráfico de drogas y el robo de vehículos, aunque, de acuerdo con información policial, también cometen secuestros y extorsionan.

De momento, «el Coqui» sigue libre e impune y los residentes de la Cota 905 y zonas cercanas con el miedo latente de escuchar nuevas balaceras.

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