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jueves, 2 mayo, 2024

Los suicidios en Venezuela son un problema social

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Caracas.- Desde 2014, en Venezuela los anuarios de mortalidad dejaron de ser públicos y eso se tradujo en opacidad de cifras oficiales de suicidios. A pesar de la ausencia de datos públicos, especialistas en el área de criminalidad aseguran que este fenómeno ha venido en ascenso y pasaron de darse por problemas individuales a sociales.

Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, asegura que Venezuela es actualmente el país con la mayor cantidad de suicidios de América Latina y que años atrás esta realidad era impensable. Para él, esta realidad tiene unos dos años, y, en su análisis, describe que los motivos que tiene el ciudadano de hoy para quitarse la vida son distintos a los que tenía en los años 2.000.


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La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al suicidio “una forma de violencia personal contra sí mismo”. Quienes la integran refieren que los factores que explican esta conducta son variados; pero se pueden realizar generalizaciones, tales como: el sexo, la edad, el nivel de instrucción, el estado civil, entre otros.

León sustenta lo dicho por la OMS e indica que, en general, todo suicidio es un acto individual. Pero, en el caso venezolano pasó a ser  un “fenómeno social”, pues dejó de darse por elementos particulares como la pertenencia a una religión, el sentido de la vida y de la muerte, a generarse por el tema socioeconómico, vinculado a la hiperinflación, baja estabilidad monetaria, protestas y falta de servicios públicos.

“En Venezuela los suicidios los protagonizan hombres de dos grupos de edad mayoritarios: jóvenes y los adultos mayores. La mayoría de ellos se ha quitado la vida porque han perdido la identidad que les inculcaron desde niños, que no es otra cosa que llevar dinero a la casa y alimentar a la familia”, explica León. En el mismo tono, específica, que se encuentran los pacientes que se enfrentan al panorama de la falta de medicinas, con mayor incidencia los que requieren fármacos para atender angustias y depresiones.

A pesar de este análisis, Briceño León hace hincapié en la falta de datos y de transparencia en los procesos de clasificación de esta realidad. Pero, indica, que de lo que se tiene claridad es que el incremento de los suicidios en Venezuela no es por problemas individuales, sino por la economía y falta de seguridad personal; por lo que detalla que estará en la actuación del Estado lograr disminuir la segunda, de manera que se genere un clima de estabilidad mental en sus ciudadanos. Si no lo desarrolla, además de generar individuos violentos contra las demás personas generará individuos violentos contra sí mismos.

Las cifras cambiaron

Entre 1995 y 2012, la tasa de suicidio por cada 100.000 habitantes en Venezuela tuvo un promedio anual de 4,02. Entre 1995 y 2002 se registró el mayor pico, con una tasa promedio anual de 4,99 por 100.000 habitantes; mientras que entre 2003 y 2012 la cifra fue 3,26.

En ese lapso de 1995 a 2012, de acuerdo al criminólogo Freddy Crespo, el estado Mérida ocupó el primer lugar, pues registró una tasa promedio anual de 10,57 suicidios por 100.000 habitantes. Estos números lo pusieron por encima del estado Trujillo, que registró un promedio de 6.

Para Crespo, en estos años la tasa de suicidio de Mérida tenía un comportamiento diferente a la tendencia nacional y de los demás estados. Sin embargo, el indicador “crisis generalizada”, señalado por Briceño León, puso en el tapete la realidad de que el suicidio “es una derivación de la anomia social”.

“El carácter anómico de la sociedad se traduce en su descomposición y los vínculos que generan solidaridad entre los individuos. Así, las crisis económicas pueden considerarse ejemplos de la descomposición social y, en consecuencia, tienen un efecto agravante en la tendencia suicida de los individuos, pues conllevan menor integración social”, refiere el especialista.

Mantenerse apoyado y ocupado es la receta

El sociólogo Francisco Coello detalla que a pesar que no puede asegurar que hay aumento en los suicidios en el país, y si lo hace refiere que estaría cometiendo una irresponsabilidad, menciona que sí ha visto un incremento, el cual se ha dado por “la creación de un caldo de cultivo que propicia al ciudadano a querer dejar de existir”.

Para él, la angustia, la diaria supervivencia económica, la falta de empleos o el mal pago de estos, la soledad a la que se han visto sumidos algunos individuos tras la partida de sus amigos y familiares a otros países, son un cóctel de situaciones depresivas que solo llevan a la desesperanza.

Coello explica que esta realidad puede ser minimizada con la creación de redes de apoyo, la vinculación con los lazos afectivos más importantes que tiene cada ser humano: familia, amistades, vecinos. También la unión, las organizaciones sociales, civiles y no gubernamentales, sean religiosas, de voluntariado, o de defensoría de derechos humanos; pues crearán un sentido de pertenencia e identidad, que es lo que más se llega a perder cuando se entra en un estado depresivo.

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