Caracas.- El 3 de septiembre de 2005, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, entonces con 21 años, disparó contra una comisión policial en la calle Darío Briceño del sector Santa Rita en el estado Aragua, cuando le dieron la voz de alto. Uno de los proyectiles del arma de Guerrero impactó e hirió al cabo segundo Oswaldo Antonio González Castillo, quien falleció luego en un centro asistencial. Fue este el primer homicidio del que se tenga registro oficial cometido por quien es, desde al menos 2010, el jefe de una de las más peligrosas bandas criminales del continente.
18 años más tarde de este homicidio y con una extensa carrera criminal, Guerrero se evadió, el pasado 20 de septiembre, de un contingente de 11.000 funcionarios militares y policiales que intervino en el que era su feudo, el Centro Penitenciario de Aragua, conocido como Tocorón, en un procedimiento que comenzó durante la madrugada y que el gobierno denominó Operación Liberación Cacique Guaicaipuro.
El ascenso y la acumulación de poder de Guerrero ha sido vertiginoso y sostenido desde 2005. Cuando ingresó a Tocorón consolidó su figura como cabecilla de una de las bandas criminales más peligrosas del continente, el Tren de Aragua, que ha traspasado fronteras y que, actualmente, opera en al menos cinco países: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.
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Nació el 2 de diciembre de 1983 y es oriundo de Santa Rita, un sector en los márgenes de Maracay, en el estado Aragua. Posee un abultado prontuario y está formalmente acusado y sentenciado por más de 15 calificaciones penales. Se le conoce por su apodo del «Niño Guerrero» y estableció un régimen de control casi total y de terror sobre la población penal y las instalaciones del centro penitenciario, en donde se construyeron piscinas, bares, un zoológico, centros de apuesta, discotecas, un estadio de beisbol y hasta áreas que funcionaban como bancos para el cobro de la causa (extorsión).
Ingresó en Tocorón en 2010. En 2012 se evadió. Fue capturado nuevamente en el estado Lara en 2013, y eran conocidas sus apariciones fuera del penal y su asistencia a fiestas y eventos.
En 2016 se le imputaron los delitos de homicidio intencional, fuga de detenidos, aprovechamiento de cosas provenientes del delito, falsificación de documentos, ocultación de arma de fuego y ocultación de municiones. También se le imputa por ocultamiento de arma de guerra y explosivos, asociación para delinquir, usurpación de identidad, tráfico de estupefacientes, aprovechamiento de vehículo proveniente del robo y hurto y cambio ilícito de placas de vehículos automotores. Admitió los hechos y fue sentenciado a 17 años de cárcel.
Tras la toma del recinto por parte del gobierno, ahora se sabe que el penal contaba también con un arsenal de armas de guerra, granadas, municiones, hasta una completa red de túneles hacia el exterior y se descubrieron varias balsas en los accesos al lago de Valencia como vías de escape. Adentro, el control y poder era ejercido por el Tren de Aragua. La Guardia Nacional permanecía en el exterior.
Durante años, organizaciones no gubernamentales han denunciado la tolerancia y connivencia del Gobierno en Tocorón. El programa de reformas adelantado por el entonces nuevo Ministerio para el Servicio Penitenciario, a cargo de Iris Varela, nunca llegó a Tocorón, en donde se celebraban fiestas, conciertos, visitas de “celebridades”, partidos de béisbol, la instalación de familiares —mujeres, niños y adultos mayores— que llegaron a vivir dentro de sus muros y hasta se difundieron imágenes de lo que parecía eran sucursales de entidades bancarias.
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Guerrero también se ha labrado una reputación de implacable, al establecer normas intra muros en las que las faltas o infracciones se pagaban con sangre. A los reos que robaban pertenencias a la visita o a otros reclusos se les hacía juntar las manos, mientras que un lugarteniente les propinaba un disparo como castigo ante la falta, apunta el periodista especializado Javier Ignacio Mayorca, en un artículo para la Revista Clímax.
El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) aseguró, este 20 de septiembre, que la toma del penal fue negociada con Guerrero: “OVP pudo conocer que esta supuesta intervención a Tocorón fue conversada con Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias ‘Niño Guerrero’, máximo líder del penal y del Tren de Aragua, quien se encargó de salir del penal días antes de la intervención. Asimismo, lo hicieron sus más allegados, lugartenientes y luceros, sin informar a la población penal”, afirmó en un comunicado titulado “Los pranes entregaron Tocorón”.
A Guerrero también se le atribuye la expansión del control del Tren de Aragua fuera de los muros de Tocorón; el reclutamiento de jóvenes y criminales que son entrenados y adiestrados para cumplir funciones y órdenes de los líderes “para trabajar en los negocios de la organización, principalmente narcotráfico, sicariato, explotación ilegal de oro y contrabando de chatarra”, muchas veces bajo coacción o a cambio de protección y dinero, incluso en condiciones de esclavitud, reveló una investigación de Transparencia Venezuela.
Se estima que el Tren de Aragua sea la organización criminal más grande y poderosa de Venezuela, que cuenta con más de 3.000 hombres, armas de guerra y un estructura jerárquica. Tiene presencia en 11 de los 23 estados del país y es el primer grupo delincuencial de origen venezolano que ha logrado expandir sus actividades a otras naciones de América Latina.
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