Valencia.- Los hospitales están gobernados por la política del silencio. Pero eso no impide que los indicadores no se sientan. Están allí: haciendo mella en las más de 500 personas que se atienden a diario en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera de Valencia, explica Julio García. El presidente del Colegio de Enfermeros de Carabobo es preciso en su denuncia: la contaminación ha aumentado porque no tienen ni cloro para limpiar las áreas críticas. “Más temprano que tarde se verá la mortandad. Se han duplicado los indicadores en relación con los que conocíamos en 2014”.
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Las infecciones nosocomiales deben oscilar entre 6 y 12%. Pero en la CHET los niveles escalan hasta 40%. “No tenemos los equipos de protección, agua ni medicamentos”. La misma mopa con la que se limpian las áreas comunes se utiliza después para los quirófanos. Las salas de intervención son focos para la contaminación, denunció. “Venezuela, en especial este hospital central, es un mal ejemplo del manejo de estándares de asepsia y protocolos para desinfectar”. El cloro y las bolsas para asear los quirófanos tienen que ser comprados por familiares.
Pagar hasta el aire. Pacientes y familiares no tienen opción. “Aquí la gente se muere, ya no hay nada”, exclamó José Gonzalo Hernández. El familiar de un niño de 12 años que espera por una intervención en su mano es testigo de lo que se vive en la CHET. “Este Gobierno no sirve, hay que cambiarlo. ¿Cómo es posible que yo tenga que ver a una madre llorando porque no tiene ni siquiera para comer?”, dijo angustiado frente a las cámaras durante una protesta de enfermeros y familiares este lunes en las inmediaciones del hospital.
No hay alimentación balanceada para los pacientes hospitalizados. Lo más que se puede llegar a servir es un bollo de harina de maíz con un ala de pollo. La carga protéica y de nutrientes que reciben los enfermos es ínfima. No solamente tienen que luchar contra la escasez de insumos que, según el gremialista, son revendidos a mafias que operan dentro del centro de salud y que terminan en tarantines de buhoneros fuera de la CHET.
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El lunes se registró el cierre de áreas de cirugía porque no llegaron las unidades de concentrados globulares, agregó García. “Este es el día a día. Los pacientes se tienen que devolver porque no hay cómo operarlos”. No se da en la práctica lo que los enfermeros aprendieron en las universidades.
La falta de alimentos y medicamentos no es lo único que preocupa a los enfermeros que, con pancartas y consignas, manifestaron enérgicamente. García aprovechó para señalar su preocupación por el retraso constante en el pago del aumento del bono de alimentación. “En ocasiones pasamos hasta cinco meses para poder cobrar el aumento”. Pidió al ejecutivo regional y nacional que dispongan de los recursos cuanto antes, pues los enfermeros también atraviesan una severa crisis económica.
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