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martes, 23 abril, 2024

Salud mental para mamá: la dificultad del postparto

Cuando la salud mental de la madre está afectada es lógico pensar que esto influye directamente en la relación con el hijo. El círculo de apoyo y la formación es fundamental para darle a la mujer herramientas que le permitan enfrentar los desafíos de la maternidad

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Hemos hablado en varias oportunidades de lo complicado que puede ser cumplir con el rol de madre en las primeras de cambio, tras la llegada del bebé. De los aspectos psicológicos implicados en el postparto, cuando las necesidades de ese bebé están inevitablemente por encima de las necesidades de la madre.

En esta oportunidad quisiera hacer referencia a cómo la salud psicosocial de la madre, entendida como bienestar psicosocial y salud mental influyen directamente en el vínculo madre hijo y suelen marcar sus características y su desarrollo.

Es lógico pensar que cuando la salud mental de la madre se encuentra afectada, la relación con el hijo se afecta directamente. Y es que existe una asociación consistente entre estabilidad emocional de la madre y relación madre – infante. Si la primera es inestable, es decir, hay presencia de síntomas depresivos, ansiedad generalizada, crisis existenciales, etc, va haber dificultades en la interacción con el hijo. Puede reflejar mayor hostilidad, poca paciencia, percepciones negativas, vivencias de estrés. Mientras más severa y crónica sea la depresión de la madre, por ejemplo, mayores son los efectos negativos en el vínculo.

Muchos estudios avalan que a mayor presencia de sintomatología ansiosa-depresiva y mayor disconfort emocional y social materno, mayor es la probabilidad de que el bebé sea clasificado como inseguro en su estilo de apego. Así mismo, de manera inversa, las madres que presentan un adecuado nivel de bienestar socioemocional, muestran representaciones de sí mismas como madres, más positivas y acercamientos de mayor calidad en su relación con el niño.

Un estudio realizado por DePaúl y Domenech (2000) encontró que existía una correlación entre sintomatología depresiva y mayor potencial de maltrato, tanto en madres adultas como en madres adolescentes. En los embarazos no deseados o inesperados la salud mental de la madre también se vería afectada, ya que produce una situación de estrés adicional difícil de sobrellevar. Es empezar una situación de aceptación y adaptación psicológica a una situación no deseada.

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Los elevados niveles de estrés de una madre, en ausencia de factores ambientales o red de apoyo familiar para manejarlos adecuadamente, aumentarían el riesgo de la emergencia de los malos tratos hacia los niños. Hoy por hoy vemos públicamnte como va en aumento los índices de abuso hacia los niños. No solo abuso sexual, sino físico, moral, psicológico y emocional. Todo ello desemboca en una persona vulnerable que inmersa en esa situación podría entrar en un grupo de alto riesgo para futuros niños vandálicos o propiciadores de bullying en el mejor de los casos.

La escolaridad de la madre es otro factor que se relaciona directamente con el desarrollo intelectual del niño; su rendimiento, autoconcepto académico y la autoestima del niño, podrían estar influidos por el grado de estimulación cognitiva y afectiva que recibe por parte de su madre, principalmente en sus primeros años de vida.

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Cuando los niños son víctimas de negligencia crónica por parte de sus padres, es decir, la omisión de sus necesidades básicas, lo que supone el fracaso de los/as cuidadores/as a la hora de salvaguardar la salud, seguridad y bienestar del niño o niña, aun cuando esta omisión sea intencionada o inconsciente pero tenga una deprivación sociocultural y afectiva, y/o son víctimas de maltrato y violencia física por parte de los padres, su bienestar psicológico se ve seriamente afectado, lo mismo que su desarrollo socio-emocional, cognitivo y de lenguaje, el cual podría retrasarse y/o empobrecerse.

El deterioro de la salud mental de la madre sin apoyo, podrá desencadenar en los niños déficits cognitivos o del lenguaje, trastornos del aprendizaje, dificultades académicas, consumo de drogas, problemas emocionales y comportamientos autodestructivos. Del mismo modo, las interrupciones en el desarrollo psicológico y neurobiológico sufridas en la infancia podrán contribuir a que estos niños y niñas presenten psicopatologías a corto y largo plazo, trastornos de personalidad y hasta conductas suicidas.

La salud mental materna es la base de la familia y por tanto de la sociedad; de allí que una madre consciente de sus emociones tiene la capacidad de criar desde la empatía y el amor. La atención y los cuidados hacia la salud mental de la madre proporcionan el apoyo necesario para que las mujeres puedan ampliar sus recursos y capacidades personales, adaptarse mejor a estos desafíos, vincularse afectivamente con su bebé, alimentarlo y cuidarlo. Por eso, cuidar la salud mental de las madres supone mejorar la salud de la sociedad actual y futura.

KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.

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