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sábado, 27 abril, 2024

PERFIL | Elizabeth Salazar: paciente oncológica que viralizó su caso durante protestas de 2018

La madrugada de este martes 31 de diciembre se confirmó el fallecimiento de Elizabeth Salazar, paciente oncológica que en julio de 2018 emigró a Colombia para recibir tratamiento contra el cáncer debido a la escasez de medicinas en Venezuela

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Caracas.– Una búsqueda desesperada de medicinas. Un clamor que no fue escuchado en Venezuela. La emigración forzada por la necesidad y las ganas de vivir. Elizabeth Salazar, paciente oncológica de 64 años de edad, falleció el lunes 30 de diciembre en Colombia, país que la acogió para realizarle el tratamiento de cáncer ductal tipo III B en el seno izquierdo que le fue diagnosticado en octubre de 2017.

Aunque no se conoce el parte oficial de la defunción, su esposo, Luis Ugas, compartió varios videos en semanas previas en los que se notaba el agravamiento de la enfermedad.

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Salazar se hizo viral el 5 de junio de 2018, cuando cumplía ocho meses con su diagnóstico. Justo el mismo tiempo que llevaba sin recibir los medicamentos para frenar el avance del cáncer de mama.

Ese día, junto a otros pacientes crónicos, asistió a una de las tantas protestas para exigir la dotación de la farmacia de alto costo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss). La respuesta nunca llegó.

En la urna donde reposa Salazar fue puesta una bandera de Venezuela, la misma que sostuvo hasta el último instante de su vida | Foto: Cortesía

Un símbolo

La desesperación por una lograr una atención adecuada y oportuna llevó a Salazar a realizar una medida extrema. En medio de la manifestación se sacó el seno ulcerado, con signos visibles del daño ocasionado por los tumores cancerígenos. Así expuso su caso ante los presentes y los medios de comunicación.

Desde ese momento la paciente oncológica se convirtió en un símbolo de las consecuencias de la emergencia humanitaria compleja. Su denuncia reunía muchas de las deficiencias del sistema público de salud venezolano.

La escalada de la crisis de salud fue denunciada desde 2016 y su origen se remonta al año 2014, de acuerdo con varias ONG, como la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida), convocante de la protesta. Ese año se agudizó el desabastecimiento de medicinas que se inició en 21012.

La asociación civil Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) confirmó el deceso y, a manera de homenaje, publicó una de las entrevistas que Salazar concedió en pleno apogeo de su lucha por conseguir tratamiento y que tuvo respuesta del otro lado de la frontera.

Salazar se convirtió en el emblema de los pacientes crónicos que desde 2012 reclaman la dotación regular, fluida y oportuna de medicinas al Ivss | Foto: Cortesía

Sufrimiento a dos voces

En aquella manifestación Salazar estuvo acompañada por su esposo, quien también la acompañó hasta su última morada en Colombia. En total recibió un año y medio de tratamiento, mientras que en Venezuela no recibió ni un solo día.

Una semana antes del fallecimiento, Ugas divulgó un video en el que se veía a su esposa en una cama de hospital. Salazar sobrevivía con respiración artificial y una bandera de Venezuela que sostuvo hasta su último aliento. La bandera tricolor fue puesta en su féretro, donaron por autoridades de salud colombianas.

El 17 de julio de 2018, un mes después de exponer su caso ante la opinión pública, Salazar ingresó al Hospital Universitario Erasmo Meoz, en la ciudad de Cúcuta. Allí empezó a recibir el tratamiento que cubrió íntegramente ese centro de salud tipo IV.

El deseo de vivir de Salazar fue constante desde la detección y confirmación de la enfermedad. En todas las entrevistas que concedió en busca de ayuda recalcó que no se quería morir.

«Estoy desesperada porque la lesión me está llegado a la barriga. No me quiero morir y pareciera que la indolencia de las autoridades puede ser más fuerte que mis ganas de vivir», lamentó en julio de 2018.

Metástasis

Ugas es presidente de la Fundación para las Garantías y Defensa de los Derechos Humanos (Fungaddhh), donde ejerce su labor como activista de derechos humanos. Desde ahí intentó unir esfuerzos para conseguir medicinas para otros pacientes con cáncer dentro del país. El activista sabía que la opción de realizarse el tratamiento afuera es de una en millones.

«Tenemos que unir fuerzas, porque lo que estoy pasando en este momento es el sufrimiento de muchas personas y no es justo tanto dolor. Tengo una lista de 50 personas con cáncer registradas en los hospitales de Caracas y me informaron que en uno de estos hospitales dos personas perdieron la vida a causa de la falta de quimios», denunció a Amnistía Internacional, luego de un mes de que el caso de su esposa se volviera viral.

Finalmente, el esfuerzo de médicos y autoridades colombianas no detuvo las secuelas de más de ocho meses sin tratamiento, que derivaron en una metástasis en otros órganos.

Salazar murió fuera de su país, acompañada solo por su esposo y con una bandera venezolana en la mano. Un signo de un emergencia desatendida hasta en el más desesperado de sus gritos.

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