Cuando la tristeza es una constante: aprende a identificar la distimia

La práctica de la empatía es importante para ayudar a las personas que sufren este trastorno con el fin de que busquen ayuda especializada

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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Es decir, el 3,8 % de la población lidia con la condición de tener una depresión. Aunque ese número podría ser mayor ya que no todo el mundo solicita ayuda y recibe el diagnóstico.

Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido tristes y melancólicos por varios días. Es parte de la vida diaria lidiar con situaciones que nos pueden afectar emocionalmente y hasta desencadenar una profunda tristeza; sin embargo, lo que no es usual es que ese estado anímico de tristeza y melancolía dure años. La distimia o el trastorno depresivo persistente, aparece cuando una persona lleva inmersa en un estado de ánimo depresivo durante al menos dos años.

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Esta situación puede ser observada por quien la padece o por quienes le rodean. Aun cuando puedan resultar parecidas, la distimia no es lo mismo que la depresión. Cuando hablamos de distimia nos referimos a un patrón crónico de alteración del comportamiento, que se caracteriza por presentar un estado de ánimo depresivo persistente en el tiempo, experimentado de forma continua y con una duración mínima de dos años. Mientras que en la depresión la duración es de al menos dos semanas y sus síntomas son más mucho más agudos.

La distimia o trastorno depresivo persistente es un trastorno afectivo de intensidad menor que la depresión mayor. Es de inicio insidioso y comienza habitualmente en la juventud. Se suele confundir con una manera de ser, con una persona que mantiene una actitud de queja ante la vida. Se constituye la creencia de que la persona es así por naturaleza y se acostumbran a verla y percibirla como de personalidad sombría y por esta razón no se busca ayuda.

La realidad ante una persona que constantemente esté sumergida en la melancolía, en la desesperanza, en la fatiga crónica, el aburrimiento, la queja, la apatía, el desgano, la alta sensibilidad, entre otras, es precisamente que está sufriendo de un trastorno que le traerá como consecuencia muchos conflictos: la alteración de su rutina diaria, su calidad de vida porque habrá un deterioro en sus relaciones laborales, sociales e interpersonales; tendrá un pensamiento pesimista que suele ser rechazado por quienes están más cerca de ella, entre muchos otros.

Esta enfermedad puede estar causada por uno o más factores, tales como: diferencias biológicas, la química del cerebro, los rasgos heredados y los acontecimientos de la vida: al igual que en la depresión mayor, los acontecimientos traumáticos, tales como la pérdida de un ser querido, los problemas económicos o un nivel alto de estrés pueden provocar trastorno depresivo persistente en algunas personas.

Alimentando el lado bueno

Los síntomas del trastorno depresivo persistente pueden causar problemas importantes en la vida e incluir:

  • Tristeza, desánimo o sensación de vacío.
  • Pérdida de interés en las actividades cotidianas.
  • Cansancio y falta de energía.
  • Baja autoestima, autocrítica o sensación de incapacidad.
  • Problemas para pensar con claridad y tomar decisiones.
  • Dificultad para hacer las tareas en tiempo y forma.
  • Enojo, impaciencia o ira con facilidad.
  • Evitación de actividades sociales.
  • Sentimientos de culpa y angustia por el pasado.
  • Falta de apetito o tendencia a comer en exceso.
  • Problemas para dormir.
  • Aburrimiento crónico: síntoma que muchas veces no se atiende. Puede ser muy nocivo
  • cuando se vuelve crónico y más aún cuando el aburrimiento se encuentra con la
  • desesperanza.
  • Desesperanza: levantarse sin ilusión

Se trata de personas afectadas por sentimientos, poco estables emocionalmente, escrupulosas, conscientes, moralistas, tímidas, aprensivas, inseguras, tensas, frustradas y con gran ansiedad. Que experimentan sentimientos de inutilidad, timidez, reserva, sensibilidad y rectitud.

En resumen, pode­mos decir que la distimia es un trastorno depresivo que se debería definir fundamentalmente por el tiempo de evolución (más que por la severidad de la sintomatología), y que aparece con mayor frecuencia en personas con los marcados rasgos de personalidad mencionados.

¿Cómo podemos ayudar a alguien que tenga estas características? En principio no juzgándola ni criticándole su manera de ser. Poner en práctica nuestra empatía podría facilitar que esta persona pueda buscar la ayuda necesaria con un especialista y se ponga en tratamiento para la depresión persistente a través de los psicofármacos y la psicoterapia.

KARINA MONSALVE | Twitter: @karinakarinammq / Instagram @psic.ka.monsalve

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.

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