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lunes, 27 mayo, 2024

Vladimir Villegas: “Maduro es un secuestrado de un modelo político fracasado”

El periodista Vladimir Villegas dijo, en una entrevista con la periodista Elizabeth Fuentes para La Gran Aldea, que había una acumulación de cosas en su programa que no le gustaron al gobierno nacional

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Caracas.- El periodista Vladimir Villegas amplió detalles sobre la salida de su programa en Globovisión, Vladimir a la 1, en una entrevista exclusiva con la periodista Elizabeth Fuentes para La Gran Aldea. Recordó momentos en los que conoció a Nicolás Maduro y a figuras como Freddy Bernal y criticó que el chavismo está empecinado con un modelo político fracasado, a su juicio.

Villegas reconoció que la salida del aire pudo deberse en parte a la entrevista que le hizo a James Story, embajador de Estados Unidos para Venezuela, pero acotó que previamente había una acumulación de cosas que no le gustaron el gobierno de Nicolás Maduro, a quien consideró como un secuestrado de un modelo político fracasado.

A continuación, una parte de la entrevista:

—Se dice que eras íntimo de Nicolás Maduro, incluso compañero de farras, ¿qué hay de cierto en eso?

—Nosotros fuimos compañeros del Liceo José Avalos en El Valle, pero él estudiaba un año menos que yo. Y de farra salimos muy poco porque éramos muchachos y él no formaba parte de ese grupo que tomábamos guarapita. Después nos vimos en manifestaciones, estuvimos juntos en el Centro de Estudiantes, hicimos campaña para que él fuera presidente del Centro, imagínate tú. En esa época estaba Juan Barreto también en el liceo. Pero de farra nunca fuimos, estuvimos juntos en la política. De hecho, yo lo vi cuando estuvo preso en la Disip. Yo era diputado y fui a visitar a los presos políticos (eso era cuando uno podía ver a los presos políticos) y lo vi allí, incomunicado. Y me pegó un grito “¡Epa, Vladimir!”.

—¿Y cuándo estuvo preso nadie lo torturó?

—Él estuvo detenido en su tiempo de dirigente del Movimiento Revolucionario 200 en Caracas. Freddy Bernal y Nicolás Maduro eran los más buscados entonces. Y yo era presidente de la Subcomisión de Derechos Humanos del Congreso y un día, cuando fui a visitar a algunos presos políticos -porque soy hijo de un preso político y me quedó esa responsabilidad de atender y ser sensible al tema-, vi a Nicolás, que estaba incomunicado, en un “tigrito”… así que, bueno… Luego nos habremos tomado algunos vinos en otros momentos, pero no fue precisamente ese el punto de encuentro nuestro, sino en la política. Yo fui su vicecanciller, estuvimos juntos en la Constituyente, en luchas de calle… hasta que llegó mi separación del chavismo en el año 2007, cuando me opuse a la reforma que quiso implementar Hugo Chávez para mantenerse en el poder para siempre.

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—Hay rumores de que tu salida obedece a la entrevista que le hiciste al embajador James Story en “Vladimir a la Carta” y donde el diplomático desmontó todas las versiones de la invasión de Macuto (“Bahía de Paja” lo llamó) y dejó muy mal las versiones del gobierno de Maduro. ¿Alguien te llamó, te jaló las orejas?

—Entre las razones por las que salí del canal probablemente estuvo esa entrevista a James Story. Pudo haber sido una de esas razones. Pero en todo caso ya había una acumulación de cosas que yo había dicho en el programa y que al Gobierno no le estaban gustando. Y además, con el tema de DirecTV encima, aprovecharon la ocasión para acabar con cualquier vestigio, lucecita o destello de opiniones que no les fuesen agradables de ver en la televisión y yo fui un primer paso. Fíjate que son tan intolerantes, que hasta a Walter Martínez lo sacan del aire en VTV.

—Lo que se dice de ti ahora es que eres un chavista infiltrado y que el despido de Globovisión es para que te vean como una víctima y así puedas llegar sin mácula ideológica a tu designación al CNE.

—Quienes dicen que soy una especie de Arias Cárdenas, me lo han dicho a mí y se lo han dicho a mucha gente. Son los mismos que han estado sonsacando a los militares y entonces les dicen que son corruptos, criminales, asesinos, pero que, si pasan la talanquera y se van con ellos para apoyar el derrocamiento de Maduro, les van a perdonar la vida. Son los mismos que les lanzaban pantaletas a los militares y montan operaciones locas que terminan ayudando a que el Gobierno se quede. Es el extremismo colaboracionista el que me tilda de esa forma. Y no me importa mucho que digan eso porque es parte del debate político y tienen derecho a dudar. La duda es parte de la vida.

Pero recordemos que la oposición votó por Arias Cárdenas que se presentó frente a Chávez y aglutinó a diferentes sectores, prácticamente toda la oposición votó por él. Y bueno, después él regresó al chavismo porque esa fue su decisión. No todo el que se va del chavismo está urdiendo una conspiración para después regresar triunfante. Sería una soberana estupidez creer eso. Yo me fui del chavismo cuando Chávez estaba en casi 60 % de popularidad en el año 2007 y tenía todo el poder. Y lo hice porque me opuse a la reforma. Sería una estupidez mía haberme ido del chavismo en ese momento y pretender ahora regresar buscando una migaja de poder en un gobierno como este que ha quedado entre los peores gobiernos de la historia nacional, sin duda alguna, que es el peor.

Que mi salida de Globovisión haya sido una estratagema para aparecer como independiente y luego ir triunfante al CNE, debe ser una versión que proviene de las pronosticadoras y pronosticadores (como dicen ahora en lenguaje de género), de muchas de las cosas que no han llegado a ocurrir en Venezuela. De los que han apostado por golpes militares, rebeliones triunfantes que estaban listas, comandantes de fuerza que estaban contra Maduro, en fin. Pronosticadores que se han venido equivocando una y otra vez, pero dejemos que el tiempo se los demuestre.

Lo que pasa con esto es que hay toda una campaña donde coinciden los laboratorios de guerra sucia del chavismo con los del extremismo opositor. Ambos extremos se juntan para debilitar cualquier postura crítica, sobre todo aquellas que van acompañadas de una reflexión con respecto a los errores que se han cometido durante estos años en materia de estrategia electoral o política por parte de la oposición. Yo creo que hay que rescatar el camino de la política, de la Constitución, el camino electoral porque es la única vía. Las demás estrategias han fracasado y solo han hecho que le Gobierno se fortalezca.

Ahí está la revolución de los cambures verdes. ¿En qué quedó? Terminó de acabar con lo poco de movilización popular que había en el país, la poca que quedó después de la brutal represión que se aplicó. ¿Y en qué se tradujo? En represión, en frustración, en persecución, en presos. Hasta el pobre Edgar Zambrano, diputado a la AN por AD, fue víctima de esa misma maniobra. Lo acusaron de lo mismo que hoy me acusan a mí, de ser un infiltrado, un colaboracionista, un corrupto. Un hombre que se caló la cárcel, pero mucha gente desde la comunidad de Twitter o Instagram, lo estigmatizaron desde el exterior, prestándose para la guerra sucia de los laboratorios que desgraciadamente están funcionando y detrás de los cuales hay algunos colegas que se han prestado para esa labor tan deleznable.

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—Los siquiatras dicen que a los problemas hay que ponerles nombre y apellido. ¿Entre esos extremistas radicales de la oposición incluirías a Juan Guaidó?

—Lo veo como a una persona secuestrada por el extremismo y eso lo ha llevado a cometer tantos errores que el país los ha padecido. Y en el caso del chavismo, los nombres de ese extremismo chavista están en una lista tan larga que se me acabaría la pila del celular si los menciono a todos. Nicolás Maduro, que pudo haber llegado a ser una figura equilibrada y encaminar el país hacia un sendero de diálogo, pareciera que ha decidido asumir la jefatura de ese extremismo chavista.

Un caso particular es el de su relación con los periodistas, con quienes ha asumido una relación desde una postura extremista que no ayuda para nada al país. Diosdado Cabello es otra de esas figuras. Pero también vemos subfiguras del extremismo chavista que alientan por debajo de cuerda la acción de los colectivos para que agredan a periodistas o a gente que no piensa como ellos. Ambas posturas son como espejos. La lógica del extremismo chavista y el opositor responden a los mismos patrones. El extremismo no tiene ideología. Tiene más hígado que cerebro.

—¿Y Maduro es un secuestrado de los cubanos, de quienes se dice son los que manejan los hilos de la represión en Venezuela?

—Maduro es un secuestrado de un modelo político fracasado, de una manera de hacer política que va en contraposición de los intereses de las grandes mayorías y que atenta contra la viabilidad del país. Yo creo que él está equivocado y es un secuestrado de sus propias taras ideológicas, que lo tienen secuestrado en una posición equivocada.

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