El final de la gira del presidente interino de Venezuela trajo consigo la ratificación del respaldo internacional de la oposición en el país, pero también abrió la puerta a un nuevo capítulo en la pugna por el cambio político venezolano. Mientras Guaidó y sus aliados aspiran a aumentar las sanciones contra el gobierno de Maduro, en Miraflores insisten en el hostigamiento judicial del entorno del líder opositor para frenar sus acciones

El pasado martes 11 de febrero, la gira de Juan Guaidó llegó a su fin. La visita durante tres semanas a ocho países, incluyendo paradas en Londres, Bruselas, París y Washington, sirvió al jefe de la Asamblea Nacional (AN) para repotenciar su causa en el ámbito internacional con miras a desbancar a Nicolás Maduro del poder político en Venezuela.

Si bien el martes los agentes de seguridad fieles a Maduro no capturaron al líder opositor por violar por segunda vez en menos de año la prohibición judicial, su llegada no fue del todo ignorada por el gobierno socialista. En medio de asedio de simpatizantes chavistas, Guaidó fue víctima de agresiones e insultos a su paso por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía luego de arribar en un vuelo procedente de Lisboa, Portugal.

Ahora la pregunta es: ¿Qué significó la gira y en qué se traducirá para resolver la crisis venezolana?

Para el internacionalista y experto en temas de economía internacional, Alfredo Ordóñez, la gira tuvo un efecto positivo no solo por el reconocimiento a Guaidó como presidente encargado de Venezuela, sino al movimiento de oposición que enfrenta al gobierno de Maduro.

Ese movimiento, agrega Ordóñez, “vuelve a tener legitimidad y credibilidad internacional”.

El experto explicó a El Pitazo que el viaje de Guaidó puede describirse bajo tres logros claves

– Reconsquistó la legitimidad de la alternativa democrática entre la comunidad internacional, que se venía perdiendo por acciones fracasadas en contra del régimen venezolano.

– Estableció una nueva estructura de sanciones para limitar el accionar político de Maduro.

– Se ratificó el reconocimiento de Guaidó como líder del movimiento que aspira a conseguir un cambio político en el país.

Ahora, “la gira internacional no va a generar un cambio sustancial en la actual coyuntura política venezolana si desde el punto de vista local no se generan avances estratégicos” y “esas son las expectativas”, señala el experto en materia internacional.


La gira internacional no va a generar un cambio sustancial en la actual coyuntura política venezolana si desde el punto de vista local no se generan avances estratégicos

Alfredo Ordóñez, internacionalista

La politóloga Ana Milagros Parra coincide en este análisis, además destaca que Guaidó se haya puesto como objetivo alinear las acciones de la comunidad internacional en el caso venezolano, como solicitar ayuda para detener el comercio de oro ilegal en el Foro Económico Mundial de Davos.

De igual forma, “el éxito de la gira dependerá de cómo logre capitalizar su respaldo en el país”, insistió en conversación telefónica con El Pitazo.

Cambios en la estrategia

Las primeras luces sobre los cambios de la ruta opositora las ofreció el propio Guaidó luego de su llegada. En un acto en la plaza Bolívar de Chacao, al este de Caracas, el mandatario interino hizo llamados a reactivar las protestas para presionar a lo interno al Gobierno. No obstante, su discurso hizo hincapié en que vendrán nuevas sanciones contra los “criminales y todos los que respaldan la dictadura” de Maduro.

Esta postura la ratificó el pasado 7 de febrero el enviado especial de EE. UU. para Venezuela, Elliot Abrams. El funcionario estadounidense anticipó que en las próximas semanas su gobierno anunciará acciones “más duras” en contra de la administración de Maduro. El primer paso fue sancionar a la aerolínea estatal Conviasa y decenas de sus aviones.

Luego de la inusual invitación del presidente Donald Trump a Guaidó a su discurso del Estado de la Unión en el Capitolio de Washington y su posterior encuentro en la Casa Blanca, la apuesta del EE. UU. se enfila a recrudecer las acciones hacia Maduro, pero sin descartar un negociación que conduzca a un gobierno de transición, una opción de la cual es partidario el secretario de Estado, Mike Pompeo.

Ordóñez sostiene que el espaldarazo de Trump a Guaidó también implica que el diputado, exmilitante del partido Voluntad Popular (VP), tendrá el respaldo internacional para encabezar esa transición en Venezuela.

Aun así, aparece la interrogante sobre qué más puede hacer Washington para apoyar al joven adversario de Maduro toda vez que lleva meses aplicando sanciones a la economía venezolana.


A SU LLEGADA A VENEZUELA, GUAIDÓ HIZO LLAMADOS A REACTIVAR LAS PROTESTAS PARA PRESIONAR A LO INTERNO A MADURO


Pero la detención de Juan José Márquez, tío de Guaidó, también deja ver las intenciones desde el Palacio de Miraflores. Parra opina que lo ocurrido con Márquez “fue la manera del chavismo de enviar un mensaje a sus bases” ante la imposibilidad de aprisionar al líder opositor.

Márquez fue detenido este martes 11 de febrero en Maiquetía por agentes de inteligencia venezolanos, para luego ser acusado de presuntamente intentar ingresar materiales explosivos al país, según dijo el número dos del chavismo Diosdado Cabello. Aunque dicho señalamiento fue rechazado por la aerolínea portuguesa en la que viajaba la delegación de Guaidó e incluso por el gobierno de ese país.

Lo que hay es “el claro aumento de la represión en el círculo cercano”, añade la politóloga.

En su programa de televisión, Cabello declaró: «¿Qué hacemos? ¿Es el tío de ‘Juanito Alimaña'(como suele llamar a Guaidó) y hay que soltarlo? No, no. Una y mil veces no, y de aquí para adelante no».

Un caso similar es del jefe de despacho de Guaidó, Roberto Marrero, quien permanece en la cárcel desde el 21 de marzo de 2019, acusado por supuestamente estar detrás de planes para atacar a funcionarios chavistas, e incluso de ser autor intelectual del apagón nacional de ese año.

Máxima presión

El tablero también se mueve entre los aliados extranjeros. Un funcionario de la Casa Blanca dijo el pasado miércoles de 5 febrero que EE. UU. permanece “a mitad de camino” en su campaña de “máxima presión” en el caso venezolano, según reportó la agencia Reuters.

Elliot Abrams confirmó esta posición y dijo en la teleconferencia de la semana pasada, en la que participó El Pitazo, que Rusia descubrirá “pronto que su continuo apoyo a Maduro ya no será gratuito”, a propósito de la visita del canciller del Kremlin, Sergui Lavrov, a Caracas.

Además, aseguró que la administración Trump se encuentra evaluando el rol de la petrolera rusa Rosneft en Venezuela, aunque no quiso revelar si esto implicaría posibles sanciones.

La visita de Lavrov en Venezuela, según Moscú, busca «contrarrestar las sanciones ilegales y unilaterales” de Washington. Una posición que evidencia las discrepancias entre Estados Unidos y Rusia sobre la nación petrolera. Mientras el primero reclama la convocatoria a unas elecciones presidenciales, el Kremlin cierra filas con el gobierno de Maduro en su empeño por celebrar comicios parlamentarios este año.


LA APUESTA DEL EE. UU. SE ENFILA A RECRUDECER LAS ACCIONES EN CONTRA DE NICOLÁS MADURO


Parra señaló que Guaidó deberá mantener la “congruencia” con sus denuncias en la gira internacional para no caer en un proceso electoral viciado y sin garantías de transparencia “donde no pueda ganar”.

«Aunque se logre un nuevo CNE, las garantías van más allá», pues el Ejecutivo de Maduro “controla todos los poderes del Estado”, advierte.

Pero la analista considera que la narrativa del titular de la Asamblea Nacional ha mutado hacia una “más frontal contra el régimen de Nicolás Maduro”, por lo que estima que su estrategia se perfile más cerca con su discurso.

Desde los principales partidos opositores, también llamados el G4 —Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular—, aun no se han referido sobre la participación en las inminentes elecciones de este año. Solo el excandidato presidencial, Henrique Capriles, llamó a reabrir el debate acerca de la conveniencia de acudir a las parlamentarias que ha anunciado Maduro.

Control parlamentario

Otro de las incógnitas después del retorno de Guaidó reside sobre cómo continuará el último año del actual periodo legislativo de la Asamblea Nacional. Desde el pasado 5 de enero, la sede del ente parlamentario se encuentra tomada por un grupo de diputados disidentes de oposición y el chavismo.

Luego de que el diputado Luis Parra, expulsado de PJ por acusaciones de presunta corrupción, fuese elegido presidente de una junta directiva irregular durante una sesión que no contó con la mayoría parlamentaria opositora, Guaidó y sus diputados aliados no han podido hacer uso de los espacios del Palacio Federal Legislativo.

El presidente interino refrendó su promesa de recuperar el control de la sede parlamentaria, aunque está latente que fuerzas militares y paramilitares adeptas a Maduro intenten impedir su ingreso, como ocurrió en la sesión del pasado 14 de enero.

De momento, la oposición ha optado por celebrar sesiones improvisadas en diferentes zonas del Área Metropolitana de Caracas, que tampoco han escapado del hostigamiento gubernamental. El bloque opositor ha denunciado que varios colaboradores técnicos han sido detenidos por la policía venezolana por asistir a los parlamentarios.

Un legislador miembro de la fracción disidente de Parra, llamada Venezuela Unida, dijo a El Pitazo, en condición de anonimato, que si bien Guaidó y el resto de diputados de oposición tienen las puertas abiertas del Palacio, deberán reconocer a Parra en la presidencia del ente legislativo para participar en las sesiones.

Una decisión que luce lejos de producirse.

Este sentido, Ordóñez opina que lo fundamental será que la oposición defina su plan estratégico para el primer semestre del año y en ese escenario, sostiene el experto, jugará un rol importante “la nueva alineación entre partidos” del antichavismo.

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