Por Damary Díaz*
El Tigre.– Hablar de la Virgen del Valle en el oriente de Venezuela es hablar de amor maternal, uno que evoca el amor de Dios. El Tigre, capital del municipio Simón Rodríguez del estado Anzoátegui, arraiga este sentimiento, tanto como ocurre en Margarita, estado Nueva Esparta, donde este 8 de septiembre son los actos centrales en honor a Vallita, como también se le llama.
Pablo Crespo es ejemplo de ese sentimiento. Un devoto tigrense de ascendencia margariteña que ha dedicado 43 de sus 65 años a servir en la Legión de María, una organización de voluntarios en la Iglesia católica, cuya misión es orar y trabajar apostólicamente.
Es una herencia que le dejaron sus padres. «Ellos me enseñaron a amar a la virgen», expresa. Cuando era niño, su familia lo llevaba todos los años a Margarita para venerar a la madre de Jesucristo, un hábito que convirtió en suyo hasta su adultez.
Y tanto es su amor por Vallita, que tiene una gran imagen de ella, que recibe a todo aquel que lo visita en su casa.
Un accidente al limpiar la imagen lo llevó a prometerle dedicación por el resto de su vida. Pablo es uno de los miles de devotos que este 8 de septiembre se unen en oración y júbilo para celebrar los 112 años de la coronación canónica de la patrona del oriente de Venezuela.
Este viernes, los fieles de Anzoátegui, Monagas, Nueva Esparta y Sucre despiertan con cohetes y galerones. Hay fiestas, procesiones, caravanas y paseos en lanchas. Incluso, la gente ha hecho novenas en la antesala de su día.
La Iglesia católica tiene misas desde las 8:00 a.m. y en Margarita la gente tuvo la opción de apartar puestos.
Favor concedido: la historia de Pablo
En cada casa donde hay un creyente se le agradece a la Virgen del Valle por interceder ante su hijo y conceder un favor. La sensibilidad de Pablo por Vallita se refleja en sus ojos cristalizados por las lágrimas al contar su historia.
«Es mi vida», expresa, mientras asegura que gracias a su intercesión está vivo.
«Cuando tenía 30 años me diagnosticaron peritonitis (inflamación de la membrana que recubre la pared interna del abdomen y protege los órganos). Estuve 15 días en cama. Estaba grave. Entonces, le pedí a mi virgencita y al doctor José Gregorio Hernández que me ayudaran ante Dios para curarme y así fue», relata.
Pablo fue hospitalizado en una clínica luego de sentir un dolor estomacal al que le restó importancia. Al poco tiempo, se debilitó con fiebres y un fuerte malestar generalizado. Los médicos esperaban lo peor. Igualmente pensaba él.
“Me encomendé a ella y le dije: ‘Madrecita bella, me pongo en tus manos y si esta es mi hora, lo único que te pido es que mi mamá no sufra’”, recuerda.
En esos momentos oscuros, afirma, sintió la intervención divina de la virgen de distintas formas. Por ejemplo, una de estas cuando pedía que le colocaran algún vestido de ella encima: ese simple acto era capaz de calmar sus dolores.
Hubo un gesto de la madre de Dios que lo dejó sin palabras.
«Le pedía a la virgen que mandara al doctor que más supiera para sacarme de ese trance. Entonces, una noche alguien entró a mi habitación, que estaba oscura. Me acomodó y me dijo en qué posición debía ponerme para que bajara la inflamación. Luego, se fue. Llevaba un saco negro y una camisa blanca. Pregunté quién había sido y nadie supo. Yo siento que fue el doctor (José Gregorio Hernández) enviado por la virgen», afirma.
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La otra experiencia que tuvo sucedió con una enfermera. Ella le aplicó una sustancia caliente a modo de lavado estomacal que contribuyó con su mejoría.
Pero lo inexplicable, sostiene, es que el procedimiento debía ser autorizado por un médico y al preguntar quién había otorgado el permiso, tampoco hubo respuesta.
Cuidador de la imagen
Un creyente en la madre de Dios no solo ora por él sino por sus afectos. Al mismo tiempo, por quienes no lo son. Por esto ora Pablo:
«Que los venezolanos tengamos estabilidad, que regresen los seres queridos que han partido hacia otras geografías y que quienes están en el poder tomen conciencia, que amen a esta tierra y le den lo que merece».
Su petición comulga con el lema que la Diócesis de Margarita escogió para la celebración mariana de este 2023: “María, amor sin fronteras».
Se trata de una deferencia para los venezolanos que partieron a otras latitudes y que en la distancia mantienen intacta su devoción.
La devoción de Pablo se fortaleció cuando, como miembro de la Legión de María, casi se le cae la corona de la virgen un día que iba a limpiar la imagen.
Más allá de los nervios que pudo sentir, tomó el incidente como un mensaje en el que la virgen lo designaba su cuidador. Desde entonces es quien se encarga de limpiar, resguardar y vestir a la imagen.
Al mismo tiempo, organiza los rosarios y la peregrinación de Vallita por las viviendas de los fieles. En su labor también destaca el diseño de los vestidos que usará la réplica y que son confeccionados por su comadre.
Este día es una fecha que se vive como el Día de las Madres o incluso Navidad. Es un momento para reconfortarse en la fe. Es un día para mostrar respeto por María santísima en una eterna comunión con su hijo, Jesucristo.
*Programa de Formación Nuevos Periodistas
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