¿TikTok nos está idiotizando?

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ANALÍTICA


Por: Heberto Alvarado Vallejo

El término idiotización colectiva ha sido utilizado por diversos analistas modernos para referirnos a una condición humana especial, en la cual el individuo pierde conexión con su entorno y, por ende, aminora sus posibilidades de propiciar un cambio positivo en su sociedad e incluso involucrarse con su entorno.

En algún momento se acusó a la televisión de propiciar un condicionamiento humano. Hacer del hombre un receptor de mensajes, quien, a partir de un determinado estímulo, respondería instintivamente.

Ahora, quienes advierten sobre una nueva idiotización colectiva aseguran que las condiciones para incrementar tal condición humana se han incrementado. La masificación de los smartphone y el posterior reinado de las redes sociales crearon las condiciones idóneas para ampliar las fuentes de distracción en el ser humano. 

En 2019 los usuarios del mundo pasaron 3 horas y 22 minutos al día con su smartphone. Los millennials pasan la mayor parte del tiempo en sus teléfonos, registrando un promedio de 3,7 horas diarias, según un estudio de WhistleOut.

Si a los números nos sometemos podríamos afirmar que las tesis de quienes advierten de una nueva idiotización colectiva están bastante apegadas a la realidad y deben encender las alarmas en una sociedad que camina rápidamente a más dispersión y desatención.

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En el año 2000 un estudio de Microsoft reveló que la capacidad media de centrar nuestra atención en una única tarea era de doce segundos. Luego de 15 años, Microsoft retomó los datos y los comparó. Los resultados fueron alarmantes. En menos de tres lustros, la capacidad de atención del ser humano se redujo a 4 segundos.

El gigante informático indicó que la merma en nuestra capacidad de atención se propició por la masificación de los smartphone.  

El estudio no consideró en su momento el impacto de las redes sociales, el cual ha sido exponencial en estos últimos 5 años y, en especial, luego de año y medio en pandemia.

El tiempo de TikTok 

Desde que Snapchat irrumpió en el mundo digital propició un nuevo fenómeno entre los usuarios de smartphone: el uso del video como principal fuente de conexión e intercambio de información. Un contenido fugaz, capaz de diluirse en solo 24 horas.

El fenómeno incrementó la generación de contenidos y amplió a un nivel superlativo, la exposición de las personas, especialmente los más jóvenes, a un sinfín de contenidos.

Si bien Snapchat es hoy un servicio secundario, inició una nueva etapa, capitalizada muy bien por Instagram, pero sobre todo por TikTok, la red social china, propiedad de la empresa Bydance, altamente criticada por la administración Trump, que capitalizó como ningún otra plataforma el confinamiento del año 2020.

En marzo de 2020 se contabilizaron 76 millones de descargas de TikTok. En agosto de ese año las cifras eran de 44,6 millones. Por encima de Facebook.

Con el crecimiento exponencial de Tiktok se incrementaron muchos de los flagelos que han ido afectando la psique de los más jóvenes. Los famosos retos, por ejemplo, han sido ampliamente criticados. Lo más asombroso, es que siguen creciendo, teniendo a muchos jóvenes realizando actividades poco productivas y en muchos casos exponiendo su integridad física o la de terceros.

Una respuesta a un estímulo. ¿Cuál es el estímulo? Más reproducciones, más me gusta. No importa si en el camino me corrompo, abuso de alguien o de mi ser.

El problema detrás de esta distorsión es que propicia reacciones y respuestas a estímulos. El individuo  no piensa, no analiza y por ende toma decisiones a partir de preceptos superficiales o simplemente para ser reconocido por un grupo intangible, que en el fondo no existe.

Vivir en falsedad

Un ejemplo del comportamiento reaccionario y poco analítico son las “Fake News”. Una reciente “noticia falsa” que se levantó en TikTok propició el rechazo a las vacunas. El Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD) analizó 124 videos que contenían diálogos de cuatro videos originales de TikTok y notaron que éstos desinforman y despertaban los temores sobre los efectos secundarios de las vacunas.

De esos 124 videos, que tuvieron más de 20 millones de visitas, dos fueron eliminados por TikTok por infringir las normas de desinformación contra el COVID-19. Si bien no se cuantificó el impacto de dichos contenidos, es casi seguro que muchos de los usuarios que los vieron tuvieron una postura reacia hacia la vacunación.

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El impacto de este tipo de contenidos se acrecienta cuando buena parte de los receptores del mensaje consideran a Tiktok (el medio) como una fuente fiable para informarse. Se siente parte de un grupo y por lo tanto, defenderán consciente o inconscientemente lo que allí se divulgue.

Sin dudas, un riesgo o una oportunidad, pues puede hacer más fácil el trabajo de persuasión, bien para la compra de un bien o servicio, o bien para la ideologización de una sociedad.

La respuesta de TikTok

Afirmar que TikTok ha sido un gran estimulador de la nueva idiotización colectiva es indudable. Indicar que hasta hace poco el servicio estimuló la creación de contenido basura es también poco criticable.

A finales de 2020 TikTok indicó que premiaría los contenidos de Tikokers con muchas reproducciones. El contenido más popular recibiría millones de dólares. 

El objetivo de esta estrategia pudo ser competir con Youtube, que desarrolló un modelo de negocio exitoso con la monetización de los youtubers.

Sin embargo, TikTok dejó abierta la opción. No hizo algo que considero necesario para estimular el contenido de calidad. 

La tarea de cara al futuro para TikTok es aprovechar el músculo financiero que ha adquirido para estimular y auspiciar a los generadores de contenidos de calidad. Existen muchos tiktokers creativos que han generado contenido educativo, que merece ser masificado.

Si bien aún no estamos cerca de ver estrategias de este tipo. Sí se pueden apreciar algunos avances. 

La red social se comprometió en reducir el contenido sexual explícito, el discurso de odio y otros mensajes bastante difundidos en su plataforma. También eliminó cerca de 7 millones de cuentas de menores de 13 años, que habían burlado las normas de acceso a Tiktok, muchos de ellos, aunque cueste creerlo, tutelados por padres o representantes.

Además, TikTok ha iniciado una serie de cambios en sus filtros y políticas de privacidad. Sus creadores han entendido que la creciente presión internacional, que se inició con el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, hasta las críticas que la Comisión Europea realizó recientemente o las que el gobierno Indio promovió en su momento, pueden propiciar más controles y regulaciones.

Dato de cierre

Un estudio realizado por el fabricante francés Wiko demostró cuál es el uso que dan a los smartphone  los jóvenes: 89,96% de las personas consultadas afirmó utilizarlo para el ocio. Sólo el 7,97% de los jóvenes emplean sus teléfonos para fines lectivos en clase. Al utilizar tanto tiempo en simplemente no hacer nada, el cerebro se adormece y evidentemente aleja cualquier posibilidad creativa del individuo. 

Por eso es recomendable, primero bajar un poco las horas de conexión a internet a través del smartphone y aprovechar ese tiempo para labores más productivas. Bien leer un libro, salir a un parque y conectarse con el entorno o cualquier otra actividad que estimule la concentración. En tus manos está contribuir con el crecimiento de la idiotización colectiva o revertir su creciente protagonismo.

La próxima semana

Continuaremos tocando temas relacionados al mal uso que estamos dando a internet y al flujo constante de información. Tocaremos el tema de la “infoxicación” y cómo la saturación de temas y versiones de un tema generan un rechazo consciente e inconsciente de los individuos. 


HEBERTO ALVARADO | @Heberto74 @Hormigadigital

Periodista, director de Hormigatv.com.

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