Servando y Florentino, más allá del chavismo

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El retorno de Servando y Florentino no fue solo la explotación de la nostalgia de los años mozos de cualquier generación, fue también el llamado a vernos más allá de las heridas de la batalla política para que, así como la salsa, nuestra nueva identidad nazca de nuestra herencia y de la calle. Una calle que aún a oscuras no teme mirarse a sí misma mientras la música nos sirva de guía.

Por: Leonor Carolina Suárez

El cierre de la gira del retorno de uno de los fenómenos musicales más importantes de las últimas décadas en Venezuela tuvo cuatro sedes –Caracas, Miami, Santiago y Buenos Aires–, y una pregunta: qué es ser venezolanos (a pesar de la política).

Tendríamos que detenernos un minuto a pensar en esto para que no pase desapercibida la intención detrás de la interrogante que rodó en el video, antes de que aparecieran los hermanos Primera en tarima: “¿Qué es ser venezolano?”. Vimos responder a orgullos patrios como Omar Vizquel, Deyna Castellanos, Daniel Dhers y Leonardo Padrón. O emprendedores hablando a cámara desde Argentina, Miami o Caracas. Nunca antes una pregunta fue tan pertinente, y Servando y Florentino parecen querer asumir la batuta de apuntarnos lo evidente: tenemos que redefinirnos a pesar de las distancias.

«El último y nos vamos», como llamaron a la presentación del jueves 15 de diciembre, en el FTX Arena de Miami, fue uno de los cuatro puntos finales de un viaje que arrancó virtualmente en 2021. El encuentro online ‘En tu cuarto’ del que los hermanos vendieron 90.000 tickets y al que se estima que cientos de miles de personas se unieron desde distintas partes del mundo.

La congregación virtual, parte del boom de este tipo de conciertos durante la pandemia, demostró que existe una audiencia venezolana internacional sedienta de contenidos dónde atajar un pedazo de venezolanidad. Desde entonces, Servando y Florentino han capitalizado la nostalgia con una gira mundial que ha venido ―como todo ejercicio melancólico― a borrar con su manto la causa de las desdichas. Esta vez, espero que sea no por unas meras aunque legítimas ganas de rellenar ausencias, sino como paso previo y necesario para trascenderlas. Porque lo nuestro no se perdió, lo perdimos.

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Durante estos últimos dos años, los hermanos lograron que muchos dejaran de preguntarse si apoyaron o no a los gobiernos y las políticas que resultaron en millones de venezolanos fuera del país. Y quizás eso es una muestra del inicio de un fenómeno.

El éxito del retorno de los hermanos, asociados por herencia y por acción a la izquierda venezolana, es ver la necesidad de trascender a la pregunta recurrente: “¿pero son o no chavistas?”. En este caso, tal vez para bien. Si lo hacemos sin ánimos de olvidar, pero sí de una intención sana de movernos hacia adelante (la familia que esté exenta de al menos un integrante con pasado chavista que lance la primera piedra).

Es quizás el comienzo de la superación de una perversa consecuencia de lo que ha sido ser venezolano en las últimas décadas: la división, esa que ellos también han vivido en carne propia. Por un lado, Servando, quien emigró hace casi veinte años a Estados Unidos; y por otro Florentino, quien convivió con la ideología de Chávez hasta el punto de cantar en la capilla ardiente tras la muerte del entonces presidente.

Este ejercicio, sin embargo, es sólo útil si no nos deja en un limbo sin sentido sobre lo que éramos y ya necesariamente no somos. O pinta de banalidad la importancia de revisar nuestra historia, nuestras decisiones y líderes.

En el arranque de la gira de conciertos que cerró este mes, los hijos de Alí Primera superaron la mera melancolía y propusieron algo más: crear identidad desde la historia y con el motor de la pasión.

Servando y Florentino enseñaron a una generación a bailar salsa, a interrumpir las tardes de verano en la playa para unir a todos los primos de Caracas y el interior frente a un televisor con antena de papel aluminio y ver ‘De sol a sol’. “Una fan enamorada” es quizás el soundtrack del primer amor platónico de cualquier adolescente de finales de los noventa en Venezuela, porque enamoradas estábamos de ellos.

En 2020, diez años después del último disco del dúo, Servando nos pidió madurar durante una
reveladora entrevista en la que reconoció sus diferencias ideológicas con Florentino. Y este diciembre en
un concierto los hermanos, juntos, nos presentaron un nuevo amor a través de su música: nuestra
cultura.

El retorno de Servando y Florentino no fue solo la explotación de la nostalgia de los años mozos de cualquier generación, fue también el llamado a vernos más allá de las heridas de la batalla política para que, así como la salsa, nuestra nueva identidad nazca de nuestra herencia y de la calle. Una calle que aún a oscuras no teme mirarse a sí misma mientras la música nos sirva de guía.

Habrá próximo disco de los Primera… publicarán y veremos.

LEONOR CAROLINA SUÁREZ / Twiter: @LeonorSuarez / Instagram: leocarosuarez

Abogada. Licenciada Cum Laude en Derecho de la UCAB y máster en Comunicaciones de University of Florida. Cuenta con más de diez años de experiencia en periodismo digital y producción audiovisual.

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