¡Quitémosle los grillos al pueblo!

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Freddy Bogady Flores

Una verdadera y victoriosa revolución se desató el 23 de enero del año 1958. Ese día, hombres y mujeres a todo riesgo, pero decididos, salieron a la calle con un ideal democrático profundamente apegado a los valores patrios y sentimientos del pueblo sufrido de Venezuela, que venía padeciendo los rigores de la dictadura, que se traducían en muertes, cárceles, maltratos y destierros.

La organización política y el pueblo en la calle derrocaron al tirano y pusieron fin a la dictadura del general Pérez Jiménez. Ese 23 de enero, el glorioso pueblo de Venezuela restituyó la soberanía democrática. Ese 23 de enero, Venezuela amaneció en democracia y nació la esperanza para todos los habitantes del país. Nacieron instituciones plurales, autónomas en el ejercicio de sus funciones, de credibilidad nacional e internacional.

De esa manera se fortaleció el nuevo ejercicio de poder. Para la salud democrática y la no perpetuación en el gobierno mediante la reelección indefinida, se establecieron normas de rango constitucional para la elección del presidente de la república y su ejercicio en un mandato de cinco años.

En ese contexto de legalidad se eligieron presidentes de Venezuela a Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi. Sus acciones y políticas de gobierno le proporcionaron al país, pese a las contradicciones que mostraron, una importante suma de bienestar al ciudadano. Este se tradujo en servicios públicos, políticas públicas de amparo al vulnerable y a todos en general, alimentación, trabajo y educación en todos los niveles.

En ese período democrático se desarrollaron industrias básicas propiedad del Estado venezolano y se crearon empresas privadas que contribuyeron con la distribución y el abastecimiento de toda clase de productos en el territorio nacional. Valgan algunos ejemplos de la realidad de aquellos días: había alimentos para escoger marcas, precios y tamaños; había producción de materiales para construcción de infraestructura, agencias para todo tipo de ventas y empresas automotrices; los hospitales suministraban a sus pacientes hospitalizados las medicinas y comidas gratuitas de calidad nutritiva, y las universidades eran verdaderas instituciones del saber.

Por varios períodos presidenciales contamos con una moneda estable gracias a la cual los turistas venezolanos que visitábamos Trinidad, Colombia y cualquier otro destino podíamos realizar compras. Vimos y vivimos un bienestar social y económico. De ello pueden dar fe los venezolanos de 40 años en adelante.

Gobernantes de Venezuela, la grandeza de un país se fortalece gracias a su aparato productivo, a la generación de bienes y servicios, a las políticas públicas para la ampliación del mercado nacional. Las ciencias políticas y las económicas van de la mano y no deberían estar enclavadas en postulados doctrinarios que en su aplicación menoscaben el desarrollo económico y social de un país hasta el punto da hacerlo retroceder hasta caer en el abismo. Como contraprestación nos ofrecen falsas promesas y, muchas veces, sonrisas desdeñosas.

Gobernantes de Venezuela, hace 22 años recibieron un país en marcha en el que, aun cuando atravesaba un período crítico, había empleos, capacidad adquisitiva y tranquilidad social. Con todo y los problemas de entonces, hay una diferencia marcada entre ese período y la actualidad. Para este año 2022 tenemos un saldo demoledor: un país con una casi absoluta parálisis económica, con una economía destruida como consecuencia de los efectos de una mal llamada revolución que solo ha servido para agredir en todos los sentidos al ciudadano venezolano.

Se empezó por el irrespeto a la propiedad privada, confiscando fincas y empresas en plena producción, destruyendo progresivamente el aparato productivo. De esta manera convirtieron al país en un cementerio donde hay industrias públicas y privadas, un inmenso parque automotor, agencias de venta, centros comerciales quebrados… Además, cerraron medios de comunicación impresos, emisoras de radio y canales de televisión. Por si eso fuera poco, destruyeron los servicios públicos, lo que sumado a la casi extinguida economía nos colocó en pobreza crítica, en una emergencia humanitaria compleja. Todo esto junto hace que vivir en el país sea un riesgo. Por último, se alteraron el espíritu, propósito y razón de la ley con una fraudulenta constituyente.

El insigne escritor venezolano Miguel Otero Silva publicó en el año 1955 su novela Casas muertas, en la que reflejó la situación de ruina y retroceso de un pueblo que abandonó el campo por ir detrás del petróleo. Ciertamente aquel es otro momento histórico, pero la obra de Otero Silva es un gran espejo en el que se mira la Venezuela de hoy. Nos miramos en el espejo del pueblo de Ortiz y nos vemos convertidos en seres desterrados, migrantes pobres que huyen de la tragedia.

Yo, Freddy Bogady Flores, nacida en Güiria, estado sucre, en el año 1955, no vi las casas de Ortiz en el momento en que se estaban convirtiendo en ruinas, pero sí me ha tocado ver hoy cómo se está derrumbando el país en que nacimos. Veo y lloro a los compatriotas que dejan sus hogares solos, porque huyen del hambre, y lejos de la patria también lloran. Veo cómo se ahogan en las bocas de Trinidad mis paisanos güireños que se fueron a buscar destino. Vi por los medios de comunicación a una madre venezolana llorando y solicitando ayuda a los Estados Unidos y a México para rescatar el cuerpo sin vida de su hija, que se ahogó tratando de llegar al primero de estos países.

Señor Gobierno, señora revolución, la democracia de un país no puede tener atajos, no puede ser un régimen que le impida una vida de bienestar al ciudadano. No puede tener parálisis en la producción. No puede tener una Ley de Registros y Notarias leonina que le impida al usuario ejercer plenamente su derecho patrimonial, la constitución de derechos patrimoniales y toda representación de justicia documentada. Y no puede tener leyes que criminalicen la opinión e información.

Los venezolanos necesitamos y merecemos ya un gobierno que procure el respeto a la familia y a los derechos humanos, que garantice bienestar integral colectivo. Venezolanos todos, la reestructuración del país es nuestra responsabilidad. El pueblo tiene claro quiénes son los que han destruido la nación. ¡Quitémosle los grillos al pueblo!

Somos marineros, somos más los que queremos cambio de gobierno. Es un clamor popular. El país nos necesita en unidad fortalecida. ¡Salvémoslo! Rememos, pues, boguemos. Así lograremos su restauración. El voto y la Constitución son nuestros mentores, nuestros timones.

Freddy Bogady Flores | Abogada güireña, estado Sucre | Facebook: Freddy Bogady Flores

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