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domingo, 19 mayo, 2024

OPINIÓN | Tenemos la solución económica y política de Venezuela

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Si me preguntan qué persona me gustaría que leyera este artículo, yo diría, por aquel viejo refrán de que un solo árbol no hace montaña, que un grupo de 3 personas estaría bien para mí. Además de las acostumbradas 500 personas que suelen leer nuestros artículos, de las cuales siempre estoy agradecido, por supuesto. Ese trío de personas serían: alguien muy influyente en el círculo íntimo presidencial, el otro sería el economista más brillante que haya en el país y, por último, una figura religiosa por aquello de las creencias y las energías.

Estamos en las horas más extrañas de los últimos años. La economía, la política y la vida en general están en ese momento cuando ya el barco se hunde y de pronto sale a flote y empieza a hundirse con más fuerza para nunca más salir del fondo del mar. Pero como un país no es un barco, ni los trenes que contienen oportunidades pasan una sola vez, me atrevo a aventurar y plantear ficciones que quizás sean soluciones.

La vida es y debe ser mucho más sencilla de lo que la hacemos o la vivimos. Si un gobierno puede decir que una moneda virtual vale 60 veces el precio de una moneda estable internacional, también puede decir que cuesta lo mismo y no 60 veces el precio de una. En ese sentido, qué tal si en vez de reconvertir por los siglos de los siglos o crear monedas, nos sinceramos e instauramos la norma interna de la estabilidad. Nos está matando la hiperinflación y creo que a la mayoría no le interesa si es culpa de un lado o de otro, o si hay una guerra, esto importa para conversar, pero estadísticamente no sirve para más nada. Entonces, quienes podemos y queremos, debemos buscar la estabilidad.

Si una harina de maíz cuesta 3500 bolívares, lo que equivale a 1,25 de cualquier otra moneda estable, qué hacemos dejando que el mercado negro distorsione y en cuestión de días te pueda costar 10 mil bolívares, lo que es normal, pues es para poder mantener su precio “estable” ¿por qué no nos sinceramos y decimos que el valor de esa harina de maíz es 1,25 bolívares? Si podemos reconvertir y podemos crear monedas nuevas por qué no normalizamos, al menos internamente. Pues parece obvio que a este ritmo, sea la guerra interna, sean las malas decisiones de quienes deben hacer cumplir las leyes, sea el sentido de supervivencia de la población o sea el sentimiento de aprovecharse de la situación, o todo junto, sea como sea nos estamos hundiendo. Y quizá en un vaso de agua.

En este punto es donde interviene el economista o el político y me explica porque esto que digo no es posible. Dejo mi correo por si acaso, para generar la interacción [email protected] Claro, esto solo sería una norma interna, dada la fragilidad de la economía y la situación del país. No podemos salir afuera a decir que nuestra moneda cuesta lo mismo. Pero como son números y ya hasta el tema del papel moneda lo estamos olvidando, ¿Por qué no lo intentamos, o lo conversamos o nos sinceramos? A fin de cuentas, nada es tan grave.

En ese sentido y viendo algunas cifras oficiales, vemos como me confirman que el salario mensual de un trabajador común y corriente es de 18 unidades de una moneda estable y 6 unidades según el precio que conseguimos en la calle (por redondear), el cual ya no es ilegal desde agosto cuando se levantó el ilícito cambiario.

Vale acotar que el promedio mundial de salario mensual es 300 unidades de una moneda estable. Digo mundial porque recordemos que hay un buen número de países con problemas económicos. Como los países africanos, por citar un continente entero, históricamente afectado lamentablemente.

Mientras todo esto ocurre, vemos también como el valor de la tasa para renovar, prorrogar o sacar un pasaporte aumenta a la par de la inflación y sin que nada lo detenga, parece lo normal, lo tradicional.

Yo voy y pago mi prorroga justo antes de que la inflación la haga subir. Y a los dos días me mandan un correo avisando que está lista la calcomanía que le van a pegar a mi pasaporte para prorrogarlo por dos años. Al día siguiente voy y llevo mi pasaporte, con la fe de que una institución está funcionando efectivamente.

Al llegar me dicen que no hay sistema. Que me pase al día siguiente. Al día siguiente voy y me dicen que no había llegado pero que ese día había llegado “Valija” y seguramente mañana lo pueda retirar. Al tercer día voy y me dicen que está pero no está impreso. Y entonces pienso ¿y eso ya no venía impreso en una valija? El cuarto día voy y me dicen que me pasé el próximo lunes que ya debe estar y la gente a mí alrededor me dice: mi suegra tiene 6 meses esperando que se lo den, otra persona me dice, acá hay una mafia que cobra en moneda estable para darte el pasaporte. Una amiga en otro país tiene meses diciéndome que no puede sacar su pasaporte para venir y hoy me percato que eso fue hace un año. Y aquí es donde me encantaría que un religioso o líder espiritual, lea estas líneas rece por mí y próximamente me entreguen mi prorroga, no me cobre la mafia, ni me hagan daño, a fin de cuentas no me voy a ir del país, yo solo quiero hacer un trámite común y corriente, sin ahogarme en un vaso de agua.

*El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en esta columna

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