Noticias falsas

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Una tarde de domingo, estaba yo de guardia en el diario el Clarín, el secretario de la Redacción tenía a su cargo la primera página que publicaría el lunes. Al ver las noticias que se habían producido hasta las 2:00 de la tarde gritó a voz en cuello: “¡Caliche, puro caliche!”.Y no se le ocurrió mejor idea que inventar una noticia

Por: Gloria Cuenca

Las noticias falsas o bulos, como se les suele llamar ahora, tienen su más remoto antecedente en el “bluf”. ¿Qué es eso? Simplemente, una noticia inventada. Los periodistas con ética pensábamos que era imposible aceptarla. Sin embargo, existieron, y hoy son divulgadas constantemente.

Del periódico Clarín recuerdo una anécdota (1). Los colegas jóvenes no tienen idea de la tensión que pasaba el secretario de Redacción de guardia durante el fin de semana. No se acostumbraba a titular la primera página con noticias culturales, menos en un periódico tabloide, bastante sensacionalista y gran opositor al gobierno de Rómulo Betancourt.

Una tarde de domingo, también yo estaba de guardia, el secretario de la Redacción tenía a su cargo la primera página que publicaría el lunes. Al ver las noticias que se habían producido hasta las 2:00 de la tarde de ese domingo, gritó a voz en cuello: “¡Caliche, puro caliche!”.

Para quienes no lo saben, en el argot periodístico caliche es una noticia sin relevancia, con la que obviamente no se podía abrir la primera página de un lunes. Sin consultarlo, ese periodista, ya fallecido, inventó una noticia: desde su ventana, cercana a nuestro precioso Ávila, vio caer una llovizna y sin más vociferó: “¡La tengo! ¡Tengo la noticia para abrir mañana el periódico: cae lluvia radioactiva sobre Caracas!”.

Luego, continuó hilvanando: “Probablemente se hacen experimentos con radioactividad” y otras ideas —todas inventadas— que se le iban ocurriendo.

Mandó a entrevistar a varias personas sobre la llovizna que caía en Caracas. Algunos comentarios fueron: “En efecto, era una lluvia un poco extraña”. No sabían si era radioactiva. Se preocupaban… «sí, algo raro había pasado”. Todo producto de la imaginación de quienes fueron interrogados por los reporteros enviados para tal fin.

El martes siguiente a la noticia falsa, se le ocurrió a este periodista: “¿Y si entrevistamos a la gente del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas?” Allá fueron a los Altos de Pipe, al estricto y científico IVIC. Los investigadores, con seriedad y rigor científico, habían recogido muestras de agua de lluvia para verificar lo dicho por el periódico. No, no había radioactividad alguna. El titular de primera del miércoles fue: “Falsa alarma, no era lluvia radioactiva”.

Este colega periodista (Q.D.E.P) inventó varias noticias falsas o bluf; no se conformó. Si el día no era noticioso, decía: “¡No puede ser!, busquen, busquen”. También dijo un día: “¡Llegaron extraterrestres!”. Supuestamente, los había visto. Retrató a un reportero que salió con cara de susto, tal vez por la mentira. Todo era falso, ¿y la conciencia ética?

Confiaba este periodista con vender más periódicos. Soñaba a diario con la “gloria” del tubazo.  Peleaba cuando se le argumentaba “la verdad debe ser norma irrenunciable de la profesión”. Le molestaba la ética.  “Ética, ¿para qué?”. La pregunta clave para saber si un ciudadano piensa con parámetros éticos o no.

Ética para actuar con responsabilidad, en bien de la ciudadanía, con fines pedagógicos en un país con un alto nivel de analfabetismo, en la búsqueda de la verdad con el objetivo ulterior de ir logrando la credibilidad, el más grande tesoro de un periodista o de un medio: ser creíble, confiable.

Cuando se dice: “Veo, escucho, leo, tal medio por cuanto dice siempre la verdad y si se equivoca rectifica” Ese periodista o medio habrá alcanzado la cima de los grandes.

A menudo, los reporteros hablan sobre ética profesional. La verdad y la responsabilidad son aspectos principales de su relación con el público, al cual se deben. Hay tensión y vinculación entre el público y el reportero.

Se confía el perceptor, progresivamente, de lo que dice el medio. La gente se lo comunica: “Tal periódico dice siempre la verdad”; “Le creo”. Es un trabajo de años. Resulta una tarea primordial: la confianza del receptor. A diario se construye la credibilidad y lo que se dice con honestidad y veracidad.

Aprendemos, poco a poco, a descubrir las noticias falsas y los bulos. Tenemos ayuda —invalorable— de las organizaciones dedicadas a verificar las informaciones noticiosas. Darnos la certeza de su veracidad o el desmentido de ésta. Se hace sin interés y es valioso. Debemos recurrir a ellas cuando hay dudas.

Ojalá estas ideas refresquen conocimientos y despierten la necesidad de aprender. Especialmente, a los llamados infociudadanos. Y le recuerdo a los reporteros y periodistas: la mentira tiene patas cortas mientras que la verdad resplandece por mala que sea. La verdad es fundamental en el periodismo informativo y noticioso. Es su fortaleza.

(1) Clarín fue un tabloide diario, sensacionalista, de la oposición más radical al Gobierno de Rómulo Betancourt. Su dueño era don Luis Miquilena del ala izquierdista de Unión Republicana Democrática (URD). Allí me inicié como reportera.

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela

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