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lunes, 17 junio, 2024

Los extremos

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¿Qué pasa cuando no se encuentran las palabras adecuadas?, ¿qué pasa cuando las ideas están claras, pero a la vez parecen huérfanas de sustento?

Cuesta escribir, cuesta expresarse sin dañar, sin causar el efecto contrario que se desea con el mensaje. En momentos así creo que lo mejor es callar.

Justo allí cuando las opiniones, destruyen sin concluir con la reconstrucción, cuando terminan con un cierre absolutamente parcializado a lo negativo, o extremadamente positivo, cuando no se deja si quiera una esquina de la ventana abierta para que entre un ápice de luz. Cuando se obvia que la historia siempre encuentra espacio para la esperanza, aún en los periodos más oscuros, crueles y sangrientos.

Creo que en ese momento cuando la realidad nos supera y no somos capaces de pensar racionalmente, es mejor callar y tomarse una pausa para pensar.

Las opiniones siempre son libres, esto es algo que debemos ir aprendiendo y aceptando poco a poco. Nos adiestraron para convertirnos en seres intolerables e intolerantes, básicamente para comernos entre nosotros, mientras el ojo del Gran Hermano observa, actúa, gana terreno.

Lo realmente complicado es que en medio de la tormenta de opiniones, la gente que se decanta por permanecer en el optimismo o la fatalidad, suelen querer imponerse.

Es la necesidad de encerrarse en una burbuja donde todo su entorno tiene que ver el vaso desbordándose, o sin una gota de agua. No hay análisis, no hay objetividad, y eso resta oportunidades.

Cansados, sin confianza, sin ganas de ilusionarnos para que el golpe no duela tanto, así estamos todos. Otros cerraron la puerta: es mejor borrar de una sola vez los recuerdos, alejarse y así dolerá menos.

Emociones acumuladas durante años,  batallas que hemos sentido que son el final de la guerra y éste nunca llega. Son así tantas millones de heridas como venezolanos existen. Es difícil ponerse de acuerdo, pero allí radica el ejercicio democrático, que poco a poco hemos olvidado.

La fórmula nadie la tiene, puede que lo más adecuado es pensar que podría hacer yo, (más allá de mantenerme a flote), ¿qué haría yo en esa posición?, ¿con qué herramientas cuentan y cuento?, y ¿qué puedo hacer yo desde mi posición? (…) un ejercicio para evitar que la vida se nos pase en los extremos.

Que el éxtasis del eterno optimismo no nos mantenga negando una realidad tan dura y cruel, tan mala. Para que la hostilidad de la tragedia no ensombrezca nuestro entorno, y nos deje inactivos.

Saber cuándo callar, para depurar las palabras que no cumplen una verdadera función, para repensar y plantear hacia dónde va nuestro mensaje, en circunstancias tan difíciles, tan vulnerables.

Desde el momento en que tenemos acceso a una red social para expresar nuestro punto de vista frente a una situación en particular, somos generadores de opinión pública, estamos contribuyendo a construir o destruir. Por eso no se puede subestimar el alcance de nuestras ideas una vez difundidas, por eso hay que pensar y repensar antes de hablar. Porque si algo nos ha enseñado estos años es que la responsabilidad es de todos.

Lejos de los extremos observamos mejor, vemos lo bueno y lo malo de cada uno, herimos y nos hieren menos, podemos trabajar con mayor alcance. Antes de hablar, fijémonos en dónde estamos parados y hacia dónde queremos ir. 

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