La comedia electoral

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«En fin de cuentas, todo es un chiste».
Charles Chaplin

Por María Eugenia Fuenmayor

En un país que se supone bloqueado «por fuerzas imperiales», en el que el poder, hasta el hartazgo y sin empacho, se recuerda en cada discurso que no hay electricidad ni agua ni gasolina ni salarios dignos para remunerar a nuestros maestros, profesores, trabajadores de la salud y demás servidores públicos -víctimas todos de una administración esquizofrénica e irracional- es debido a que el imperio quiere seguir imponiendo sobre nosotros sus apetencias coloniales.

Mientras esa narrativa se aplica a troche y moche, «el gobierno vilmente sometido a un bloqueo feroz» puede, sin embargo, hace uso de los últimos avances de la comunicación, creada por el capitalismo y que requiere de ingentes recursos económicos, para implementar una megacampaña viralizada a escala planetaria a punta de inversión publicitaria, ejércitos de «bots» y «trolles», intentando revertir la percepción de ruina y decadencia –fundada, dicho sea de paso, en hechos incontrovertibles- que de este país tiene el mundo libre.

Como por arte de magia, sí se han destinado enormes recursos para incursionar en la «ultrarealidad», con unos superguiones, desarrollados por prestidigitadores de la comunicación virtual, que propalan un mensaje clave: todo se arregló y por eso el país está feliz. El verdadero sortilegio ha sido, pues, fabricar un país venturoso, gracias al encantamiento del «deep fake».

Así, vemos a avatares (representaciones humanas que no existen a pesar de que nuestros sentidos dicen lo contrario) que describen una realidad aumentada: imágenes de nuestras paradisíacas playas disfrutadas alegre y frenéticamente por la población toda; de calles alumbradas con brillantes y coloridos leds que ilumina locales comerciales donde hay de todo, y todo es accesible para todos. Lo que no mencionan esos avatares es que, efectivamente, tal disfrute es posible para menos del 1 % de la población.
Para esos narradores etéreos y digitales, los contrastes no existen y los indicadores económicos y de Derechos Humanos, por supuesto, no son noticia.

En este contexto comunicacional es, pues, donde se celebrarán las primarias en las que se aspira se reconozca y acepte al nuevo representante de la oposición que deberá exponer con crudeza la realidad que niegan los ilusionistas que en estos 23 años han demolido a un país que fue próspero y que ofrecía un futuro para su gente.

Este es el escenario en donde nos encontramos y en el que se siguen reconsiderando líderes opositores y «outsiders», como es el caso del comediante que ya ha coqueteado con la política en eventos anteriores. Así, hay encuestadoras que sitúan a este personaje, Benjamín Rausseo, entre las preferencias, aun superando a líderes políticos ciclados y reciclados en diversos eventos de la historia reciente y no tanto. Sin valorar su talento artístico (habrá a quien le guste), Rausseo pareciera tener cierta figuración hoy, a pesar de su falta de consistencia y sus devaneos en campañas proselitistas anteriores.

Anatomía comparada de comediantes de aquí y de allá

Bajo el lema «Yo no tengo presidente» y «renuncia ya», los guatemaltecos se unieron para crear la presión suficiente a fin de procurar un cambio en el poder y lograr nuevas elecciones (demás está decir que Guatemala disponía una capacidad institucional instalada que permitió tales metas). Los ciudadanos lograron nuevos comicios, resultando ganador Jimmy Morales, conocido actor, comediante y productor de televisión. Uno de sus principales asesores fue su hermano mayor Sammy Morales, quien resultó detenido posteriormente por acusaciones de corrupción.

Así como el anterior, hay otros ejemplos de humoristas que han salido electos, pero, sin duda, el más notable ha sido el caso de Volodymyr Zelenski. Este reconocido actor llegó al poder en Ucrania en 2019 con casi 74 % de los votos. Su mensaje insignia, en medio de la corrupción y complacencia promovida desde la presidencia, con el vecino ruso, fue: «No pertenezco a la casta política». Zelenski no se devanó en promesas; entendió el hastío de los electores, mayoritariamente defraudados, e insistió mucho en que «sin promesas no hay decepción».

El actual presidente ucraniano logró su papel principal como actor y comediante en la serie «Servidor del Pueblo» de la cual era protagonista, enfocando sus libretos en denunciar al presidente ucraniano proruso Poroshenko, advirtiendo, a través de la comedia, la corrupción desatada en su país encabezada por el entonces mandatario.

Volvamos a nuestro patio: ¿Cuándo dónde y en qué tono se ha pronunciado el humorista criollo contra la corrupción y la violación de derechos? ¿cuál es el equipo técnico que acompaña sus propuestas? de hecho, ¿cuáles son esas propuestas?

La necesidad de un cambio radical, el agotamiento del liderazgo político y la falta de un mensaje que incite a la gente a la participación activa en iniciativas electorales creíbles es lo que en muchas ocasiones conlleva a la aparición de un comodín. Tal pareciera ser este el caso.

La falta de creatividad e innovación en la política se paga caro y pareciera que ese precio lo está pagando cada candidato reciclado.

Reinventarse no es solo una palabra «fashion»; es también una urgencia que requiere reinterpretar lo que pasa hoy. Este desafío no parece estar presente en las mentes de los sempiternos líderes y equipos de oposición, lo cual crea el espacio para «outsiders» que, por poco que «traigan en la bola», logran una figuración apenas sustentada en una fama ganada con banalidades (¿y vulgaridad?).

Confundir ciudadanos electores con público de espectáculos, o carcajeos producidos por humoradas con aceptación política, es apartar aún más el rumbo de lo urgente y necesario.
Quien resulte favorecido con el respaldo de las mayorías tendrá la inmensa tarea de revertir el proceso de destrucción, enmascarado hoy con las mejores y más costosas técnicas de propaganda engañosa. Y esto no se logra, precisamente, con chistes ni con cuenticos comprobadamente inefectivos.

La política, queda claro, no es cosa de risa.

MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal

Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.

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