Entre vos y yo | Hay que relanzar la zulianidad

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Maracaibo creció autosuficiente, civilista e innovadora. Lo que ha sido más que justificado. Favorecida por su posición geopolítica, Maracaibo ha sido un lugar preferencial como puerta de entrada y salida al mar Caribe y al mundo occidental a través del Atlántico


Por Marlene Nava

En primer lugar, quiero rendir homenaje a quien fuera el último cronista de la ciudad merecidamente electo e injustamente despojado de su cargo, el doctor Julio Portillo Fuenmayor, para quien pido un aplauso. Este ilustre hijo de Maracaibo murió días antes de los doscientos años del decreto de independencia que celebramos. Para esa fecha, había preparado un discurso que se iniciaba con esta frase: Hay que relanzar la zulianidad.

Y, partiendo de ella, hago mi propuesta de hoy.

Un día, a este personaje de quien voy a hablarles, lo llamé el primer regionalista. Pertenecía a la casta élite de Maracaibo. Era devoto siervo del rey Fernando VII. Fue elegido diputado a las Cortes de Cádiz en 1811. Justo cuando en Caracas se firmaba el acta de independencia contra el dominio español.

Se llamaba José Domingo Rus. Nació y vivió parte de su vida en Maracaibo. Agustín Millares Carlo, ilustre filólogo que nos habitó e ilustró durante tres décadas, lo define hombre público, criollo de América, monárquico y liberal. El profundo conocimiento de su provincia lo deja plasmado en un libro que hizo publicar con el nombre de Maracaibo representado en todos sus ramos por el diputado a Cortes José Domingo Rus. Y en él, así como en otros documentos, registra sus pertinaces gestiones y solicitudes. Menciono solo algunas: el traslado de la Catedral, el Colegio, la Universidad y demás establecimientos institucionales de Mérida a Maracaibo; “la Provisión de Intendentes Separados en Venezuela, la creación de un ejército provincial, aduanas comarcanas, sistema impositivo y hacienda pública locales”. Pide también un teatro y “aplicaciones para el hospital de Caridad”.

Pero más sobresaliente es que en otros varios documentos, Rus se dedica a solicitar ante el rey la independencia de Maracaibo con respecto a Caracas. Con insistencia aragonesa, señala Millares Carlo.

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José Domingo Rus representa la primera manifestación de la vocación autonómica de esta región que se construyó autosuficiente y solitaria a lo largo de tres siglos. No obstante, el proyecto pro autonomista iniciado por este notable zuliano en las cortes de Cádiz entre 1810 y 1812 fue desconocido por las distintas hegemonías políticas desde Caracas. Como ha seguido ocurriendo ante cualquier gesto que se le parezca.

Maracaibo creció autosuficiente, civilista e innovadora. Lo que ha sido más que justificado. Favorecida por su posición geopolítica, Maracaibo ha sido un lugar preferencial como puerta de entrada y salida al mar Caribe y al mundo occidental a través del Atlántico.

Su condición de puerto apuntaló su hegemonía en toda la zona circundante, de extensos territorios agrícolas, al funcionar como centro de acopio y distribución de una vasta gama de productos provenientes de los estados andinos y los valles de Cúcuta y Santander. Y llegó a ser el centro nodal de lo que el historiador Germán Cardozo calificó de hinterland económico, que comprende una zona portuaria y “la tierra que hay detrás”, como traduce el término germano. Un emporio, pues.

Como centro referencial de convenios, acuerdos y tratados comerciales internacionales, fue permanente depositario y distribuidor y es sede de los poderes civiles y eclesiásticos de la región. Ha sido y es aún cabeza de decisiones en la zona occidental de Venezuela.

El abrazo de tres cordilleras lo aisló secularmente del resto de Venezuela. Y sus únicos medios de comunicación se desarrollaron a través del Lago y los cientos de ríos que le tributan aguas. Así el Puerto de Maracaibo devino cabeza soberana de una rica región que producía café, cacao, cueros y muchos productos más. Asegura el doctor Ernesto García Mac Gregor, en su obra sobre el Hospital Central, que Maracaibo estaba más cerca de Nueva York que de Caracas. Y es que, tal como dice Germán Cardozo, “a pesar de los controles: primero del gobierno español y luego de las autoridades republicanas de Caracas, la región histórica marabina permanece controlada comercial y económicamente por la élite local que, además, ostenta el poder político”. Dadas estas circunstancias, la Provincia de Maracaibo se convierte en una sociedad próspera, autosuficiente y determinada. Producto de esta evolución, a finales del siglo XIX se generan las llamadas décadas fecundas.

Nilda Bermúdez reseña el bienestar manifiesto de esos tiempos “con indicadores del desarrollo logrado como la infraestructura portuaria, el movimiento y tráfico marítimo-lacustre, los ingresos aduanales, el comercio, el flujo de compañías bancarias y aseguradoras, la inversión en transporte y la colocación de capitales en empresas” que generaron un sobresaliente pionerismo en todos los campos de la vida urbana en lo económico, tecnológico, científico y cultural.

Paralelamente, el poder central pone desde hace siglos sus ojos sobre la aduana marabina e inicia un permanente acoso que, secularmente, acrecentó el sentimiento de conciencia regional.

En los siglos XIX y XX se afincan los atropellos centralistas con los gobiernos de Cipriano Castro, que, entre otras cosas, cierra la Universidad y decreta el monopolio del cigarrillo, acabando con una importante industria local; y de Antonio Guzmán Blanco, que, en 1874, cerró la aduana de Maracaibo y la trasladó a Puerto Cabello, durante cuatro años. E intentó por medios jurídicos, políticos y económicos debilitar la fuerza autonómica de esta región, valiéndose de alianzas que le permitieron crear una nueva entidad, el estado Falcón-Zulia, con capital en un pueblito perdido en el mapa llamado Capatárida. Y de paso, le quitó el manejo de los recursos financieros al poder regional.

Los ataques del centralismo también alcanzaron el entramado social. La escuela formal desvalorizó su manera de hablar, por ejemplo. Y como una forma de resistencia el zuliano conserva dos modos de hablar: el social (impuesto) y el familiar (heredado).

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El Proyecto Nacional se consolida con Gómez en el siglo XX. Y el Zulia, así bautizado desde 1864 (que siempre se llamó Maracaibo), continúa manteniendo su actitud defensiva frente a los ataques del centro.

Así, a finales de los años sesenta y principios de los setenta se registra –Rutilio Ortega hacía permanente mención de ello– una reacción en cadena que demuestra la pervivencia de un sentimiento regional productivo: en el Zulia nacen la primera Corporación de Desarrollo y el primer Bloque Parlamentario del país; Maracaibo es designada capital científica de Venezuela en razón de que esta ciudad inicia la historia nacional de los trasplantes; se crea el Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia y el Centro de Estudios Zulianos adscrito a la Biblioteca Pública Central; se inicia la lucha por la aprobación de una Ley de Desarrollo Regional y se oye por primera vez el reclamo de una asignación especial en razón de la riqueza minera de las regiones, surge el maracuchismo-leninismo como manifestación literaria local y se escucha por primera vez La grey zuliana, considerada el himno moderno de zulianidad.

No es casual que el Zulia constituyó la única región que coincidía plenamente con la delimitación político-territorial del estado: el Zulia sigue siendo un espacio geohistórico. También fue un cambio de señas en las relaciones comerciales con España, allá en los comienzos del siglo XIX, lo que propició la ruptura de la Provincia de Maracaibo el 28 de enero de 1821 con el régimen español, con el que sostuvo leales intercambios en los tiempos de la colonia.

Actualmente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 164, ordinal 10, establece taxativamente que es de la competencia exclusiva de los estados la conservación, administración y aprovechamiento de carreteras y autopistas nacionales, así como de puertos y aeropuertos de uso comercial, en coordinación con el Ejecutivo nacional. No obstante, el 19 de marzo de 2009, la Asamblea Nacional resuelve transferir el puerto de Maracaibo a la administración del Gobierno nacional. Una vez más en silencio quedó la sirena en su orilla.

Yo creo en la zulianidad. Creo en esa zulianidad productiva del pasado. Y creo, con Julio Portillo, que es tiempo de relanzarla. Pero asumiéndola como motor para levantar las banderas y defender nuestros derechos, siendo nuevamente la voz tutelar de la región, como la de nuestros ancestros. Que nos devuelvan la administración de carreteras, aeropuertos y puerto. Que nos reconozcan la legitimidad de leyes como la LAE y de instrumentos como el Fides. Que nos devuelvan un Lago sano. Que este reclamo lo hagamos a pleno sol y a los cuatro vientos, desde un cabildo abierto como el valiente gesto de 1821. Que nuestra sociedad civil se vuelva a juntar para reinventarnos el pionerismo de ayer. Que reiniciemos los proyectos de trasplantes de corazón desde el Hospital Universitario. Que hablemos de vos sin vergüenza. Que llenemos nuestras calles, plazas y avenidas de curarires y de cujíes. Que repasemos la vida, el quehacer, el pensamiento de Rafael María Baralt, de Francisco Eugenio Bustamante, de Eduardo López Rivas, del Mocho Marín, de José Antonio Chávez, de Jesús Lozano, de Jesús Enrique Lossada, de Humberto Fernández Morán, cuyo nacimiento ocurrió hace un siglo, precisamente en este mes de febrero. Y de cientos de personajes que nos construyeron. Porque a ellos los sostuvo un sueño. Como a nosotros hoy. Y que junto a las tablets y los iPhone y el g5 y la robótica impulsemos a los poetas, a los decimistas y a los cuentacuentos. Y que a nuestros niños les hablemos de nuestros encuentros de credos y de razas. Porque el nuestro, nuestro sueño es que, en el 2029, cuando arribe a sus 500 años, Maracaibo se empiece a proyectar de nuevo como la ciudad primada, próspera, moderna, creciente y hospitalaria de ayer. Que vuelva a ser mi ciudad de atriles a los vientos, sibarita y feliz como una quinceañera descalza. En Maracaibo, siempre.


MARLENE NAVA OQUENDO | @marlenava

Individuo de Número de la Academia de la Historia del Estado Zulia y periodista. Fue secretaria de Cultura de la región, profesora de la Universidad del Zulia y ha realizado un denso trabajo en pro del rescate de la cultura e historia mínima de la ciudad.

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