El gobierno de Nicolás Maduro ordenó al Consejo Nacional Electoral que la elección presidencial se realice el 28 de julio, con un cronograma diseñado para generar división y discordia entre María Corina Machado y los líderes de la Plataforma Unitaria Democrática, quienes deben tomar decisiones importantes esta semana.
El cronograma reduce el espacio de maniobra de María Corina Machado, candidata que según la decisión del Tribunal Supremo de Justicia está inhabilitada, como incluso figura en la página web del CNE. Busca con la presión nacional e internacional que se reconozca su derecho a participar, un objetivo que parece estar fuera de su alcance. Pero sin duda mantendrá el capital político acumulado en el último año, por lo que será la figura fundamental en los días por venir.
Además, fijar el 28 de julio como la fecha de la votación acorta los tiempos para la búsqueda de respuestas en la Plataforma Unitaria, con lo que aumenta la posibilidad de cometer errores que ayuden a Maduro a mantener el poder, sobre todo si no se tiene a la gente en el centro de las decisiones.
Este 11 de marzo, cuando escribo este artículo, a 10 días del inicio de las postulaciones de candidatos existen dos tendencias dentro de la oposición mayoritaria. La que habla, pregunta y busca una respuesta sobre el dilema de quién sustituirá a María Corina. Este segmento de la Plataforma Unitaria, representado por Un Nuevo Tiempo, partido del gobernador del Zulia, Manuel Rosales; la AD de Henry Ramos Allup (que anunció que respeta el resultado de la elección Primaria de octubre de 2023); y el sector de Primero Justicia en el que se encuentran Tomás Guanipa y Henrique Capriles, parte del principio de que no se puede llamar a la abstención si Maria Corina no logra participar debido a la muralla colocada por el oficialismo, por esto se deben presentar nombres que sustituyan a Machado.
El primer hándicap de este grupo es que Un Nuevo Tiempo no participó en la primaria con un candidato propio y las expresiones de respaldo al proceso fueron escasas. A Rosales, los seguidores de la ganadora de la primaria, lo ven con recelo porque para lograr su sobrevivencia como gobernador, mantiene una convivencia cordial con el poder central. Ejemplos al menos dos. Recibió la visita de Maduro y Cilia Flores y dio la bienvenida al general y ministro de Energía Eléctrica, Néstor Reverol, designado padrino del Zulia, sin que eso redunde en una mejoría significativa a uno de los problemas más angustiante para los zulianos, los cortes de luz.
Además, el ambiente se enrarece con la vocería de los representantes de Fedecámaras, quienes en sus giras por el país se muestran como si creyeran que es posible lograr un crecimiento económico sostenido con Maduro en el poder, como si en Venezuela quisieran repetir el modelo chino.
El otro grupo en la oposición, con María Corina como líder, insiste en la premisa de ir hasta el final con la ganadora de la primaria como candidata. Pero lo que no parece estar claro es cuál es el final.
María Corina Machado: «Las élites no me apoyan porque no me pueden controlar»
En la entrevista del lunes pasado María Corina nos dijo que el final está en el lugar que sueñe cada venezolano. Pero cuidado, que en los sueños también hay pesadillas y llega el momento de despertar y salir de la ensoñación para vivir en la realidad.
Esa realidad indica dos hechos concretos: María Corina, ganadora de la Primaria de 2023 con más de 2.500.000 votos, tiene la mayor intención de votos en el país. Pero el oficialismo no la dejará competir porque no quiere dejar el poder. La aceptación de María Corina pudiera forzar a un desvanecimiento del chavismo antes del 28 de julio.
Por eso se plantea sustituirla, aunque prefiero usar la corrección semántica realizada por Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, quien en un reportaje publicado este fin de semana en El Pitazo, dijo: “Hay una gran diferencia entre sustituir y representar. Cuando sustituyo, quito un líder por otro. Cuando nombro a alguien para que me represente, yo sigo liderando”,
En las horas decisivas
Cuando se reduce el tiempo para conocer el destino de la candidatura de la Plataforma Unitaria, debido a que la inscripción comienza el 21 de marzo, María Corina y demás líderes deben preguntarse si tienen a la gente en el centro de sus decisiones de la oposición mayoritaria.
Colocar a los ciudadanos en el centro de la decisión pasa por reconocer que los venezolanos quieren participar en el proceso electoral, en primer lugar para votar por María Corina. Sin embargo, el deseo de participar en un escrutinio no se queda anclado en la inscripción o no de María Corina.
A diferencia de la presidencial de 2018, cuando Maduro sacó de la chistera sus trampas electorales y con ello ahogó el deseo de participar, en esta ocasión los ciudadanos están conscientes de la necesidad de votar por un candidato que represente a la oposición en unas condiciones pocos favorables para una elección libre. Significa que los electores quieren conocer un nombre y ver un rostro al cual respaldar.
Ubicar a la gente en el centro de las decisiones, significa también reconocer que de Nicolás Maduro mantenerse en el poder, la opción para un sector de la población será sumarse al flujo migratorio que no se ha detenido desde 2014.
Andrés Caleca: solo la abstención opositora salvará al Gobierno de la derrota
El foco en el ciudadano pasa también por estar conscientes de que los venezolanos se darán cuenta de las trampas de factores de la oposición y empresariales para favorecer la permanencia de Maduro en el poder. Así que quienes ayuden al oficialismo a ganar, quedarán marcados en la historia de nuestro país, como si fueran esbirros o torturadores de cuello blanco. Esto también debería ser válido para quienes promuevan la abstención.
Reconocer a los ciudadanos en el centro de la decisiones incluye la plena conciencia en que el oficialismo, con un candidato malquerido como Maduro, sin apoyo popular ni gestión que mostrar, designado en asambleas del Psuv tan artificiales como la votación sobre el referéndum del Esequibo, aupará la sensación de división en la oposición, promoverá la abstención y la desesperanza de los ciudadanos.
Finalmente, al hacer foco en el ciudadano se deben construir mensajes certeros que expliquen el valor de la participación del elector, quien estará tentado a abstenerse, incluso con la amenaza de que a pesar de perder, el oficialismo no entregará el poder.
Sin embargo, la fuerza del voto debe llevar a Maduro y su élite a ejecutar la más vulgar de las trampas electorales para no dejar el poder. Quizás en ese momento pudiera comenzar la tan anhelada transición, producto de los quiebres internos del oficialismo derrotado en las mesas de votación. Pero hay que llegar a ese punto de la historia y para ello se requiere el candidato unitario, incluso a sabiendas de que Maduro puede bloquear todas las opciones ganadoras.
CÉSAR BATIZ | @CBatiz
Periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo.
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